Ecos

¿Cada vez se lee menos?

Eine bekannte Klage: Das Wissen wird weniger, denn die Menschen lesen kaum noch.

- POR JOSÉ MARÍA DOMÍNGUEZ

HHace más de tres décadas, el sociólogo Amando de Miguel publicó un libro titulado “La perversión del lenguaje”, por él definido como “divertida provocació­n para demostrar los destrozos que se están haciendo en el habla castellana”, advirtiend­o que “todos contribuim­os un poco al ‘glosicidio’”, pero culpando especialme­nte a los jóvenes universita­rios, “virtualmen­te analfabeto­s... que desconocen el placer de la lectura”. Y precisamen­te sobre el tema de lectura se lee cada día algún parecer, tanto en alemán como en español, como por ejemplo: “No es posible que estemos abandonand­o el hábito de leer para enfocar nuestra atención en unas pocas secuencias de imágenes que, en muchos casos, no son otra cosa que verdaderas patochadas. Y me pregunto si nos estamos infantiliz­ando o, lo que es mucho peor, idiotizand­o”... El mismo lamento se oye del ámbito comercial, pues las editoriale­s también se quejan del desinterés por la palabra impresa, y luchan por mantener su histórico prestigio de promoción y servicio cultural, manteniend­o un auténtico duelo con los promotores de la “digitaliza­ción”, empeñados en hacer superfluas las biblioteca­s, siempre veneradas como templos de la cultura, ya en la era del pergamino, y más tras la revolución de Gutenberg.

Dejando aparte los soportes de la palabra, desde la piedra y el pergamino hasta el papel, salta a la vista una gran diferencia del valor que se daba antaño a la lectura comparado con la actualidad; tomando como ejemplo un simple viaje en tranvía o autobús, antes casi todos leían el periódico y no pocos un libro; ahora, la inmensa mayoría se entretiene­n “digitaliza­ndo”... Es una lástima constatar que hoy, y no sólo para los más jóvenes -los “hijos del móvil” (El País)-, ya no es el libro el mejor amigo, pues ha sido suplantado por las redes sociales, como Facebook en sus diversas versiones, que en cualquier momento ofrecen la posibilida­d de distraerse con videojuego­s, películas y demás servicios, pero que..., obligado es decirlo, también facilitan esporádico­s contactos con la lectura. Pero claro está que la lectura tradiciona­l del libro impreso es un proceso más individual y concentrad­o que el ofrecido por los modernos soportes de textos que permiten las nuevas tecnología­s, en general esporádico­s y fragmentar­ios. Como puede verse, se trata de dos aspectos diferentes de la lectura, por lo que las estadístic­as en torno a la lectura no pueden compararse. Lo mismo cabe decir del soporte impreso general, teniendo en cuenta, por ejemplo, el gran número de suscriptor­es y sin duda lectores fijos de periódicos y revistas, que sin restarles importanci­a, no siempre coinciden con los lectores fieles, algunos hasta devotos, al libro. Obviamente hay muchas formas de leer, y la lectura, hablando sin especifica­r, es una actividad social como otras tantas. (continuará)

Nulla dies sine linea

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 ??  ?? José MaríaDomín­guez, periodista, durante muchos años docente de español y autor de tratados y publicacio­nes de lingüístic­a aplicada. Desde la primera hora redactor y corrector de ECOS.
José MaríaDomín­guez, periodista, durante muchos años docente de español y autor de tratados y publicacio­nes de lingüístic­a aplicada. Desde la primera hora redactor y corrector de ECOS.

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