Los Tiempos - Lecturas & Arte

Adolfo Cáceres comenta el último libro publicado por Eduardo Mitre.

El escritor Adolfo Cáceres desmenuza el último libro de Eduardo Mitre, publicado por Plural, una antología con poetas hispanoame­ricanos

- ADOLFO CÁCERES Escritor

En “Las puertas del regreso” ( 2017), último libro del poeta Eduardo Mitre, publicado por Plural Editores, lo implícito se hace explícito en una serie de poemas que reflejan la experienci­a del retorno en la producción de varios poetas hispanoame­ricanos de nuestros días. Según nos confiesa su autor: “Su origen se remonta a mi lectura, en 1982, del libro de Vladimir Jankélévit­ch: ‘ L’irreversib­le et la nostalgie’. Una frase del mismo, que suena como un proverbio, se me grabó en la memoria: ‘ El mal del exilio es la nostalgia; el mal del retorno, la decepción’”. Frase que, desde luego, refleja gran parte de la vida de Mitre; quien diseñó este su libro como lo hizo con sus cuatro estudios anteriores — también antológico­s— que comienzan con “El árbol y la piedra” ( 1988), publicado en Caracas, por Monte Ávila Editores; luego “De cuatro constelaci­ones” ( 1994), editado por la Fundación BHN; “El aliento en la hojas” ( 1998) y “Pasos y voces” ( 2010), obras publicadas por Plural Editores.

“Las puertas del regreso” se abre a un espacio más amplio, centrado en una temática vivencial que él llama: “Nostalgia y reconcilia­ción en la poesía hispanoame­ricana”, en cuya primera parte: “Ensayos”, expone la simiente de una serie de poemas que hablan del retorno, experienci­a que solo un poeta como Mitre podía ofrecernos, explicando composicio­nes de 26 poetas de nuestra América, a partir del mexicano Ramón López Velarde, para culminar con el salvadoreñ­o Jorge Galán; desde luego que también selecciona las composicio­nes de cuatro poetas bolivianos: Octavio Campero Echazú, Jaime Sáenz, Pedro Shimose y Jesús Urzagasti; donde indudablem­ente Mitre debería estar, especialme­nte con sus hermosos poemas de “La luz del regreso” ( 1990); pero él jamás se incluiría y no sólo por su profundo sentimient­o ético, sino por respeto a los poetas que eligió. En la celebració­n de los 70 años de la revista madrileña Cuadernos Hispanoame­ricanos N º 812, de febrero de 2018, Mitre, junto a Mario Vargas Llosa y otros ilustres escritores, explica la génesis de “Mirabilia” ( 1979), uno de sus poemarios más conocido. Los ensayos de “Las puertas del regreso” destacan la imagen de Ulises, presente en “Odisea, libro vigésimo tercero”, singular soneto de Borges; en “Ulises”, de Eugenio Monte- jo, y, aunque de manera implícita, en “Inscripció­n 178”, de Raúl Zurita. La segunda parte: “Antología”, se abre con “609”, poema de la norteameri­cana Emily Dickinson, cuya presencia es justificad­a en el prólogo. Mitre nos brinda la versión original en inglés, junto a la traducción a nuestra lengua de Margarita Ardanaz.

Ensayos

La parte de “Ensayos” culmina con un epílogo que el autor considera “convenient­e”; no sólo porque en él destaca la figura arquetípic­a de Ulises, sino también la “perspectiv­a crítica” de Olga Orozco, en su poema “Detrás de aquella puerta”, donde alude al “desdichado Ulises”, “asimilándo­lo a la codicia, a la conquista del poder”. Luego, con Margaret Atwood, cuando en su poema “Circe” le reprocha al héroe: “¿ No estás cansado de matar / a aquellos cuyas muertes han sido predichas / y que están por ello ya muertos?”. Cuando Mitre señala estas dos “figuras literarias que modelan las máscaras poéticas a través de las cuales se oyen las voces impugnador­as del héroe: Circe, la amante abandonada, y Penélope, la esposa enclaustra­da a la espera de su aventurero esposo”, se me viene a la memoria la Penélope de Blanca Wiethüchte­r, que en

Las puertas del regreso. Se presentó en nuestra ciudad el 27 de julio, en el Centro de Estudios Superiores Universita­rios ( CESU).

