Ecos

ENTREVISTA

“Hago la cocina que siento” Eneko Atxa prägt sein Restaurant Azurmendi in Larrabezúa bei Bilbao durch nachhaltig­e Gastronomi­e, und er hat es so zu einem der besten Küchenchef­s der Welt gebracht.

- POR JANINA PÉREZ ARIAS

Eneko Atxa Der baskische Koch und die nachhaltig­e Gastronomi­e

EEn la pequeña localidad de Larrabezúa, cerca de Bilbao (País Vasco), se encuentra Azurmendi, un templo gastronómi­co completame­nte sostenible fundado por el reconocido chef Eneko Atxa en 2005. Cuando Atxa soñó con su restaurant­e propio, quiso ponerle el apellido de su madre, y concibió un concepto gastronómi­co donde se combinan la tradición de las artes culinarias vascas con la sustentabi­lidad en relación al medio ambiente y la inclusión de la localidad donde está situado.

Eneko Atxa ha hecho que Azurmendi figure entre los 50 mejores restaurant­es del mundo, ostente tres estrellas Michelin, que haya sido una vez más reconocido como el Mejor Restaurant­e Sostenible, pero quizás lo más satisfacto­rio sea que “la comunidad se sienta orgullosa de nuestro trabajo”, tal como afirma.

ECOS – Siempre mencionas el puchero que preparaba tu madre.

Eneko Atxa – (se ríe) En mi casa, el día de las alubias era cuando se reunía toda la familia. Lo hacíamos los sábados y nos sentábamos en torno a la mesa, era bonito comerse las alubias con mi gente. Para mí tiene un simbolismo familiar muy importante; mucho más allá de las alubias como producto gastronómi­co, está la espiritual­idad del momento.

¿Cuáles son los sabores recurrente­s en tu restaurant­e?

Cuando la gente va a Azurmendi, identifica unos sabores, unos aromas, y hay definicion­es que describen mi cocina. Al leerlas, me hacen pensar: “vale, será esto” (se ríe). Mi cocina es algo innato, que me viene en mi ADN culinario. No sé cocinar de otra manera, solamente sé hacerlo en ese estilo y de esa manera. Tampoco sería capaz de imitar la cocina de otros, porque no la sentiría. Hago la cocina que siento, y describirl­a es algo muy abstracto.

La creación de tus platos se inicia con plantearte cuál es la sensación que quieres lograr en el paladar de los comensales. ¿Cómo es ese proceso?

Me gusta empezar imaginándo­me el final de la película para después hacer todo el desarrollo. Es como si fuera escritor, me gusta pretender o figurarme qué quiero hacer sentir al lector, para entonces ir construyen­do los capítulos. Es un modelo creativo muy enrevesado, inverso a todo.

Te defines como un “explorador de los sabores”. ¿Qué tan importante es para tu trabajo no perder la frescura y la curiosidad a pesar del éxito?

Es fundamenta­l, porque si en un momento dado me aburriera,o perdiese la ilusión y la pasión por lo que hago, sería imposible poder transmitir a los clientes la misma ilusión, pasión y conocimien­to. Lo que me mantiene en constante exploració­n es sentir cada día que no sé nada, que todo está por descubrir. Si das por hecho que sabes mucho, has perdido.

Tanto el edificio de Azurmendi como tu cocina apelan a la sostenibil­idad. ¿Cómo concebiste esta forma de trabajo y de vida?

Se trata de un concepto integral. Cuando uno convive con palabras que pertenecen a tu filosofía, tales como “entorno”, “respeto”, “medio ambiente”, “ancestral”, “cultura”, no eres coherente si después, en la aplicación de tu proyecto, no ayudas a convivir

¿Cómo has logrado tener un negocio rentable apoyado en un concepto tan idealista?

Tienen que convivir. Somos dos socios, yo era la parte más romántica, y mi socio era la económica. Nos hemos ido ensambland­o el uno con el otro hasta entender la importanci­a que tienen los aspectos y valores que representá­bamos cada uno. También existe una manera menos romántica de ser sostenible, y es que necesitamo­s ser sostenible­s económicam­ente, porque entendemos que tenemos una responsabi­lidad social, personal y humana con el equipo, con el entorno, con nosotros mismos y nuestras familias, por lo cual un proyecto como este debe ser rentable, sostenible y eficiente.

 ??  ?? a los edificios con la naturaleza. Siempre dije que en lugar de invadir, teníamos que convivir. Para mí era importante mantener y respetar el espacio que la naturaleza nos da, y protegerla en lugar de invadirla. Por esta razón, cuando entras al restaurant­e, lo primero que te encuentras es un jardín interior, lo cual significa que la naturaleza está dentro, que convive con nosotros. Además, durante la construcci­ón creamos un espacio para 700 árboles nuevos, recuperamo­s casi 400 variedades locales a punto de extinguirs­e, y también hemos generado distintos contenidos en el trabajo diario que fomentan la sostenibil­idad y la convivenci­a con la naturaleza y el cuidado de la misma. Bogavante descascari­llado [geschälter Hummer] en tres texturas
a los edificios con la naturaleza. Siempre dije que en lugar de invadir, teníamos que convivir. Para mí era importante mantener y respetar el espacio que la naturaleza nos da, y protegerla en lugar de invadirla. Por esta razón, cuando entras al restaurant­e, lo primero que te encuentras es un jardín interior, lo cual significa que la naturaleza está dentro, que convive con nosotros. Además, durante la construcci­ón creamos un espacio para 700 árboles nuevos, recuperamo­s casi 400 variedades locales a punto de extinguirs­e, y también hemos generado distintos contenidos en el trabajo diario que fomentan la sostenibil­idad y la convivenci­a con la naturaleza y el cuidado de la misma. Bogavante descascari­llado [geschälter Hummer] en tres texturas

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