La última cena sobrevive a riesgos durante 500 años
En muy poco tiempo, el lienzo se convirtió en el más famoso de Europa. Fue la pintura más copiada del siglo
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La Última Cena” está considerada como una de las obras maestras renacentistas más elogiadas, estudiadas y copiadas en los últimos 500 años. El cuadro ilustra una famosa escena del Jueves Santo, en la que Jesús y sus apóstoles comparten una comida final antes de su muerte y resurrección.
Da Vinci empezó este magistral trabajo entre 1495 y 1496 y se calcula que lo completó alrededor de 1498. Contra todo pronóstico, la pintura aún persiste en la pared del Convento de Santa Maria delle Grazie, en Milán. Y es que el famoso lienzo ha sobrevivido a guerras, prisioneros e, incluso, una identidad de crisis del propio pintor.
El historiador Ross King ha publicado el libro “Leonardo y la Última Cena”, en el que califica a Da Vinci como “máximo hombre del Renacimiento”. Estaba intrigado por él como un personaje: un artista, un científico, un alpinista, un coleccionista de rocas, un genio com-
“Algunos soldados lanzaron piedras a la pintura para intentar sacar los ojos a los Apóstoles. Pese a todo, el lienzo sobrevivió”, relata el historiador Ross King
pleto”, explicó al diario The Business Insider.
Si bien hoy en día Da Vinci es recordado por la huella que dejó en el mundo del arte, sus escritos y sus inventos, La Última Cena fue la pintura que mejoró su reputación en sus tiempos. “El lienzo se convirtió inmediatamente en uno de los más famosos de toda Europa”, reconoce el historiador .“Fuelapintura más copia da del siglo siguiente, no sólo en pintura, sino también en mármol, cera y terracota. Todos querían una versión. Leonard o había creado el‘ trabajo del afama’ con el que tanto había soñado”, dice.
La obra había causado tanto fu- ror que tuvo que enfrentarse a muchos peligros a lo largo de los años. El primero llegaba en 1499, un año después de que estuviera terminada. El rey francés Luis XII tuvo la tentación de cortar el mural de la pared y llevárselo a su casa.
Años más tarde, en 1796, coincidiendo con la Revolución Francesa, las tropas invasoras trataron de destrozar la obra, para mostrar así sus sentimientos anticlericalistas.
La cosa no acaba aquí. Poco tiempo después, la iglesia en la que está alojada “La Última Cena” llegó a utilizarse como cárcel provisional. Posteriormente, en el siglo XIX, un grupo de personas quisieron restaurar los daños que podía haber sufrido el cuadro. Sin embargo, a penas tenían experiencia en pintura y casi la estropean más.
Pero quizás el incidente más dramático llegara el 15 de agosto de 1943, cuando las fuerzas aliadas bombardearon el refectorio. Una vez más, la obra sobrevivía sin a penas rasguños, mientras que el resto de la iglesia se reducía a escombros.