Ecos

La vieira

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Varias teorías explican el origen del uso de la concha de vieira (molusco muy común en la costa gallega). La más aceptada explica que los peregrinos la usaban para beber agua de las fuentes. Tras realizar el Camino, la solían colgar del sombrero o de la capa; así, se distinguía­n los peregrinos a Santiago. Los mercaderes más avispados las vendían en aldeas y plazas, de modo que llegó a convertirs­e en un símbolo del Camino.

es desde hace 15 años guía del Camino con la agencia peregrinos EM y explica a los peregrinos dónde van a encontrar dificultad­es, dónde están los bosques más bonitos o los lugares más interesant­es, dónde ver una iglesia románica o dónde hay un buen sitio para tomar pulpo a la gallega. Además, su carácter jovial y comunicati­vo favorece la integració­n del grupo y la buena comunicaci­ón.

Cien kilómetros del Camino Francés

Hay varios caminos a Santiago: el Camino del Norte (o de la costa), el Primitivo, el Portugués, el Francés, etc. Aquí nos centraremo­s en los últimos cien kilómetros del Camino Francés, que es el de mayor tradición, el mejor señalizado y el más cómodo, aunque también es el más concurrido.

Se trata de un recorrido agradable y fácil de realizar, que no tiene grandes desniveles y cuyas etapas discurren por preciosos caminos entre bosques, aldeas y campos sembrados. Caminando unos 20 o 25 km al día, puede cubrirse perfectame­nte esta distancia en cuatro o cinco días.

Día 1: Ferreiros - Portomarín - Airexe

Se suele iniciar en Sarria, población que en verano puede estar llena de gente. El primer tramo presenta dificultad, por eso, nosotros partimos directamen­te desde Ferreiros (km 100), el primer pueblo de la Ribera Sacra lucense. Salimos por la mañana bien temprano, tras caminar en descenso, disfrutand­o de bellas vistas de aldeas, hórreos y campos sembrados, llegamos a Portomarín, localidad en lo alto del Monte do Cristo y a orillas del río Miño, donde nos recibe una gran escalera de piedra. Merece la pena subir hacia la iglesia de San Nicolás (finales del s. XII), que fue trasladada piedra a piedra hasta su actual emplazamie­nto, dado que el antiguo Portomarín quedó cubierto de agua por el embalse que puede verse a la entrada del pueblo.

Continuamo­s etapa, con subida, hacia Gonzar, donde hay un nuevo albergue con bar y se puede descansar. Desde allí, seguimos hasta Ligonde (km 74), donde hubo un hospital de peregrinos e incluso un cementerio de peregrinos. Antes de llegar, hallamos el famoso cruceiro de Lameiros, de 1670, que muestra a Cristo en la cruz y, por el otro lado, a la Virgen de los Dolores. Continuamo­s hacia Airexe (km 73), donde concluimos esta etapa con una comida casera en el Mesón Ligonde.

Nuestros pies

no tienen raíces, están hechos para

moverse

ELOGIO DEL CAMINAR, DE DAVID LE BRETON

La concha de vieira y la calabaza se usaban para beber y guardar el agua de las fuentes. Paisaje otoñal del Camino. Iglesia románica de San Nicolás de Portomarín

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