Un histórico congreso de la lengua española
Der Kongress der spanischen Sprache im argentinischen Córdoba brachte in einigen Punkten überraschend Einigkeit.
EEl 27 al 31 de marzo se celebró en la ciudad argentina de Córdoba el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) que terminó como había empezado: con polémicas y debates, que se desarrollaron con un afortunado equilibrio entre el tono teórico y la argumentación práctica, entre si es preferible decir castellano o español. Y ha sido un congreso en el que, al parecer, se vislumbra ya un pase de testigo en el desarrollo de la lengua. El director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, lo calificó como “el congreso de la libertad”: por haberse hablado y discutido de todo y desde todas las perspectivas; porque se han abordado temas que no pertenecían al programa oficial, o bien, de diferente valoración a las dos orillas del Atlántico; y como especial ejemplo, en Argentina el lenguaje inclusivo, “un problema que está en la calle y que plantean cada vez más personas”; etc. Según Muñoz Machado, “la Academia no cambia las maneras de hablar y mucho menos las impone. Si el pueblo las acoge, si con el tiempo tiene éxito la fórmula y va siendo incorporada al lenguaje ordinario, la Academia no tendrá más remedio que reconocerlo”. Esto, en teoría; en la práctica, los hablantes y escribientes tienen libertad para hacer lo que quieran: atenerse a la corrección o intervenir activamente en el cambio. “La libertad de expresión y de manejo del idioma es una de las libertades esenciales”.
Una libertad de la que hace uso el premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, quien anunció que el próximo congreso se celebrará en Arequipa (Perú): “Os esperamos con los brazos abiertos”, añadió entre aplausos de muchos asistentes, demostrando claramente el carácter unitario del español. Tras este histórico congreso, como afirma Mario Vargas Llosa, “han desaparecido las reservas y distancias que antaño habían hecho azarosa esa colaboración”. La única excepción fue el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien convirtió su intervención en una polémica nacionalista-populista sobre los “abusos” de la Conquista de México, exigiendo al Rey de España pedir perdón por los “agravios” cometidos contra los indígenas… La reacción quedó plasmada en el discurso inaugural del congreso por Mario Vargas Llosa, y por el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Gonzalo Celorio: “No creo que España tenga que pedir perdón. En primer lugar, porque eso pasó hace quinientos años, cuando México no existía: el México actual se cimienta precisamente en el virreinato de Nueva España…Y, sobre todo, porque nosotros, los mexicanos, somos de alguna manera los responsables de la marginación que sufren los indios... Con las independencias políticas, empezamos a magnificar a los indios muertos, pero al mismo tiempo seguimos despreciando a los indígenas vivos, los seguimos marginando… Pues los criollos, descendientes de españoles, fueron los que labraron las independencias americanas, luchando contra los indígenas, que mayoritariamente lucían el estandarte real”.
La Academia no cambia las maneras de hablar y mucho menos las impone