Limpieza
Die fünfte Herkulesaufgabe war, den Augiasstall auszumisten. Unsere Emilia Cos bekommt ein Problem, als ein Unternehmer mit einer Bitte an sie herantritt.
SSi hay algo sagrado para Emilia, es la hora de la merienda. Es como para los ingleses el té de las cinco, pero a las seis de la tarde y con café. Entonces, la detective se pone cómoda, se tumba en un diván rojo y mira episodios de viejas series de televisión, mientras se toma un cafetito acompañado de algunos dulces, que a veces, a pesar de las advertencias del veterinario, comparte con Perro.
Esa tarde de primavera se había puesto un kimono de seda que le había regalado una diplomática japonesa, agradecida porque Emilia había resuelto con gran discreción un caso muy delicado.
Mientras comía chocolatinas belgas y tomaba café, repetía en voz alta los diálogos de un episodio de Colombo. Tiene una gran predilección por este detective porque, como le sucede a ella, también a este policía algo desaliñado la gente lo juzga por su aspecto físico y no lo toma en serio.
A la hora de la merienda, Emilia no recibe a clientes, pero ese día se trataba de una persona muy ocupada, que había conseguido hacerse un hueco para venir a la agencia. De modo que respiré hondo antes de abrir la puerta del salón. Un gruñido fue lo primero que escuché, no supe si de Perro, que defendía la merienda de su dueña, o de la propia Emilia, que me soltó malhumorada:
–¿Qué pasa, Gonzo?
–Tenemos un cliente que…
Emilia detuvo la imagen en la pantalla. El teniente Colombo me miraba desde el televisor como si hubiera interrumpido una amena conversación. De hecho, era así.
–¿No puede esperar? –respondió ella en tono agrio.
–Desgraciadamente no, doña Emilia – Santiago Moreno entró en la habitación con paso firme–. No se enoje con su asistente, querida, he sido yo quien ha insistido.
El hombre, un cincuentón de buena planta, se acercó al diván con tal seguridad que ni Perro gruñó, tomó la mano de Emilia, que había quedado a medio camino de la caja de chocolatinas, y se la llevó a los labios a la vez que le hacía una cortés reverencia.
Conozco muy bien a Emilia. Esas formas de cortesía algo anticuadas son irresistibles para ella. Invitó a Santiago Moreno a tomar asiento a su lado. Perro aprovechó la distracción para robar una chocolatina, la engulló y se quedó mirando al empresario con la cabeza apoyada en la rodilla de Emilia.
–He buscado un hueco en mi agenda para acercarme discretamente hasta aquí. Nadie debe saber que le hagoestaconsulta.Setratadelosiguiente.Unaperiodista de investigación está preparando un programa sobre la empresa de mi familia, que ahora dirijo, en el que va a hacer públicas algunas informaciones sobre los negocios de mi padre, el fundador de la empresa. –¿Qué tipo de informaciones?
–Se trata del tema de…, mi padre estaba muy próximo al franquismo…, recibió favores…, eliminó competidores…
–Corrupción a gran escala, vaya –atajó Emilia. –Así es.
–¿Y son ciertas las informaciones?
–Por desgracia, sí. Marisol Zúñiga es muy buena. ¡Marisol Zúñiga! Una de las mejores periodistas de investigación del país. Una mujer que había sido corresponsal en diferentes países del mundo, que tenía fama de ser insobornable. Había destapado varios escándalos muy sonados.
–Pero, si lo que ha investigado Marisol Zúñiga es cierto, ¿para qué necesita mis servicios?
–Porque necesito evitar el escándalo a toda costa, querida Emilia. He trabajado muy duro para que la empresa sea moderna, social, ecológica. Estas revelaciones de nuestro pasado franquista y corrupto lo hunden todo. Y solo se me ocurre un modo de hacerlo: contratacando con escándalos de la periodista. Investíguela, busque en su pasado, en su presente. Todos tenemos cosas que esconder.
–¡Cuánta porquería! –dijo en cuanto se marchó el nuevo cliente.
¿Por qué lo aceptó? Por dos razones. La primera era que andábamos algo escasos de dinero. Emilia resolvía los casos demasiado rápido, por lo que facturaba pocos días y ella, honrada y correcta, nunca ha cobrado de más a un cliente. ¿La segunda? Porque yo la convencí.
En este punto de la historia tengo que reconocer que fui muy egoísta, pues, aunque el caso era moralmente reprobable, vi en él un reflejo del quinto trabajo de Hércules, a quien le tocó limpiar los establos de un tal Augias, que estaban llenos de excrementos de ganado que no se habían limpiado nunca. Hércules lo hizo desviando dos ríos, que arrastraron la suciedad. Emilia, por lo visto, no limpiaría, sino que cubriría la suciedad de la familia Moreno con otra suciedad.
Porque, como la excelente detective que es, averiguó muchas cosas, muchos secretos de la periodista: que hacía años, cuando era corresponsal en Alemania, había tenido una aventura amorosa con un periodista berlinés, que su hijo mayor, estudiante universitario, tenía problemas de drogas, que sus suegros tenían una casa en un pueblo de la costa que habían pagado,
en parte, en negro, que su hija adolescente robaba productos de cosmética con sus amigas en los centros comerciales.
Y cuanto más averiguaba sobre los secretos de la periodista, peor se sentía ella. Había un síntoma inequívoco: perdió el apetito. Hay gente que come cuando es infeliz o está estresada. Emilia funciona al revés. La infelicidad y el estrés le roban algo que la hace feliz, el disfrute de la comida.
–No me gusta nada lo que estoy haciendo, Gonzo. –Entonces, déjelo –dije. Yo también me arrepentía de haberla convencido.
