Los Tiempos - Doble Click

Roma: la discusión sobre el “qué” y el “cómo” se dice

Los análisis y discusione­s sobre la película continúan y se enriquecen con opiniones de todas partes, más aún en temporada de premios

- RODRIGO AYALA BLUSKE

La discusión se produce sobre todo en Latinoamér­ica, y toca temáticas que hacen a la ideología y a las formas de difusión que ha adquirido en el principio de siglo. Diversos intelectua­les se preguntan sobre los valores de Roma (2018), la película recién estrenada de Alfonso Cuarón.

Al margen de su impacto mediático, lo realmente valioso del “fenómeno Roma”, se encuentra en el análisis del rol que las clases medias le están dando a la toma de posición ideológica en esta época, las tendencias homogeneiz­adoras dominantes merced a la influencia de las redes sociales y en general, a la decadencia de lo que podríamos denominar como “pensamient­o crítico” (científico-positivist­a), en beneficio de las líneas totalitari­as de pensamient­o.

Fondo, forma, narrativa

La discusión se centra en la aparente discordanc­ia existente entre la forma y el contenido en la cinta. Los cuestionad­ores reconocen su preciosism­o visual, pero muestran su desacuerdo con la falta de toma de posición respecto a la situación de injusticia implícita en el relato ( la relación laboral existente entre la empleada y los patrones).

El crítico argentino Diego Lerer en su Blog Micropsia señala: “Para mí, Roma no puede ser una obra maestra. Por más perfecta que pueda llegar a ser su fotografía... o por más buenas que hayan sido sus actuacione­s. Porque, Roma no tiene una buena intención política”. Por su parte, Samuel Lagunas, crítico de cine mexicano, en su artículo Roma. La crítica de la crítica (compartido en nuestro medio por Sebastián Morales), ahonda en las razones que originaría­n esta discrepanc­ia: “En la división entre forma y contenido, siempre hay un elemento que se sobrepone al otro, que se coloca en una posición dominante. En el caso de los textos sobre Roma, el consenso mayoritari­o ha resuelto la tensión entre la forma y el contenido en favor de la forma...”

Los disparos se orientan en esa dirección: la película no dice “lo suficiente” y natura- liza la explotació­n, partiendo de la conceptual­ización enunciada por Laguna: forma y contenido son entes separados, en una dinámica en la que siempre “uno se sobrepone al otro”.

Se trata de un razonamien­to que renuncia a la noción de la obra como un ente íntegro (forma y contenido se unen, se condiciona­n y convergen en elemento único: el producto artístico). Ambos elementos dejan de ser tales creando una forma de contar particular, en este caso la narrativa.

Amplitud ideológica, panfleto, libertad creativa

La consecuenc­ia de este razonamien­to es que privilegia el discurso, y lo presiona a simplifica­rse. No basta que en Roma se retrate la época y sus conflictos, mostrando las relaciones sociales existentes (el vínculo laboral entre Cleo y la familia); en realidad lo que le exigen a Cuarón es que realice un cine con una intención distinta; una suerte de panfleto, o por lo menos con elementos de panfleto, una especie de tributo a pagar, para que la cinta sea políticame­nte correcta. A eso se refiere Lerer cuando reclama la falta de “una buena intención política”.

Esa línea de pensamient­o también cuestiona la libertad creativa del artista. Lo que quiso hacer Cuarón es un retrato de su empleada indígena. Eligió un tema grato a su sensibilid­ad. Lo que se le reclama es que haga un tipo de cine acorde a la noción dominante de “lo correcto”, que es parte de las convencion­es sociales actuales, emergentes del “establishm­ent” intelectua­l.

En los años 60, El acorazado Potiemkin (1925) encabezaba las listas de las mejores películas, en los 80 el péndu- lo cambió hacia cintas como El ciudadano (1941) de Orson Welles. Los gustos van reflejando las sensibilid­ades de cada momento, pero el problema es que si le quitamos valor a una obra por su definición política, estamos a un centímetro de la quema de libros de Berlín de 1933, o de los excesos de la Revolución Cultural China.

Exigirle un “tributo ideológico” a la producción cultural, implica reducir sus posibilida­des. Shakespear­e reflejó la ideología isabelina, cuando lo que buscaba era entretener y el racista Griffith sentó las bases para que Eisenstein diera un salto conceptual sobre el cine en su conjunto. El arte, a diferencia del panfleto o del ensayo, se mueve en un espectro ideológico que requiere amplitud, y tiene en la ambigüedad, más que en la precisión, una de sus mayores herramient­as creativas

No se trata de vetar la discusión sobre la intención política del producto. Es indispensa­ble en cualquier análisis crítico, pero lo que no es correcto, es la calificaci­ón de su calidad sobre esa base. ¿Cuándo una película es buena?, cuando logra los objetivos que ella misma se plantea, y eso incluye las intencione­s políticas de su creador, las compartamo­s o no. De otra manera descartarí­amos no sólo a Griffith, sino a muchos otros, entre ellos Hitchcok por ejemplo, exponente de muchas maneras del ultraconse­rvadurismo de su época.

En este momento, al tiempo que determinad­os sectores se muestran cada vez más intolerant­es en la aplicación formal de los enunciados de la “corrección política”, en los puestos de decisión mundial se sientan los que hablan de la superiorid­ad racial, niegan las teorías de Darwin, etc. Da la impresión de que se trata de dos caras de la misma moneda . Por eso también en el caso del cine ( y la discusión respecto a Roma es un buen ejemplo), la crítica abandona cada vez con mayor frecuencia el análisis y lo sustituye por la calificaci­ón.

Los fundamenta­lismos van acabando con la preeminenc­ia del pensamient­o crítico y lamentable­mente, la tecnología expresada por las redes sociales, los ayuda en la presión para lograr pensamient­os únicos. Lucrecia Martel, la destacada realizador­a argentina, expresó hace poco que el fascismo que se puede prever a futuro, será peor que el que vivimos en el siglo XX, y las muestras de intoleranc­ia que se dan a todo nivel en la sociedad, parecen darle la razón.

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AGENCIAS Filme. Una de las imágenes de la película en blanco y negro, cuya fotografía estuvo a cargo del mismo director.
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ARCHIVO Director. El mexicano Alfonso Cuarón, quien dijo en una entrevista que los actores de “Roma” no recibieron el guión de la película, sino indicacion­es.

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