Ecos

Montserrat

Corazón de Buenos Aires

- POR ALBERTO AMATO AVANZADO

RRespira historia. La comparte también. Es generoso, de mano tendida, modesto para exhibir sus propias glorias, callado en las noches como para desmentir sus antiguas madrugadas de tambores, candombe y cantos de negros esclavos africanos. Nació antes que la Argentina, alberga en su mapa casi tímido las sedes del poder, la Casa de Gobierno, la Plaza de Mayo, el viejo Cabildo de Buenos Aires, la Catedral, la Plaza del Congreso (ya que el edificio marca el límite con otro barrio, Balvanera), las iglesias de Montserrat, que le dio nombre al barrio, la de Nuestra Señora del Rosario, la de San Ignacio, el Convento de Santo Domingo y su dama principal, bella y españolísi­ma: la Avenida de Mayo con sus bares y cafés tradiciona­les.

Un siglo y medio después de la

refundació­n de Buenos Aires por Juan de Garay en 1580, Juan Pedro Serra, un chacarero catalán que vivía en extramuros de aquella aldea que era Buenos Aires en 1750, pidió a Antonio Masella la construcci­ón de un templo en el que se venerara a la Virgen del monasterio de Montserrat, una réplica en yeso de la escultura románica de La Moreneta, que se levanta en el macizo montañoso de las afueras de Barcelona. De esa Virgen nació este barrio, como la ciudad toda de profundas raíces españolas y católicas.

También fue el “Barrio del Tambor”, o “Del candombe”, porque su población era en su mayoría de negros esclavos, liberados en 1813 por la Asamblea que abolió la esclavitud, agrupados en viviendas según sus orígenes africanos, y entre los que reinaba la percusión como centro musical de las festividad­es. Más tarde, un matadero que

repartía los restos de los animales faenados entre los más necesitado­s, hizo famoso al barrio como el “del Mondongo”, cambiado luego por el más pulcro de “Catedral al Sur”, dado que está al sur de la Catedral. Finalmente, en 1769, con la entronizac­ión de la iglesia de Montserrat, tuvo su nombre definitivo.

No era entonces un barrio amable: montes tupidos, lagunas, arroyos, animales sueltos, oscuridad profunda. Ponerlo bello como hoy fue tarea de siglos. Su gente combatió con fiereza a las dos invasiones inglesas que en 1806 y 1807 intentaron cambiar el rumbo político y económico del Virreinato del Río de la Plata. La que es hoy Plaza de Mayo, y era entonces Plaza Mayor, fue después del intento británico “Plaza de la Victoria”, bautizada también por el heroísmo de los habitantes de Montserrat.

Barrio fundaciona­l del centro porteño, el primero de la ciudad, los españoles lo hicieron suyo en la zona que dominan hoy las avenidas Belgrano y de Mayo. La arquitectu­ra francesa hizo lo suyo luego, en mitad del siglo XIX, para embellecer los edificios que hoy son, en su gran mayoría, patrimonio histórico.

Montserrat languideci­ó y estuvo a punto de desaparece­r en 1870, diezmado por una epidemia de fiebre amarilla que mató a miles y obligó a sus habitantes a huir hacia el norte de la ciudad, al Gobierno a instalarse en el barrio de Belgrano, alejado unos diez kilómetros, a inaugurar un gran cementerio en una zona alejada entonces, conocida como de “chacritas”, de donde derivó su nombre actual, Chacarita, que es el único cementerio con crematorio de la ciudad. El origen de la epidemia, se creyó entonces, eran las aguas turbias del arroyo Granados, que el presidente Domingo Faustino Sarmiento ordenó entubar y que hoy es la calle Lima, que corre paralela a la Avenida 9 de Julio entre la Avenida de Mayo y la Plaza Constituci­ón.

Si quiere vivir la historia de Buenos Aires, Montserrat es su barrio.

 ??  ??
 ??  ?? Izq.: Avda. 9 de Julio. Aquí, Casa Rosada, en Plaza de Mayo; tango al aire libre y la fuente en la Plaza del Congreso
Izq.: Avda. 9 de Julio. Aquí, Casa Rosada, en Plaza de Mayo; tango al aire libre y la fuente en la Plaza del Congreso

Newspapers in Spanish

Newspapers from Austria