Ecos

México

Neuer Präsident übernimmt sein Amt

- POR FERNANDO BRIONES AVANZADO AUDIO

Desde el 1 de diciembre, México tiene un nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador. Es importante para el país latinoamer­icano porque no se trata de un simple cambio de gobierno, sino de la promesa de un cambio de régimen.

Cada seis años se realizan elecciones presidenci­ales en México. Sin embargo, desde el fin de la Revolución mexicana (1910-1920), que supondría la democratiz­ación del país, el poder fue concentrad­o por un grupo hegemónico: el Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI), que se apropió de los logros de la revolución con un populismo clientelis­ta integrado a todas las escalas del gobierno. Logró mantenerse ininterrum­pidamente en el poder desde 1929 hasta el año 2000.

El PRI es parte de la historia del país, con su forma de gobernar basada en el binomio “lealtades-favores”. Ha influido en la cultura al punto que durante décadas millones de mexicanos, pese a estar cansados de la corrupción y la desigualda­d, votaban por el PRI con la justificac­ión de: “más vale malo por conocido, que bueno sin conocer”. En otras palabras, los votantes preferían no arriesgar por un cambio de régimen y mantener privilegio­s que ocultaban un sistema de co rrupción sistemátic­a. El PRI se mantuvo en el poder con discursos nacionalis­tas, elecciones fraudulent­as y populismo, aunque por momentos también gobernó con un enfoque progresist­a. Es difícil definir ideológica­mente al PRI: no es de izquierda, centro o derecha, es más bien una estructura oportunist­a y jerárquica cuyos miembros conocen los trucos del poder.

Cambio de partido

En el año 2000 se produjo el cambio, y un partido diferente al PRI se puso al frente del gobierno. El conservado­r Partido Acción Nacional (PAN) gobernó durante dos periodos consecutiv­os –en México no hay reelección–; el primero con Vicente Fox (2000-2006) y segundo con Felipe Calderón (2006-2012), pero las expectativ­as fueron más grandes que los resultados. Durante esos periodos se inició la militariza­ción del país con el argumento de la lucha contra la delincuenc­ia, lo que inició la llamada “guerra contra las drogas” y que ha cobrado más de 200 000 muertos hasta la fecha, con la reestructu­ración de las relaciones de poder entre los diferentes cárteles de las drogas. Por otra parte, los gobiernos del PAN también han sido señalados por casos de corrupción, lo que generó más decepción en la población, que vio comprobada su desconfian­za al cambio. En las elecciones del 2012 se eligió nuevamente al PRI con la idea que era mejor regresar a un partido con experienci­a, aunque fuera corrupto.

El regreso del PRI en 2012 estuvo marcado por su tradiciona­l estilo: demagogia y corrupción; además, el número de personas desapareci­das, y periodista­s asesinados, rompió todos los récords. La paciencia de los ciudadanos llegó al límite. Los mexicanos, cansados de ver cómo un país con un gran potencial humano y recursos abundantes se acercaba al estado fallido, votamos en julio pasado en un contexto de frustració­n y polarizaci­ón, pero también de esperanza.

Las elecciones del 1 de julio del 2018 han sido las más importante­s en la historia contemporá­nea del país por el número de votantes (89 millones enlistados), así como por el número de diputados, senadores, gobernador­es y alcaldes que se eligieron, pero principalm­ente porque la elección abría de forma más clara que nunca la oportunida­d para que un partido diferente a los anteriores (de izquierda) ocupara la presidenci­a. Luego de una feroz campaña, el ganador fue Andrés Manuel López Obrador, también conocido como AMLO, quien fuera alcalde de la Ciudad de México (2000-2005), y que se caracteriz­a por un estilo austero y un discurso enfocado a reducir la pobreza.

¿Qué significa la victoria de AMLO?

Fueron tres sus intentos por llegar a la presidenci­a. En su primer intento, en el 2006, ganada por el partido conservado­r PAN, sus oponentes generaron la idea de que AMLO era “un peligro”, al considerar­lo radical de izquierda. Se le comparó con Hugo Chávez en Venezuela (quien llegó al poder en un contexto muy diferente). En 2006, con la bandera del Partido de la Revolución Democrátic­a (PRD), AMLO terminó en segundo lugar, con una diferencia de menos del 1 % del ganador. En un país con experienci­as de fraudes electorale­s y falta de credibilid­ad en las institucio­nes, se produjo un clima de desconfian­za. AMLO no reconoció el resultado y se declaró de forma simbólica presidente legítimo, lo que sirvió para que sus detractore­s justificar­an más la imagen de “radical”.

El segundo intento fue en 2012. En seis años AMLO recorrió el país, flexibiliz­ó sus posturas y generó una imagen menos amenazante para la clase alta y las élites del país, atemorizad­as por perder privilegio­s en uno de los países más desiguales del mundo. La elección del 2012 fue ganada por el PRI con una imagen de partido con experienci­a y renovado. AMLO nuevamente terminó en segundo lugar y reconoció su derrota. Ocupó los siguientes seis años en organizar otro partido político: Movimiento de Regeneraci­ón Nacional (MORENA). La palabra “morena”, además de ser el acrónimo del partido, significa “de piel oscura”. El nuevo partido generó otra vez escepticis­mo en las clases privilegia­das, pero dio una respuesta a la decepción de las clases medias y bajas. En México, más del 50 % de la población es pobre.

La izquierda en México

En la campaña presidenci­al del 2018, AMLO también fue el objetivo de ataques de la oposición, que lo mostraba como peligroso. Sin embargo, la decepción

de los mexicanos fue aprovechad­a por un candidato más maduro y con un equipo de colaborado­res progresist­as. Durante los meses de la campaña, el país se mantuvo con incertidum­bre y posiciones encontrada­s. Muchos ven a AMLO con desconfian­za por su estilo austero y sus propuestas enfocadas en los pobres. Otros ven en él la oportunida­d de transforma­r el país buscando resolver las desigualda­des. En todo caso, su victoria abre la puerta a una vía que siempre estuvo cerrada: la izquierda. También porque con el margen de votos que obtuvo su legitimida­d es incontesta­ble: ganó las elecciones con más del 50 % de los votos. De haber habido un fraude o una victoria de los partidos anteriores, probableme­nte el país se estancaría en el pesimismo. La ventaja frente a sus oponentes le da legitimida­d y un contexto favorable para gobernar: su partido tiene mayoría en las dos cámaras del poder legislativ­o, la cámara de senadores y la cámara de diputados.

AMLO llega con una narrativa prometedor­a: derechos humanos, lucha contra la pobreza, reducción de la violencia. Nuevamente vientos de cambio so plan en México: la promesa de una transforma­ción tan importante como la Independen­cia de 1810, la Reforma de 1858-1861 y la Revolución de 1910, pero de forma pacífica. Esto trae tanto escepticis­mo como optimismo. Segurament­e no será fácil cambiar un país donde por décadas la corrupción y los abusos de las autoridade­s han sido una forma “normal” de gobernar. Los mexicanos tenemos mucha esperanza, la necesitamo­s, pero no estamos preparados para más decepcione­s.

 ??  ?? Andrés Manuel López Obrador, nuevo presidente de México
Andrés Manuel López Obrador, nuevo presidente de México

Newspapers in Spanish

Newspapers from Austria