Bolivia en el arte Crítica y resignificación de lo nuestro
Las artes hablan de la “bolivianidad” desde distintos puntos de vista y con variedad de lenguajes
Contemporáneo. Diez obras creadas con un punto de vista crítico e innovador desde la música, la danza, el teatro, el cine y las artes visuales dialogan con “lo boliviano” y destacan por su calidad, siendo reconocidas incluso fuera del país.
Cuestionar nuestras falencias, resignificar nuestros símbolos, sólo se puede hacer a través de las artes.
En la pantalla grande no sólo se ven nuestros paisajes, sino una reinterpretación de nuestra realidad.
Hablar de Bolivia, de nuestro folklore, nuestros límites, cuestionar nuestras falencias, resignificar nuestros símbolos, sólo se puede hacer a través de las artes, por eso en esta fecha elegimos 10 piezas o artistas de diferentes expresiones, que en los últimos años han sido consideradas relevantes por su calidad y significado. Muchas de estas obras han representado a Bolivia en distintos eventos internacionales como bienales, festivales y concursos.
Artistas como la directora de teatro Diego Aramburo, quien hizo una trilogía de obras referentes al país asegura: “Este grupo de obras responde a una percepción cruda y contemporánea, menos romántica, del país. Pues luego que la información internacional sobre Bolivia fuera casi nula, y ahora que saltamos a la palestra casi sólo para afirmar la postal a la que se nos reduce, tocaba aludir nuestras realidades sin pretensión de ‘ verdad’, pero sin condescendencia tampoco”.
Mientras que artistas plásticos como José Ballivian hacen énfasis en los híbridos que caracterizan nuestra cultura e identidad, sus piezas como Chola Nike o Coca Adidas, son retratos de estas mezclas que hacen a los bolivianos.
Pero también desde la danza, el cine, la literatura o la música, los artistas bolivianos trabajan con su propia visión de país, la ficción dibuja nuevos escenarios para Bolivia, en la pantalla grande no solo se ven nuestros paisajes, sino una reinterpretación de nuestra realidad, mirando hacia el futuro sin olvidar nuestro pasado.
Apreciar nuestro arte y a nuestros artistas, mirarnos en su trabajo y cuestionar nuestra realidad es lo que hace que estas creaciones cobren sentido. Sin duda, hay muchas más piezas y artistas que mencionar, pero no cabrían en nuestras páginas, esta selección sólo responde a las que nos retratan hoy e interpelan el lenguaje del mismo arte.
El mestizaje como esencia de nuestra identidad 1 José Ballivián ( 1975)
Ballivián nació en La Paz y desde muy temprana edad se interesó por la poesía, la que utiliza como una manera personal de expresión. En 1997, comenzó sus estudios en la carrera de Ciencias de la Comunicación Social en la Universidad Mayor de San Andrés ( UMSA), en la que descubrió el lenguaje visual, y decidió ingresar a la Academia Nacional de Bellas Artes Hernando Siles de La Paz. Ha realizado varias exposiciones en Bolivia y en otros países.
Sus obras se han expuesto dentro y fuera del país, en espacios como KK Galería de Berlín ( Alemania), además en países de nuestro continente como Argentina.
“Voy hilando fino; cuerpos y objetos, buscando gestos estéticos que los relacionen, sobre terrenos firmes y pantanosos, que nos “ofrece” la aculturación de nuestro contexto social. Podría decir que piezas como Chola Nike o Coca Adidas son retratos de estos contextos híbridos, que nos tienen bien marcados como bolivianos. Que tocan temas como la inclusión, el racismo y la identidad. A través del arte, y cada artista de acuerdo a su percepción, vamos generando lenguajes para analizar nuestro espacio y tiempo”.
2 Alejandra Dorado ( 1969)
Es una de las artistas contemporáneas más reconocidas del país, su trabajo tiene un enfoque de género con la combinación de muchos lenguajes.
Alejandra Doraro se tituló en la carrera de licenciatura en Bellas Artes con mención en pintura de la Universidad Arcis ( Arte y Ciencias Sociales) de Santiago, Chile. Expuso en los lugares mas importantes de Bolivia, también en Chile, Cuba, Estados Unidos; invitada a festivales y residencias en Cuba, Argentina y Chile.
Esa obra, denominada Repulsa, es de 2016. Actualmente hay una réplica en otra dimensión expuesta en el Centro Patiño. Mientras que la original está expuesta en el museo Nahim Isaias en Guayaquil, Ecuador.
“La idea sale del concepto ‘ limítrofe’ que se planteó para la Bienal de Arte Contemporáneo de Santa Cruz el 2016, reflexiono el concepto desde el territorio: territorio físico y corporal, lo que simbolizan las fronteras en nuestro cuerpo, las guerras y las pérdidas territoriales siempre involucran al cuerpo y por lo tanto a la sangre”, explica Dorado.
