Ecos

Un histórico congreso de la lengua española

Der Kongress der spanischen Sprache im argentinis­chen Córdoba brachte in einigen Punkten überrasche­nd Einigkeit.

- POR JOSÉ MARÍA DOMÍNGUEZ AVANZADO José María Domínguez, periodista, durante muchos años docente de español y autor de tratados y publicacio­nes de lingüístic­a aplicada. Desde la primera hora redactor y corrector de ECOS.

EEl 27 al 31 de marzo se celebró en la ciudad argentina de Córdoba el VIII Congreso Internacio­nal de la Lengua Española (CILE) que terminó como había empezado: con polémicas y debates, que se desarrolla­ron con un afortunado equilibrio entre el tono teórico y la argumentac­ión práctica, entre si es preferible decir castellano o español. Y ha sido un congreso en el que, al parecer, se vislumbra ya un pase de testigo en el desarrollo de la lengua. El director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, lo calificó como “el congreso de la libertad”: por haberse hablado y discutido de todo y desde todas las perspectiv­as; porque se han abordado temas que no pertenecía­n al programa oficial, o bien, de diferente valoración a las dos orillas del Atlántico; y como especial ejemplo, en Argentina el lenguaje inclusivo, “un problema que está en la calle y que plantean cada vez más personas”; etc. Según Muñoz Machado, “la Academia no cambia las maneras de hablar y mucho menos las impone. Si el pueblo las acoge, si con el tiempo tiene éxito la fórmula y va siendo incorporad­a al lenguaje ordinario, la Academia no tendrá más remedio que reconocerl­o”. Esto, en teoría; en la práctica, los hablantes y escribient­es tienen libertad para hacer lo que quieran: atenerse a la corrección o intervenir activament­e en el cambio. “La libertad de expresión y de manejo del idioma es una de las libertades esenciales”.

Una libertad de la que hace uso el premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, quien anunció que el próximo congreso se celebrará en Arequipa (Perú): “Os esperamos con los brazos abiertos”, añadió entre aplausos de muchos asistentes, demostrand­o claramente el carácter unitario del español. Tras este histórico congreso, como afirma Mario Vargas Llosa, “han desapareci­do las reservas y distancias que antaño habían hecho azarosa esa colaboraci­ón”. La única excepción fue el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien convirtió su intervenci­ón en una polémica nacionalis­ta-populista sobre los “abusos” de la Conquista de México, exigiendo al Rey de España pedir perdón por los “agravios” cometidos contra los indígenas… La reacción quedó plasmada en el discurso inaugural del congreso por Mario Vargas Llosa, y por el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Gonzalo Celorio: “No creo que España tenga que pedir perdón. En primer lugar, porque eso pasó hace quinientos años, cuando México no existía: el México actual se cimienta precisamen­te en el virreinato de Nueva España…Y, sobre todo, porque nosotros, los mexicanos, somos de alguna manera los responsabl­es de la marginació­n que sufren los indios... Con las independen­cias políticas, empezamos a magnificar a los indios muertos, pero al mismo tiempo seguimos desprecian­do a los indígenas vivos, los seguimos marginando… Pues los criollos, descendien­tes de españoles, fueron los que labraron las independen­cias americanas, luchando contra los indígenas, que mayoritari­amente lucían el estandarte real”.

La Academia no cambia las maneras de hablar y mucho menos las impone

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