El juego de las cartas
Skat und Mau-Mau? In Spanien werden Tute oder Mus gespielt. Auch das Blatt und die Farben sind ganz anders.
Son las cinco de la tarde y hace un calor infernal. En la terraza del bar del pueblo, bajo los soportales, cuatro señores mayores “echan una partidita” a las cartas mientras toman un café. Este entretenimiento, que tiene efectos positivos para el cerebro y ayuda a mantenerse joven, está muy extendido entre personas de la tercera edad. No juegan con dinero, sino con garbanzos, pues solo se trata de pasar un buen rato. La misma escena, pero ahora con un público más joven, se repite en la cafetería de la universidad. Dos situaciones difíciles de encontrar fuera de España.
Pero aún más propiamente español es la baraja que sostienen en las manos, sin corazones, picas, diamantes o tréboles, como en la baraja francesa, con la que se juega al skat o al póker. La baraja española es distinta, con una estética medieval algo extraña. Está compuesta de cuatro palos o familias: oros, copas, espadas y bastos, que representan los cuatro estamentos de la sociedad medieval: los comerciantes, el clero, los caballeros y los siervos, respectivamente. Cada palo consta de diez cartas: siete numéricas, del uno al siete, más tres con figuras: la sota, el caballo y el rey, representados de cuerpo entero. En la baraja francesa solo se ve medio cuerpo.
En España se juega mucho a las cartas en familia. Juegos hay para todos los gustos: los niños juegan a la brisca con sus abuelos, con trampas incluidas. Los adultos, al tute o al mus. En este último, un juego en equipos, se aceptan gestos y señales para entenderse con los compañeros. Cada juego tiene, además, su propia jerga, de la que derivan muchas expresiones idiomáticas del español.