Yvy Maraey, el camino hacia la “tierra sin mal” 3 Juan Carlos Valdivia ( 1969)
Un camino para encontrarse con él mismo y con una Bolivia poco conocida, es el que siguió el cineasta Juan Carlos Valdivia en su película “Yvy Maraey: Tierra sin mal”, estrenada en 2013.
La historia que cuenta es sobre un cineasta y un líder indígena que viajan juntos por los bosques del sureste boliviano con el objetivo de investigar para una película sobre el mundo guaraní.
El punto de partida es una imagen en movimiento de unos salvajes filmada por un explorador sueco en 1910. Pero el presente tiene más posibilidades que la nostalgia de un mundo perdido para siempre. Kandire es un viaje de autoconocimiento a partir de la mirada y el oído del otro. Filmada en Cinemascope, combina una narrativa cotidiana con la épica de un pueblo heroico.
Valdivia está considerado como uno de los cineastas más importantes del país, por la calidad de su trabajo y la visión crítica sobre su contexto.
Actualmente el cineasta está alistando el estreno de su nuevo largometraje “Søren”, inspirado en las ideas de Kierkegaard.
El lugar donde se encuentran los vivos y los muertos 4 Marcos Loayza ( 1959)
Averno, un lugar del imaginario de los habitantes andinos donde conviven vivos y muertos y todo encuentra su cara opuesta. Muchos han oído nombrarlo, pero muy pocos verlo. Tupah, un joven lustrabotas, debe hallarlo para rescatar a su tío Jacinto. El director boliviano Marcos Loayza da rienda suelta a la mitología andina en su séptimo largometraje, estrenado a principios de este año en nuestro país.
En su último filme se libera creativamente y propone un viaje al Manqha Pacha, el submundo en la cosmovisión aimara, “pero que no es el Infierno”, explicó el cineasta en una entrevista.
La noche bohemia y misteriosa de la ciudad de La Paz, Bolivia, llevará el hilo conductor de esta aventura, que encontrará al protagonista con leyendas urbanas y los seres mitológicos andino- amazónicos que merodean las calles de la sede de Gobierno de este país andino.
Loayza, de amplia trayectoria en el cine boliviano, trabajó en la creación de “Averno” durante 10 años. En éste, su séptimo largometraje, se metió de lleno en el estudio de la cosmovisión andina y recreó personajes casi teatralizados para contar su historia.
El conflicto del mar perdido en la escena boliviana 5 Teatro de los Andes ( 1991)
El Teatro de los Andes es el grupo más internacional que existe en Bolivia. Una de sus obras más recientes es “Mar”, escrita y dirigida por Arístides Vargas. La obra habla sobre parte de la Guerra del Pacífico y es una alegoría poética del impacto sentimental en los bolivianos de la pérdida del litoral. Cuenta la historia de tres hermanos, Juana, Miguel y Segundo, que deciden emprender un viaje para cumplir el último deseo de su madre moribunda: ser atada a una de las puertas de la casa familiar y que, una vez en el mar — algo desconocido para ella— la abandonen al albedrío de las olas.
De esta forma, los tres hermanos cargan durante días con la madre- puerta por el desierto que antecede al mar. Por momentos descansan y golpean la puerta, llevados por la curiosidad de saber qué se oculta detrás de la madre- puerta: Es entonces cuando aparecen diferentes personajes que hablan desde sus diferencias sobre el mar perdido. La obra termina con una pregunta: ¿ La restitución del mar perdido devolverá los muertos en aquella guerra?
Esta pieza ganó el Premio Abaroa en su versión 2016.
Una trilogía crítica expuesta sobre las tablas 6 Kiknteatr ( 1996)
Diego Aramburo comenta que este grupo de obras responde a una percepción cruda y contemporánea, menos romántica, del país. “Pues luego que la información internacional sobre Bolivia fuera casi nula, y ahora que saltamos a la palestra casi sólo para afirmar la postal a la que se nos reduce, tocaba aludir nuestras realidades sin pretensión de ‘ verdad’, pero sin condescendencia tampoco”.
“Sin obligación alguna con la especificidad localista, quizás se pinta individualidades que resultan ‘ bolivianas’ justamente por su inespecificidad”, dice la reconocida creadora.
Comenta que escogió ciertos conceptos que atraviesan las distintas “bolivianidades”, como el exceso, la discriminación y el machismo, la fuerza de la mujer, la generosidad, y una ingenuidad no carente de agudeza. “Estos ‘ ejes’ se vierten en un dispositivo que refiere, precisamente, a cuán filtrada y distorsionada está la percepción de este país, excesivo en sus fiestas y su tesón para trabajar; abundante hasta de personalidad( es) — lo que denota la esquizofrenia y delirium de sus culturas, todas alcohólicas—”.
