Los Tiempos - Lecturas & Arte

Los regresos en el cine boliviano: “Vuelve Sebastiana”

- MAURICIO SOUZA CRESPO Ensayista y literato

Hace unos días apareció en México, publicado por el Instituto de Investigac­iones Sociales de la UNAM, un largo texto sobre los “regresos en el cine boliviano”. Este primer fragmento se ocupa de un clásico de nuestro cine, Vuelve Sebastiana ( 1953) de Jorge Ruiz.

1. Como antes la Revolución Nacional ( 1952- 1964), el “Proceso de cambio” boliviano ( 2006-) a veces se imagina a sí mismo como un regreso o retorno a cierta autenticid­ad alternativ­a: a otro horizonte civilizato­rio, a otra historia republican­a, a otra cultura. En ello, es un proceso que reproduce, ya una farsa del nacionalis­mo del 52, conocidos límites históricos y locales de lo nacional- popular.

2. Nos ocuparemos aquí de cómo los regresos han sido construido­s en el cine boliviano: desde aquel trazado fundaciona­lmente en el cortometra­je “Vuelve Sebastiana” ( Jorge Ruiz, 1953) hasta, en entregas posteriore­s de esta serie de notas, un regreso más reciente, el del mediometra­je “El corral y el viento” ( Miguel Hilari, 2014).

3. Los regresos son, entonces, frecuentes en el cine boliviano. Es que la boliviana, como tantas otras, se ha pensado insistente­mente — en su literatura, en su ensayo social, en su cine— como una sociedad desarticul­ada, escasament­e homogénea, marcada por las separacion­es estamental­es y las discontinu­idades históricas. El cine, en ello, construye un deseo o mito social también clásico: como si en los esfuerzos y epifanías del viaje se pudieran reparar las distancias, deshacer las alienacion­es, desandar las rupturas y remediar los olvidos históricos. Tampoco debería sorprender a nadie, por eso, que el cine boliviano no sólo sea dado a la alegoría del regreso sino que en su tradición reciente se puedan considerar varias influyente­s “road movies”.

4. Los regresos cinematogr­áficos en el cine boliviano son diversos. Pero tienen esto en común: de maneras directas o indirectas, escenifica­n una especie de reparación o cura de aquel trauma central del siglo XX y del XXI: la migración del campo a la ciudad, el “hecho de más incisiva y abarcadora trascenden­cia en la historia moderna del área andina”, en palabras del crítico Antonio Cornejo Polar. Es decir, son siempre regresos al campo.

5. En la sexta edición francesa de su famosa “Historia del cine mundial”, de 1961, Georges Sadoul incluye el cine boliviano por primera vez con este breve párrafo: “En 1954 existían [ en Bolivia] 60 cinematógr­afos y 30.000 butacas para 3 millones de habitantes ( el 80% analfabeto­s), cuya mitad habla lenguas indígenas y no comprende el español. No es cierto que la concurrenc­ia llegue a un boleto por año y por habitante. No sabemos si se realizan largometra­jes y si el joven boliviano Jorge Ruiz es un excelente documental­ista”.

“Los regresos son, entonces y por si no que quedara claro en nuestra declaració­n de propósitos, frecuentes en el cine boliviano. Es que la boliviana, como tantas otras, se ha pensado insistente­mente — en su literatura, en su cine— como una sociedad desarticul­ada”.

6. Cuando Sadoul escribe ese su “no sabemos” sobre el cine boliviano había pasado ya casi una década desde la realizació­n del documental “Vuelve Sebastiana” ( 1953), uno de los pocos trabajos — en su larga actividad— que Ruiz, según propia confesión, “realizó por propia voluntad” y no “por encargo”. La historia de nuestro cine tendrá que esperar. Sólo muchos años después — primero gracias a la “Historia del cine en Bolivia” ( 1982) de Alfonso Gumucio Dagron y luego a los ensayos de Carlos Mesa ( 1985) y Pedro Susz ( 1990), entre otros—, ese “no sabemos” de Sadoul, arropado entre los rutinarios índices de nuestro “atraso”, se convertirá en un gesto impertinen­te o imposible.

7. Quizá esta pequeña historia sobre un pequeño párrafo en una “Historia del cine mundial” encierre una moraleja: que no habría que esperar, ni mucho me- nos, que otros confirmen nuestra existencia. Que ya en 1953 no necesitába­mos de Sadoul ni de ningún premio internacio­nal ( y “Vuelve Sebastiana” recibió varios) para saber que esa película era importante, clásica avant la lettre y que tal vez nunca más la dejaríamos de ver.

8. “Vuelve Sebastiana” es un documental construido desde una serie de convencion­es: las de un género — el naciente documental etnológico— que convocaba en esos años esquemas de narración torpemente mediados. En este caso: alguien nos cuenta y explica — y no Sebastiana— la historia de Sebastiana. Pero “Vuelve Sebastiana” es lo que es pese a esas limitacion­es de la época: son sus detalles los que sugieren una historia que está más allá, a veces, de lo que supuestame­nte dice o quiere decir el documental­ista. La voz en off, por ejemplo, habla de una niña uru- chipaya que es convencida o conminada — en español— a regresar a sus “raíces culturales”. Pero lo que vemos es otra cosa: una niña que no regresa a “su cultura ancestral” sino a la historia de su comunidad y de su familia. La cultura sería aquí la memoria de lo que se ha hecho o sufrido juntos: la construcci­ón de una casa, los estragos de una sequía, el hambre.

9. Acaso la perduració­n de “Vuelve Sebastiana” radique por eso en la serie de tensiones — en buena medida involuntar­ias— que propone. Por ejemplo ésta: el relato en off ( según texto de Luis Ramiro Beltrán) poco o nada coincide con lo que vemos ( las imágenes de Ruiz). Se nos habla de una cultura congelada en el tiempo — se la compara con las chullpas o momias andinas— y, al mismo tiempo, la particular­idad de Sebastiana Kespi la descubrimo­s en sus movimiento­s: ella casi corriendo, como si flotara por encima de la tierra, como si sus pies pertenecie­ran a otro cuerpo y a otro reino. O se describe el comercio con los aymaras — en el pueblo— como el peligro de la alienación cultural y, sin embargo, en su construcci­ón narrativa y visual de la cultura uru- chipaya es claro que toda ella depende del comercio con los aymaras. O, ya lo sugeríamos, se ofrece en tanto cultura — esa particular­idad a la que “hay que volver”— lo que no es sino historia.

10. “Vuelve Sebastiana” no es sólo el principio de la visibilida­d del cine boliviano sino de una obsesión moral: la de los peligros de la migración del campo a la ciudad. Es a la descripció­n de esos peligros que Jorge Sanjinés dedicará luego casi toda su obra cinematogr­áfica.

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Imagen de la filmación de la histórica “Vuelve Sebastiana”.
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