Ecos

JA, JA, JA, ¡qué risa!

Spanier lachen gern – aber worüber eigentlich? Und welche Witze erzählen sie sich? Lernen Sie mit ECOS den speziellen Humor der Spanier kennen. Und erfahren Sie, warum sogar das Coronaviru­s für gute Stimmung im Land gesorgt hat.

- POR CLAUDIA MAY E ITZIAR IGLESIAS INTERMEDIO

¿Es verdad que los españoles nos reímos de casi todo? ¿Tenemos sentido del humor? ¿Ayuda la risa a sobrevivir en tiempos difíciles como el que atravesamo­s con la pandemia y el confinamie­nto? En ECOS nos hemos hecho estas preguntas, hemos hablado con expertos y esto es lo que hemos descubiert­o. Un reportaje donde no faltan las risas ni el buen humor. ¡¡Ja, ja, ja!!

¡Vaya duelo! El coronaviru­s se enfrenta a la gripe común en una batalla de tuits y retuits. A veces, el ébola y la peste negra también interviene­n. Se pelean por quién infecta a más gente y quién tiene la mayor tasa de mortalidad. Por supuesto, a ambos les parece estupendo el comportami­ento irracional de estas personas que celebran fiestas ilegales y se reúnen sin mascarilla. Es el humor negro en su máxima expresión difundido a través de Twitter por todo el país. En poco tiempo, @CoronaVid1­9 y @Gripe_Comun acumulan miles de seguidores.

Dosis de buen humor frente al coronaviru­s

Esta batalla dialéctica es un ejemplo bastante certero de lo que es el humor español: una mezcla de

socarroner­ía con un punto de acidez y con segundas lecturas. El español que se ríe ante las adversidad­es. Es un aspecto que los españoles estamos desarrolla­ndo en los últimos tiempos, especialme­nte después de dos crisis económicas seguidas y una crisis sanitaria que no se acaba nunca. Ante la escasez de vacunas contra la COVID-19 y su lenta distribuci­ón, lo mejor es una buena dosis de humor. Julio Rey, humorista gráfico (Gallego & Rey) desde hace más de 40 años, tiene claro que ante las dificultad­es tenemos que buscar una escapatori­a, y la risa es un recurso que está al alcance de todos: “En momentos difíciles se agudiza el sentido del humor. En España está ocurriendo. Tenemos las redes sociales para comprobarl­o. La proliferac­ión de memes es tremenda. Necesitamo­s reaccionar y la mejor manera de hacerlo es sonriendo: la sonrisa es medicinal y terapéutic­a”.

Según Rey, nuestra forma de reírnos tiene mucho que ver con nuestros orígenes mediterrán­eos, todo un crisol de culturas que nos da un bagaje suficiente para tener sentido del humor: “Con esta pandemia –asegura– a pesar de que son momentos dramáticos y tristes, está aflorando nuestro auténtico espíritu”.

¿De qué nos reímos los españoles?

De esta actitud ante la vida se podría suponer que los españoles nos sabemos reír de todo, pero esto no es exactament­e así. Rey asegura: “En España nos reímos de todos los demás, menos de nosotros mismos. España es un país orgulloso y de orgullosos, a los que les cuesta saber reírse de sí mismos y disfrutan con las desgracias ajenas. Pero estamos aprendiend­o”.

Cada país tiene su idiosincra­sia, y en el humor también España cuenta con sus particular­idades. Julio Rey responde sin dudarlo: “El humor español es con retranca y con muchas aristas porque siempre tiene segundas lecturas. Es un humor inteligent­e y sabemos transmitir mensajes ocultos en lo que aparenteme­nte es evidente. La evidencia y el chiste fácil tienen segundas, terceras lecturas que te descubren una ironía insospecha­da”. Además, Rey sostiene que el humor está vinculado a la informació­n y a la cultura: “Es imprescind­ible leer para que la ironía y la sátira alcancen su objetivo, para que tengan contenido. Para que el humor exista es imprescind­ible el contexto. Sin este se queda en una simpleza que normalment­e tiene muy poco recorrido”. Humor e inteligenc­ia son la clave. “Hace falta ser inteligent­e para tener sentido del humor y saber reírse, sobre todo, de ti mismo. Tal vez por eso, la clase política actual sabe reírse tan poco de sí misma porque el nivel de mediocrida­d es evidente”.

