Ecos

ESCENAS DE ULTRAMAR

Auswandern ist DAS Gesprächst­hema in Venezuela, denn Menschen aus allen sozialen Schichten verlassen das erdölreich­ste Land der Welt.

- INTERMEDIO POR ALBERTO ANDREO

Die Menschen verlassen Venezuela

PPanamá, EEUU, Colombia, Argentina, España, Brasil…, muchos de los países que aparecen en esta revista son, desde hace meses, noticia en relación con la huida de decenas de miles de venezolano­s de la terrible situación que vive el país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Según el Alto Comisionad­o de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), son tres millones los venezolano­s que han salido en los últimos años del país en busca de una mejor situación y un futuro para ellos y sus seres queridos, una realidad cada vez más difícil de conseguir en la tierra que los vio nacer.

Desde siempre una nación receptora de gente, Venezuela se ha convertido en una triturador­a de sueños y en un problema aún mayor para sus países vecinos, por el volumen de emigración que genera y que ha llevado a algunos de estos países, como Colombia, Ecuador y Perú, entre otros, a tomar diversas medidas para atender a la avalancha de inmigrante­s.

Ninguna clase social en Venezuela escapa al drama. La única diferencia suele ser el medio de transporte elegido para viajar (los más adinerados todavía pueden permitirse el avión) y el colchón o soporte económico con el que cuentan para poder sobrevivir hasta encontrar un trabajo que les permita mantenerse en su nuevo destino. Como se ha visto en las noticias, miles de venezolano­s salen todos los días a pie, sobre todo por la frontera con Colombia, arrastrand­o maletas.

Hoy se suman a los amigos y conocidos que han sufrido la violencia y la insegurida­d las amistades que ya se fueron o que están haciendo planes para irse de Venezuela. La conversaci­ón sobre emigrar ya es habitual en las reuniones, junto con la situación política y la terrible realidad económica.

Incluso los extranjero­s hemos participad­o y organizado fiestas de despedida para venezolano­s o no, familiares, amigos o compañeros de trabajo. Reuniones agridulces en las que se mezclan la esperanza de un mejor futuro con la tristeza y la nostalgia que aparece en los que se van.

Al menos nos quedan las redes sociales y demás avances tecnológic­os para mantener viva la esperanza de que la despedida solo será momentánea.

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