SAMANÁ
DONDE SALTAN Y SON FELICES LAS BALLENAS
Llegamos a la Bahía de Samaná. Y la vida sonríe. Sonríe la gente, los cocoteros, los mangos y hasta algún pelícano. Parece que el turismo sostenible tiene como resultado esta comunión del hombre con la naturaleza. Nos encontramos en la República Dominicana, un maravilloso país con lugares casi vírgenes como el Lago Enriquillo, Pico Duarte o Los Haitises. Hemos llegado hasta aquí atraídos por “El susurrador de ballenas”, un proyecto organizado por la Oficina de Promoción Turística de la República Dominicana en Alemania (OPT), el Centro para la Conservación y Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su Entorno (CEBSE), y patrocinado por empresas comprometidas con el medio ambiente, como el Operador de Turismo Sostenible Latin America World. La OPT, junto con selectos patrocinadores, elige cada año a una persona, que se encarga de salir diariamente a observar las ballenas jorobadas que llegan desde el Atlántico Norte a esta cálida bahía para aparearse y tener sus crías.
Se calcula que cada año llegan entre 3000 y 5000 ballenas jorobadas a Samaná. Un espectáculo único, que dura de enero hasta marzo: tres meses para observar los saltos de estas ballenas, escuchar sus cantos rítmicos y, lo mejor, ver los pequeños ballenatos junto a sus madres.
El Turismo Sostenible es importantísimo en la región, pues es vital para estos mamíferos que el ecosistema se mantenga en equilibrio. En Samaná la observación de ballenas está regulada: está prohibida la contaminación física y acústica del lugar, y sólo se puede acercar al mamífero con una embarcación oficial y hasta 80 metros. Se trabaja con la comunidad para que el turismo no afecte a los cetáceos: asesoramiento medioambiental, ayudas presupuestarias... con el objetivo de que la Península y la Bahía de Samaná, junto con la planicie costera, sean designadas Reserva de la Biosfera de la UNESCO. ¡Lo van a conseguir!