–Pero si yo lo dejo, buscará a otro detective con menos escrúpulos.
–Bueno, considérelo su quinto trabajo de Hércules –dije yo con poca convicción.
–Pero es que Hércules limpió la suciedad de los establos de Augias haciendo pasar un río. Haciendo pasar agua limpia. ¡Agua limpia! –Se quedó pensativa–. ¡Agua limpia! Esa es la solución, Gonzo. Agua limpia, no más suciedad.
Estuvo haciendo averiguaciones, pero esta vez sobre Santiago Moreno. A los pocos días lo invitó a tomar café en su despacho. Para demostrar que era una reunión formal y seria, lo recibió vestida con un traje de chaqueta gris, pero no pudo resistir la tentación de ponerse una blusa de girasoles a juego con los dos enormes pendientes que llevaba en las orejas.
–Señor Moreno, he estado pensando mucho en su problema. Por supuesto que usted puede ensuciar la reputación de una gran periodista como Marisol Zúñiga, pero eso no cambiará los hechos. Y en algún momento vendrá otro investigador y descubrirá lo mismo. ¿Qué hará entonces? ¿Cuántas veces quiere repetir esta fea estrategia?
–Es que…
–Mire, le he estado investigando también a usted. Moreno la miraba entre el asombro y la indignación.
–Parece usted una persona correcta –dijo la detective.
“Para ser un empresario”, pensé yo, pero no dije nada. Me limité a servir más café.
–Y creo que no se siente del todo cómodo con lo que estamos haciendo. Por eso, lo que yo le propondría es hacer limpieza.
–¿Limpieza?
–Sí. El pasado sucio de su empresa solo se puede limpiar si lo hace público. En vez de boicotear a la periodista, colabore con ella, limpie la casa, limpie sus establos con agua clara. Solo así puede sentirse usted también limpio.
–Lo pensaré –dijo y se marchó pensativo. También yo me quedé algo preocupado porque pensé que no nos pagaría el trabajo, ya que Emilia no le había dado la información sobre Marisol Zúñiga.
Pasaron varios días hasta que, el mismo día en que Santiago Moreno concedía una reveladora y sincera entrevista a Marisol Zúñiga, un generoso cheque llegaba a la oficina junto con una caja de exquisitas chocolatinas.
Mientras veíamos juntos el programa, Emilia sacó una de las chocolatinas y me preguntó:
–¿Cree que el señor Moreno se ofenderá mucho si le doy una a Perro?
–Por mí no lo sabrá. Será otro de nuestros secretos, jefa.
–Todos tenemos derecho a nuestros secretos, sean grandes o pequeños.
Comprensión lectora
Para entender al detalle:
1. A Emilia Cos le gusta ver la serie Colombo. ¿Por qué? a. Porque se identifica con él: ambos son detectives y no cuidan mucho su aspecto. b. Porque ambos son detectives y les gusta merendar un café con dulces. 2. Santiago Moreno saluda a Emilia Cos... a. con un apretón de manos y después se come una de las chocolatinas de Emilia. b. tomando su mano con delicadeza y con una pequeña inclinación de cortesía. 3. ¿Cómo se siente Emilia Cos respecto a este caso? a. Cómoda: lo acepta porque es dinero fácil y una investigación justa. b. Incómoda: lo acepta porque necesita dinero y porque Gonzo insiste en que lo haga.
4. ¿A qué se refiere Emilia Cos con resolver el caso con “agua limpia”? a. A hacer un ejercicio de transparencia: le propone al empresario hablar honestamente sobre el pasado de su compañía y sus negocios corruptos. b. A dejar que corra el agua y que el empresario no remueva el pasado.
EEspaña cumple 30 años de educación ambiental en sus escuelas. En 1990 apareció una nueva ley de educación: LOGSE –la primera gran reforma en educación tras el franquismo– y, en ella, la educación ambiental ya formaba parte del programa educativo. Se incluyó junto con la educación para la paz, vial, etc., como un eje transversal. Este año la ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha defendido la necesidad de seguir educando para crear una generación con mayor conciencia ecológica y sostenible. Pero ¿cómo? En Italia tienen una asignatura integrada en el plan curricular. En España, al menos de momento, se apuesta por la transversalidad. Para ello, se necesita a un profesorado motivado, formado en la materia y que transmita. El Gobierno lo sabe, por eso, ha inaugurado una página web con material didáctico. Además, para incentivar a los colegios muchas comunidades autónomas, como Castilla y León, han creado un sello ambiental y premian a las escuelas como Centro Educativo Sostenible. Está siendo un éxito. Desde las empresas también se motiva en verde, como con el premio a la Ecoinnovación Educativa de Endesa, que se ha convertido en un reto para muchas escuelas.
Pero está claro que la mejor manera de aprender, también a ser sostenibles, es diversión y experiencia. Esto puede ocurrir en la escuela o en el sofá de casa. ¿La herramienta? La preferida de los pequeños: los videojuegos. Un juego chulísimo es Alba, aventura mediterránea (www.albawildlife.com), que ha creado el valenciano David Fernández, director de arte en Ustwo Games. En este juego una niña, Alba, salva animales y protege la naturaleza, pero también lucha contra un alcalde corrupto metido en una trama urbanística. ¿Les suena? El juego es especialmente interesante porque los personajes toman decisiones pequeñas, corrientes, que nos afectan en nuestra vida real, como el efecto invernadero o tirar basuras al mar... Y si usted echa de menos los paisajes de España, el videojuego recorre la Albufera, las playas, el palmar, etc. Además, por cada descarga se plantará un árbol. El juego está recomendado para niños de entre 9 y 13 años, pero a usted también le va a gustar.