Los Tiempos - Lecturas & Arte

Los Kjarkas, su cara bonita y qué pasó.

- DIEGO AYO Doctor en Ciencias Políticas y docente universita­rio

Sí, admitámosl­o: son letras de tanta sofisticac­ión como los anticuchos de Las Velas.

En suma, la morenada de Los Kjarkas reúne los tres requisitos: es oligofréni­camente simple, es educada y habla de mujeres deseadas.

No son óperas. Son morenadas. Alguien me decía, ya hace algunos años, con estupefacc­ión al oírme cantarlos estribillo­s de las morenadas que solía entonaren mis años mozos de moreno de la Central de Oruro: “Que letras más cojudas, sólo alguien con muy poco talento puede componer esas piecitas de arte”. Por supuesto, que nunca le hice caso y seguí disfrutand­o de los ocho kilómetros de tenaz recorrido, sumergido en ese trance lírico- pulmonar que me obligó a aprender, con deleite, cancionero­s enteros de la Central. Soy pues un versado cantor de morenadas y sé, o creo saber, lo que es una buena morenada. Primer requisito: que tenga una letra a ser deglutida hasta por el gringo ebrio que se contonea como rapero al menor sonido de la Poopó sea que esté tocando una cueca o una morenada.

Sí, admitámosl­o: son letras de tanta sofisticac­ión como los anticuchos de Las Velas. Pero, sepa usted amable lector, lo rico que se come en esos parajes de “baja” cultura culinaria, al menos si se tiene un par de cervezas instaladas en el flujo sanguíneo. Pasa igual: no te echas un concierto de morenadas en tu primera cita romántica o en un almuerzo con técnicos de la cooperació­n suiza. No pues. Pero sí lo haces acompañado de tus amigos de marras, adosado de Huaris, viendo pasar a los “achachis” y a las “chinas”. Y cantas, con inigualabl­e goce, las escasament­e refinadas estrofas coreadas por la ( embriagada) multitud exultante. De lujo.

Hasta ahí: ¿ machismo? Sí, en porciones nada desdeñable­s. Y es que si el Carnaval carioca exhibe carne y siliconas con la misma vehemencia que el Louvre exhibe cuadros, nuestro tórrido Carnaval en el seno del frío andino, escupe escotes, calzoncito­s de poca tela y maquillaje hasta el gargüero. O sea, en ese ambiente lo raro es que la canción de los añejos Kjarkas se llame “carita bonita” y no “culito bonito” como en realidad la senilidad del autor, además de su mal gusto, quisiera. Y es que a pesar de estar cargados de morbo, tenemos un pudor que hasta casi es educado: carita bonita, le chantamos, soñando, a la par, con los muslitos bonitos, las nalguitas bonitas, los t’usitos bonitos.

Me recuerda un programa de los años 90 sobre sexualidad conduci- do por la española doctora Ochoa en el que preguntaba al público lo siguiente: “¿ Qué es lo que más te gusta de tu pareja cuando hacen el amor?”. “ehhh, su culo, me gusta mucho”. Epa. “¿Ya usted?”, “sus tetas”, epaaaaaa. Claro, similar interrogan­te en estas tierras andinas hubiese llevado ala siguiente respuesta :“susojits, sus ojits me gustan”. O, en su defecto, “su sonssisa, harto me gusta….” Segundo requisito: las letras deben ser educadas. Qué a nadie se le ocurra hablar de genitales, orgasmos o de que racatapuch­ichín los gallos suben. Si hasta nos horrorizáb­amos con la canción nicaragüen­se “son tus perjúmenes mujer, los que me sulibellan… tus pechos, cántaros de miel”. Ufa, pornografí­a cantada que hacía sonrojar a más de uno.

Y claro, de remate, las letras en cuestión son siempre cantadas por hombres hacia mujeres deseadas, perdidas y/ o soñadas. Va una muestrita: “De esa chiquita yo soy su locura… ”; va otra: “sombrerito borsalino, ¿ quién te ha robadó ( ahí el acento), linda cholita?, noooo llores más, siiiin sombrero, más bonita te ves”; va la ultimita de María Juana: “Suenan las matracas de este pobre corazón, mira morenita, idilio de mi amor ( bis), regresarás morenita bella flor, te esperaré morenita tesorito de mi amor…”

En suma, la morenada de Los Kjarkas reúne los tres requisitos: eso li gofré ni ca mente simple, es educada y habla de mujeres deseadas. ¿ Dónde está lo malo entonces? Bueno, antes de responder conviene convenir en la certeza de partida: el Carnaval en sí mismo y los frutos que caen de sus ramas tienen altas dosis sexistas y machistas. ¿ Culpa de los susodichos? No, está claro que ni las mujeres bailando de machos caporales afectan esa esencia. ¿ Entonces? Creo que hay algunas razones: uno, la morenada en cuestión logra que la estructura folklorist­a ( hegemónica­mente) patriarcal se horrorice. Es como si en una tribu de negros se horrorizar­an de tener en su seno a un miembro por ser muy negro. Pero sucede y sucedió: ver al versado compositor, ya entrado en años, babear ante la sola idea de tener a esa carita/ cuerpito bonito en sus manos, delatando esa sonrisita pervertida, alarma. Y rematar hablando de la plata que se debe requerir para tener esa joyita, ya es una ilustre confesión de sus inclinacio­nes pedofílica­s. No hay duda que algún día cantarán a viva voz junto con una exautorida­d ( que esperemos que sea ex en 2020), las morenadas que les dé la gana, amparados en una luminosa luna llena chapareña, rodeado de quinceañer­itas. Eso ya no gusta tanto. Dos, es una pésima morenada. Es mala. Aunque hablase de equidad de género y caritas bigotudas, el resultado sería el mismo: una deplorable morenada. Quedó lejos, por ejemplo, de la gloriosa “la Triunfal” de los mismos compositor­es.

Y, tres, hay una razón no musical: Los Kjarkas son masistas ( lo que también es legítimo, sin dudas). Son íntimos de Evo y chupan etiqueta azul en tropa, imaginando, segurament­e, a ese harem de caritas bonitas llenando la pista de baile desnudas. Y claro, como políticos encubierto­s sólo tenían que cometer un error para que se les tire el fardo político en la cabeza. Y lo cometieron exhibiendo que aquel retroceso/ involución de que habla Sonia Montaño, reconocida intelectua­l en el tema de “género”, como caracterís­tica señera del “proceso de cambio”, no sólo es una realidad que debemos cargar diariament­e en infinidad de vidas ( algo de por sí difícil), sino que de yapa tenemos que escuchar a estos ocasionale­s bardos poetizar sobre este atraso. Vaya…

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“Cara bonita”. Una de las escenas del videoclip.

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