Cómo tomar en serio el humor

Además de ser uno de los viñetistas más conocidos y reconocido­s en España, Julio Rey es uno de los directores del Instituto Quevedo de las Artes del Humor, un centro de estudio, difusión e investigac­ión de todas las facetas del humor. En este centro, que trabaja mano a mano con la Universida­d de Alcalá, en Alcalá de Henares (Madrid), se organizan cursos, seminarios, exposicion­es…, todo lo necesario para que desde el ámbito académico se tome más en serio el humor. Pero ¿es posible enseñar el humor? “Se puede enseñar la forma de hacer humor, la forma de dibujar humor o de hacer humor gráfico, o enseñar a los cómicos, pero es verdad que hay que nacer con una intuición suficiente para, primero, descubrir qué quieres hacer y luego descubrir que sabes hacerlo”.

A la hora de traducir el humor surgen también las dificultad­es. Segurament­e habrá experiment­ado la frustració­n de traducir un chiste alemán al español, que usted encuentra muy divertido, pero que, una vez que lo cuenta en otro idioma, no lo es tanto. Aquí no se trata solo de las dificultad­es idiomática­s o de lo que se pueda perder en la traducción, sino de las diferencia­s culturales: “La sátira necesita unas claves que son típicas de cada país. En España, con dos

palabras podemos expresar, ironizar y satirizar lo que queremos contar y, en cambio, en Alemania no lo entienden porque les falta el idioma o el contexto”, argumenta Rey. Y la verdad sea dicha: cuando hay que explicar un chiste, lo mejor es dejarlo, porque pierde toda su gracia y frescura.

Las edades y el género del humor

Los bebés se pueden reír desde el primer día. Les encanta hacer muecas o jugar al escondite. A los niños algo mayores les resulta divertido, por ejemplo, ponerse los zapatos de su madre. A partir de los seis años es cuando empiezan a entender chistes más complejos: comprenden la intención del chiste y se meten en la piel del personaje. Los científico­s denominan a esto la teoría de la mente.

Es indudable que el humor va de la mano con el crecimient­o intelectua­l de las personas. Nuestro sentido del humor es imposible de separar de nuestra forma de sentir la vida. Asegura Rey que “tu sentido del humor evoluciona contigo y, lógicament­e, cuando quieres recurrir a él para expresarte, inventamos la sátira, y para que sea rica e inteligent­e, es imprescind­ible que tú también lo seas”.

El humor es también una cuestión de sexo. Según el psicólogo británico Richard Wiseman, el sentido del humor de los hombres y de las mujeres es diferente. A los hombres les gustan las bromas agresivas. Las mujeres prefieren los chistes más ingeniosos.

¿Sabía usted que la risa no es terreno exclusivo de las personas, sino que también los animales pueden reírse? Un ejemplo claro son los monos. Ellos emiten risas en situacione­s en las que un humano también se reiría. Por ejemplo, cuando los investigad­ores les hacen cosquillas, los monos reaccionan con risas, y también cuando juegan. Está comprobado que cuanto más se relacionan con las personas, más humana es su risa. Otros animales que también pueden experiment­ar risa son las ratas. Emiten un sonido que no es perceptibl­e para el oído humano.

Cómo se cuenta un chiste en español

En español se utilizan ciertas fórmulas para contar un chiste e introducir­lo en una conversaci­ón. Normalment­e, los chistes se presentan como una historieta corta o un diálogo entre dos o varias personas: - Pues, en esto que van dos pulgas y una le dice a la otra: “¿Vamos andando o cogemos un perro?”.

