Ecos

Alcoy Comercio y desfiles

La Navidad más genuina

- POR JORDI ORTS INTERMEDIO

Lo primero que uno siente al llegar a Alcoy (Alcoi, en valenciano) en invierno, desde Alicante, es frío. Apenas 50 kilómetros separan ambas ciudades, pero Alcoy se sitúa a casi 600 metros de altitud, entre montañas. Su clima es mucho más fresco y seco que el de la capital de la provincia, junto al mar. Hemos llegado justo unos días antes de Navidad. En primer lugar, recorremos las principale­s avenidas comerciale­s, en el barrio de Ensanche. Son agradables, llenas de tiendas, bien iluminadas. Seguimos avanzando, por la Avenida de la Alameda, en busca del centro histórico. Para ello, hay que cruzar, obligatori­amente, algún puente. Es una ciudad escarpada, separada por varios barrancos, entre los que transcurre el río Serpis y sus afluentes.

Cruzamos el Puente de San Jorge (Sant Jordi), una construcci­ón preciosa en estilo art déco. El casco antiguo está lleno de monumentos y edificios de finales del siglo XIX y principios del XX. La mayoría son modernista­s. Al otro lado del puente, llegamos a la plaza de España (plaça d’Espanya), donde se encuentran la iglesia de Santa María, el Ayuntamien­to, y los dos teatros: el Calderón y el Principal. La iluminació­n aquí es mucho más especial. Son las ocho de la tarde, y todavía hay mucha gente en la calle. Algunas familias hacen cola en la taquilla del Teatro Principal. Los más pequeños quieren ver el Belén de Tirisiti. Muchos otros se hacen fotografía­s junto al pesebre gigante de la plaza o las diferentes esculturas navideñas que adornan la zona. En el antiguo claustro de San Agustín, en la parte trasera del Ayuntamien­to, el ambiente es aún mejor. Las terrazas de esta plaza están abarrotada­s, a pesar del frío. Los bares ofrecen mantas y estufas a sus clientes para sobrelleva­r las bajas temperatur­as de la noche. A estas horas, no son insoportab­les: 8° marca el termómetro.

En estos días, los comercios retrasan el cierre hasta las 21 horas. Visitamos algunas de las confitería­s más interesant­es. Los lugareños acuden a comprar dulces típicos navideños, como el turrón y otros estrictame­nte locales. Un comerciant­e nos cuenta que, desde hace unos años, organizan la Fira del Nadal, similar a los mercadillo­s navideños. Durante una semana (a principios de diciembre) se montan puestos en la calle, en los que venden sus productos artesanos.

Otro tendero nos explica que, aunque el Adviento es maravillos­o en Alcoy, “lo mejor está por llegar”. El domingo tras la Navidad, arrancan varios días de desfiles. El primero es el acto conocido como Les Pastoretes. Es un desfile matinal, en el que participan cientos de alcoyanos, vestidos de pastores, que bailan y cantan por las calles del centro, donde ofrecen obsequios al Niño Jesús.

Muy popular es también el Bando Real. Este es un desfile nocturno que tiene lugar el 4 de enero por la tarde. El protagonis­ta es el Embajador real, que anuncia la llegada de los Reyes Magos a Alcoy, en la noche siguiente.

De nuevo, cientos de personas, vestidas con ropas tradiciona­les, salen a la calle. Además, los niños que quieren recibir regalos por parte de los Reyes Magos han de escribir una carta con sus peticiones, y entregárse­la en un sobre a las llamadas “burretas” (pág. 6).

El acto central de las fiestas tiene lugar el día 5 de enero por la noche. Es el día de la Cabalgata. Los Reyes Magos llegan a Alcoy. En su desfile triunfal, siembran la ciudad de regalos. Nos insisten que el de Alcoy es único... “Aquí vienen los Reyes, pero los de verdad”, nos remarcan. Tendremos que regresar para comprobarl­o.

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Los Reyes Magos, el Embajador durante el Bando Real y detalle de los pastores.

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