El lenguaje político... y el de los políticos
Politische Sprache und die Art und Weise, wie Politiker reden, sind zwei paar Stiefel.
L LLa política influye en todos los ámbitos de la vida, y uno de los más elementales es la forma en que se expresa y el vocabulario empleado. Desde la antigüedad, gran parte de la producción retórica y literaria está dedicada a la política, es decir, al “arte de gobernar los pueblos y conservar el orden y buenas costumbres”, según la clásica definición académica.
En la literatura española destacan maestros del lenguaje político, y el más moderno, José Ortega y Gasset (1883-1955), con su célebre pregunta: “Dios mío, ¿qué es España?” decidió buscar una efectiva respuesta: “La vida española nos obliga, queramos o no, a la acción política”. Para lo cual, el 22 de mayo de 1914 presentó el primer número de su revista Vieja y nueva política, a la que seguiría la trascendental Revista de Occidente (1923), y una impresionante producción bibliográfica, continuada por su gran discípulo Julián Marías (1914-2005). Con algunas excepciones, como últimamente España: la historia de una frustación, de Josep M. Colomer (2018), el lenguaje político se ha convertido en lenguaje partidista: llámese republicano o falangista, socialista o podemita...
“¿Ustedes entienden por qué en España los escritores escriben tanto –y tan mal– sobre política?” –se preguntaba bajo “Opinión” El País–. “El escritor prototípico, como cualquier otro ciudadano, no suele tener un especial conocimiento de la política, y abusa de una retórica desprovista de datos...; en el peor de los casos, la ausencia de análisis político se sustituye por un tono agresivo y
La política es un espacio público libre donde se habla
y se actúa
hasta insultante”. Según el escritor y traductor Javier Marías, “en este país la población es lenguaraz y precipitada. Se lanzan acusaciones, se insulta, se hacen predicciones sobre la conducta de otros (...) Se llama ‘fascista’,’franquista’, ‘machista’, ‘misógino’, a cualquiera (...), jamás nadie se disculpa. Mientras eso no cambie, mientras la población siga dedicada a arrojar venablos sin reflexión ni fundamento y jamás retirarlos, España seguirá siendo un lugar habitado por individuos brutos e incivilizados”.
El duro enjuiciamiento queda literalmente confirmado por un “ejemplar” bien notorio, el flamante president de la Generalitat Joaquim Torra, cuyo lenguaje de clara herencia fascista, recogido de sus libros, artículos y tuits, no tiene desperdicio. Al parecer, se deleita ofendiendo a los españoles y a más de la mitad de los catalanes ‘impuros’, a los que califica de “bestias con forma humana, carroñeras, víboras, hienas, que destilan odio...”. En cambio, su megalomanía cae en el ridículo al manifestar que “la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española, y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial” (...). “Los españoles son inmundicia, exportadores de miseria material y espiritual, creadores de discriminaciones raciales y subdesarrollo...”, y “desde hace siglos de dominación, nos tienen acorralados en el gueto, sin medios de comunicación, ni poder económico, ni influencia política”... Con este lenguaje no se hace política, se hace el ridículo. Pero los tiempos cambian, y el señor president Torra se ha excusado de estas porquerías xenófobas: “Pido disculpas si alguien las ha entendido como una ofensa”. ¡Lo más probable es que a nadie le han interesado!…
(HANNAH ARENDT)