El crudo relato sobre un país disuelto 7 Maximiliano Barrientos ( 1979)
Barrientos es uno de los escritores más fuertes de su generación. Su diálogo con el contexto boliviano se expresa claramente en su más reciente novela “En el cuerpo una voz”, publicada este año.
Tras la disolución de Bolivia y del Estado de derecho, las brigadas se masacran por el control del oriente. Dos hermanos huyen de los esbirros del general, un exmilitar de élite conocido por practicar canibalismo. Cuando los años del colapso acaban, se configura la Nación Camba. Se impone una paz yerma, y con ella un acto de venganza que se remonta a esa “tierra de nadie” del inicio, dice en la sinopsis de la novela, pero más allá de la anécdota, “En el cuerpo una voz” se puede tomar como un retrato de ese oriente boliviano al borde de sí mismo. La novela dibuja personajes muy “de aquí”, con cargas universales, como el peso de las pérdidas. Maximiliano Barrientos nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en 1979. Publicó los libros de cuentos “Diario” ( 2009), “Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer” ( 2011) y “Una casa en llamas” ( 2015, Eterna Cadencia), y las novelas “Hoteles” ( 2011) — traducida al portugués— y “La desaparición del paisaje” ( 2015).
La Cochabamba que muestra “Muerta ciudad viva” 8 Claudio Ferrufino- Coqueugniot ( 1960)
El escritor Claudio Ferrufino- Coqueugniot vive en Denver, Estados Unidos, desde 1989. Entre su producción literaria destacan “Ejercicios de memoria” ( 1989), “El señor don Rómulo” ( 2002), “El exilio voluntario” ( Premio Casa de las Américas, 2009), “Crónicas de perro andante” ( coautoría con Roberto Navia Gabriel, 2013), “Diario secreto” ( Premio Nacional de Novela de Bolivia, 2011), “Madrid- Cochabamba/ Cartografía del desastre” ( coautoría con Pablo Cerezal, 2015).
En su literatura mantiene un diálogo constante con Bolivia, en su novela más reciente “Muerta ciudad viva”, un estudiante universitario de letras, hijo de una familia bien, reside en una Cochabamba descrita mezclando asco, dolor y lucidez. Pasa sus días entre el contrabando y otras onerosas formas de conseguir recursos para seguir adelante. Contada siguiendo una caótica cronología, mezcla recuerdos, aventuras, conquistas amorosas e inmersiones en los bajos fondos de la ciudad con un extraordinario dominio del lenguaje y del ritmo narrativo, que transita entre el desvarío etílico, el sexo urgente, la nostalgia descreída y la mugre urbana.
Entre los tejidos de la danza contemporánea 9 Ana Cecilia Moreno ( 1977)
Una de las coreógrafas bolivianas más interesantes de su generación es Ana Cecilia Moreno, quien fue parte fundadora de Atempo Danza. No hablaremos de una obra en particular, sino de un discurso que se articula en todo su trabajo.
Por ejemplo, “Tejer, tejerse, me tejen…”, ( 2010), un solo de danza en escenario, cuya base se sustenta en la tecnología textil andina.
La lana, la pushka, la urdiembre son seres vivos, que escarmenan, hilan y se entretejen con la mujer tejedora. El momento sublime del tejido es lo conciliador, la medicación entre la ruptura del mundo del tejido y el mundo más allá de él. Emana de la subjetividad y del alma, se transforma y permite el paso de lo simple a lo complejo. La coreógrafa, junto a Atempo Danza, ha trabajado varias temáticas bolivianas, en creaciones colectivas como “Los aguayos se siguen se están” ( 2009), presentada dentro y fuera de Bolivia o “Vientre mineral” ( 2006), esta última fue resultado de una rigurosa investigación y búsqueda de las formas de expresar la realidad de la mina desde la danza contemporánea y la creación colectiva.
La reinvención de la música andina en el mundo 10 Cergio Prudencio ( 1955)
Cergio Prudencio, compositor, director de orquesta, investigador y docente, es uno de los responsables de incluir instrumentos nativos bolivianos dentro de la música contemporánea.
Aunque actualmente cumple un cargo administrativo en la Fundación Cultural del Banco Central, hace unos años, específicamente en noviembre de 2015, llevó a Argentina una selección de música contemporánea y del altiplano con la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos ( OEIN), entonces dirigida por Cergio Prudencio. El elenco fue invitado por la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina para ofrecer dos conciertos en Buenos Aires, en el auditorio del Centro Cultural Kirchner ( CCK).
Pero Prudencio tiene más méritos, ha alcanzado proyección internacional en países como Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Colombia, Corea, Suiza y Uruguay. En el campo audiovisual, la música de Prudencio acompaña a más de 40 obras de cine, teatro, video y danza. Recibió el premio a la mejor música original por su partitura para “El día que murió el silencio”, de Paolo Agazzi.