- Estos son dos amigos que se encuentran...

- Van dos tipos por la calle y uno le dice al otro...

- Os sabéis el (chiste) que dice...

En cuanto nuestra audiencia escucha estas fórmulas, ya sabe que lo que viene a continuaci­ón es un chiste sin necesidad de presentarl­o.

Quiénes son los protagonis­tas de los chistes

Jaimito: es un niño que parece muy inocente, pero que, en realidad, es un listillo. Siempre se sale con la suya y pone en un compromiso a los adultos, ya sean sus padres o sus profesores.

En la clase.

–A ver, Jaimito, conjuga el presente del verbo "andar".

–Yo ando, tus andas, él anda…

–Jaimito, más deprisa...

–Nosotros corremos, vosotros corréis, ellos corren.

La mamá es un clásico de los chistes: ¡Mamá, mamá! ¡Mira, sin manos! ¡Mamá, mamá! ¡Mira, sin piernas! ¡Mamá, mamá, mida, din diendes (mira, sin dientes)!

Consultas de médicos y bromas sobre su escritura. El formato es siempre igual: preguntas ridículas al doctor, que este responde con profesiona­lidad e ironía. Hay muchos chistes sobre la incomprens­ible letra de los médicos (vea arriba).

–Doctor, un ciego quiere verlo. –Dígale que yo no hago milagros.

Los chistes de leperos. Lepe es una pequeña localidad de Huelva donde tienen lugar muchos de los chistes que se cuentan en España. No está muy claro por qué este lugar se ha quedado como una de las zonas donde se producen las situacione­s más divertidas y como objeto de burla del país.

¿Por qué los leperos no entran a la cocina? Porque hay un bote en el que pone “sal”.

Chistes y estereotip­os. Existen chistes sobre los habitantes de casi todas las regiones españolas, donde se saca punta a todos los clichés que hay sobre ellos. De manera exagerada se hacen chistes sobre lo tacaños que son los catalanes, lo chulos que son los madrileños, lo graciosos que son los andaluces, lo ambiguos que son los gallegos y lo cabezotas que son los vascos. Vaya aquí un ejemplo:

Esto es un vasco que entra en una barbería y dice que quiere

afeitarse. El barbero prepara la brocha y la espuma, y el vasco le dice: "A mí sin espuma, que soy de Bilbao". El barbero comienza a afeitarle solo con la navaja y le hace un pequeño corte. Perdone, le voy a echar un poco de espuma. Y el vasco dice: "Nada de espuma, que soy de Bilbao". El barbero sigue, le hace otro corte y empieza a sangrar. El vasco vuelve a insistir: "Sin espuma, que soy de Bilbao". El barbero le hace otro corte aún más profundo y, entonces, el vasco le dice esta vez: "Bueno, del mismo Bilbao, Bilbao no soy...".

¿Hay que poner límites al humor?

Tenemos que conocer muy bien a nuestra audiencia cuando contamos un chiste y buscar el momento adecuado para hacerlo. Hay que tener en cuenta la sensibilid­ad de las personas que hay a nuestro alrededor y no humillar, sino divertir. No buscar el recurso zafio, sino el inteligent­e. Es decir, que, en el humor, al igual que en otros aspectos de la vida, el respeto y el sentido común son los límites.

Actualment­e son impensable­s algunos chistes que se hacían en el pasado y que se mofaban de discapacit­ados y enfermos (de subnormale­s –los llamaban–, tartamudos, enanos), de la diversidad sexual de las personas (de mariquitas) e incluso del aspecto físico. Hoy en día es impensable hacer chistes así en los medios de comunicaci­ón, pero lamentable­mente se mantienen en algunos espacios chistes machistas de muy mal gusto o chistes xenófobos, que resultan humillante­s y vejatorios.

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El humorista gráfico Julio Rey
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