Ecos

Coloquial: La familia Pérez: ¡Qué bonita es la primavera!

Marta niest ständig, hat trockenen Husten und ihre Augen tränen – Covid-19?

- POR COVADONGA JIMÉNEZ

Marta lleva unos días con tos, conjuntivi­tis y con cierta dificultad para respirar; síntomas que la han puesto en alerta y que le preocupan mucho, ya que todavía no ha recibido la vacuna contra la covid-19.

Marta: ¡Achísssss! ¡Ay...!, ¡vaya mañana que llevo! No paro de estornudar. Roberto, porfa, pásame los clínex, que están en la mesa (achísss).

Roberto: Toma. ¡Uy!, tienes los ojos muy rojos y la nariz hinchada... ¿Qué te pasa?

Marta: Tengo la nariz hinchada de tanto limpiármel­a y los ojos me pican una barbaridad, no paro de frotármelo­s... Además, me siento muy cansada, me duele un poco la cabeza y tengo pitidos al respirar. Oye, Roberto, tú que pasaste la covid, ¿crees que estos síntomas pueden ser compatible­s con el coronaviru­s? ¡Achísss!

Roberto: A ver, Marta, puede ser, como hay tanto virus mutante... Yo tuve fiebre muy alta, tos seca, además de dolores musculares, de cabeza y de garganta. Tuve conjuntivi­tis y presión en el pecho. Vamos, que el bicho me dejó hecho una piltrafa humana.

Marta: Sí, sí, claro que lo recuerdo; yo fui tu enfermera de día y de noche... ¡Achísss!, pero no me has sacado de dudas, ¿crees que tengo el virus o no?

Roberto: Martita, nunca se sabe qué cepa del virus está ahora en circulació­n; he perdido la cuenta, puede que sea la cepa marciana. Voy a abrir las ventanas de par en par para que la casa se ventile y entre aire fresco.

Marta: ¡Achíssss, achísss! El aire, es el aire... Me estoy poniendo fatal... Cierra las ventanas, que no puedo ni respirar... ¡Achíssss! ¡Uff!, ahora se me ha congestion­ado más la nariz, ni puedo respirar... Me voy al otorrino, ¿me acompañas, Roberto? ¡Achísss!

Roberto: Sí, sí, te acompaño..., pero tómate primero la temperatur­a, por si tienes fiebre. Hay que decirle al médico todos los síntomas antes de que te haga el test del coronaviru­s. Marta y Roberto han vuelto de la visita al otorrino y los resultados han sido definitivo­s.

Marta: ¡Achísss!, pues ya tenemos diagnóstic­o. Sí, tengo fiebre, pero la fiebre del heno. Así que, ya sabes, prohibido abrir las ventanas en mi presencia; si trago polen, me asfixio. Por un lado, estoy aliviada porque no es el bicho, pero, por otro, es un fastidio, nunca había tenido alergia al polen hasta este año. En cambio, tú, que eres alérgico de toda la vida, no tienes ningún síntoma, ¿estarás contento?

Roberto: “¡Qué bonita es la primavera...!, la, la, la”. Marta, estoy contento por ti y por mí... Yo no tengo alergia y tú no tienes el virus... Buenas noticias, ¿no?

Marta: No me parecen tan buenas. El médico me ha recomendad­o que salga lo menos posible de casa, que no haga deporte al aire libre, que no abra las ventanas... Y, para colmo, tengo que tomar antihistam­ínicos con cortisona para la rinitis, ponerme un colirio para la conjuntivi­tis y usar un inhalador broncodila­tador para el asma. Y si me bajan las defensas, también me podría contagiar del virus... achísss. Vamos, ¡un asco!

Roberto: Marta, no seas quejica... Si quieres salir a la calle, te proteges con la mascarilla y unas gafas de sol, y ya está. Por cierto, cierra los ojos, que tengo algo para ti que me dio Pepín antes de marcharse con Coco de acampada. Como no pudo despedirse de ti...

Marta: ¡Qué mono, mi niño! ¿Ya puedo abrir los ojos? ¿Sí? ¡Ohhh! ¡Un ramo de flores!, ¡qué bonitas flores!, ¡achíssss! Las voy a dejar en el balcón, achísssss. A partir de ahora, quiero que me regaléis solo cactus, que duran más y no dan alergia, ¡achísss!

Roberto: Pero cuidadín con las espinas de los cactus, cariño, que pueden ser tan o más dolorosas que una alergia.

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