La sonda espacial Voyager 2 llega al espacio interestelar
Tras 41 años de viaje a casi 18 billones de kilómetros, la sonda espacial Voyager 2 ingresó al espacio interestelar. Junto a la Voyager 1 continúan su aventura de exploración en los confines del Sistema Solar
cio interestelar”, señaló Don Gurnett, uno de los autores de esta investigación.
Una burbuja protectora
“Con el Voyager 2 -y previamente con el Voyager 1- mostramos que hay un límite distintivo allí fuera. Es asombroso cómo los fluidos, incluidos los plasmas, forman la frontera”, agregó.
Gurnett, profesor emérito del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Iowa, es el principal investigador del instrumento de ondas de plasma que lleva el Voyager 2.
La entrada de esta sonda espacial en el ISM ocurrió a 119,7 unidades astronómicas (AU) -o más de 11.000 millones de millas (17.702 millones de kilómetros)- del Sol, mientras que el Voyager
1 pasó al ISM a 122,6 AU, explica la revista.
Las dos sondas espaciales fueron lanzadas con una diferencia de unas semanas en
1977, con misiones y trayectorias diferentes, pero básicamente entraron en el ISM a la misma distancia del Sol.
Esto ha permitido contar con datos muy valiosos sobre la estructura de la heliósfera, la burbuja creada por el viento solar mientras se extiende por los límites del sistema solar.
“Esto implica que la helíosfera es simétrica, al menos en los dos puntos donde las aeronaves Voyager cruzaron”, señaló Bill Kurth, científico de la citada institución académica.
Aunque la Voyager 1 envió a la Tierra datos valiosos acerca de esa región en el extremo de la burbuja solar, la heliopausa, un fallo en su instrumento de plasma en 1980 impidió que tomara datos completos de esa transición.
Por ese motivo, los científicos no pudieron identificar directamente la transición del plasma solar caliente al más frío interestelar. Tuvieron que pasar ocho meses hasta que los instrumentos de la Voyager 1 registraron oscilaciones de plasma de electrones para poder confirmar que la sonda se adentraba en el espacio interestelar
Nuevas informaciones
La Voyager 2, en cambio, ha podido registrar con mediciones directas y detalladas ese paso. El instrumento de ondas de plasma de la Voyager 2, que captó un salto en la densidad de plasma: mientras que dentro de la burbuja solar el plasma es caliente y de medensidad, en el espacio interestelar es más frío y de alta densidad.
Las observaciones de la Voyager cercanas a la heliopausa muestran magnitudes de campos magnéticos enormes, lo suficientemente grandes como para poder formar una burbuja esférica alrededor del Sol. También, a diferencia de la Voyager 1, los datos de la 2 sugieren que el límite de la helioesfera es más delgado y suave, con un campo magnético interestelar más fuerte al otro lado.
Los investigadores creen que la Voyager 2 cruzó la heliopausa en menos de un día y consideran que el medio interestelar más cercano a ese límite es más caliente y variable de lo que esperaban.
Los datos de la Voyager 2, pues, mostraron similitudes, pero también diferencias con respecto al cruce de la anterior Voyager 1 y los investigadores consideran que podrían deberse a los cambios en los niveles de actividad solar y a las trayectorias distintas de las naves.
“Hemos demostrado con la Voyager 2 y previamente con la 1 que hay una frontera distinta. Es sorprendente como los fluidos, incluidos los plasmas, pueden formar límites”, dijo Gurnett.
Ahora, “estamos intentando entender la naturaleza de ese límite entre los dos vientos, donde colisionan y se mezclan. Queremos saber cómo se mezclan y cuánto vertido hay de dentro hacia afuera y al revés. También, queremos estudiar los rayos cósmicos, que están en el espacio interestelar y que sólo un 30 por ciento llega a la Tierra”, añadió.