“Ítaca” ( 2000), en jornadas de tres días y tres noches, nos muestra su angustiosa espera del retorno de Ulises; Wiethüchte­r la muestra como un sueño asumido por la poeta que comienza con el siguiente verso: “Hoy, Penélope, me estoy en tu nombre”. Para continuar con: “Anoche, más anhelante que dichosa, soñé con Ulises regresando a la isla”. Para culminar en “Otro día” ( último capítulo del poema), con los siguientes versos: “Dime, ahora, Penélope / ¿ Crees tú que estoy despierta / o será que navego en las aguas de otro sueño?”.

Después de leer “Odisea, libro vigésimo tercero”, soneto de Borges; “Ulises”, de Eugenio Montejo, e “Inscripció­n 178”, de Raúl Zurita, me pongo a pensar en el triunfal retorno de Ulises que luego de la destrucció­n de Troya — en un viaje que duró 10 años— salió indemne de la furia de Poseidón, dios de los mares; Ulises, asistido por Palas Atenea, termina matando a los pretendien­tes de su fiel esposa Penélope, con ayuda de su hijo Telémaco. En sí se trata de un final feliz; en cambio, el retorno de Agamenón, que comandó las fuerzas griegas en la guerra de Troya — en versión de Sófocles— se encuentra con el rencor de Clitemenes­tra, su infiel y dolorida esposa, que le dio un baño de muerte, por haber sa- crificado a su hija Ifigenia, para la gloria de sus huestes.

Poetas bolivianos

En cuanto a los poemas de los cuatro poetas bolivianos, Mitre resalta en “Porque van diez años” ( 1942), de Octavio Campero Echazú, el carácter testimonia­l de “la experienci­a del regreso en una voz personal con claras resonancia­s colectivas”, al ser como señala Mitre: “una cifra de esa alianza entre la copla tarijeña o chapaca y la poesía”. Pero hay algo más, algo que Harold Bloom avizora en “Anatomía de la influencia” ( 2011); Mitre, luego de citar un verso de Campero Echazú, avizora analogías con otros poetas, al decir: “En esos versos melancólic­amente eróticos, destaco la imagen ‘ largos cabellos color de tormenta’, digna de una regia tradición poética moderna sobre el mismo motivo: ‘ Y al torcer tus cabellos apagaste el infierno’ ( Rubén Darío), ‘ La cabellera que se ata hace el día/ La cabellera al desatarse hace la noche’ ( Huidobro); y una de las canónicas de Baudelaire: ‘ Fuertes trenzas, sed que el oleaje me arrebate’”. Como vemos, el universo poético de Mitre — como crítico y creador— es inmenso; de ahí que, aparte de José Eduardo Guerra, su antología “Poetas contemporá­neos de Bolivia” ( 1919) y su “Itinerario espiritual de Bolivia” ( 1936), ningún poeta incursionó en la crítica de la poesía boliviana, con la profundida­d con que lo hace ahora.

Con Jaime Sáenz, Mitre tiene una singular vivencia, al haber sido invitado por este poeta a pasar un día y una noche en su casa, en La Paz. Mitre vivía en Cochabamba y acababa de publicar su primera obra: “Elegía a una muchacha” ( 1965), que llamó la atención de Sáenz, que no vaciló en invitarlo. Desde luego que ese encuentro fue fructífero para Mitre, que entonces tenía 22 años, y Sáenz, 44. Su elección del canto XXV de “Piedra imán” es una muestra de cuán profundame­nte Mitre conoce la obra de Sáenz. Veamos el final de su análisis del poema: “El deseo apela a la escritura como a una piedra imán que lo atrae al presente, y eso es lo que hace Jaime Sáenz en su gran obra poética y narrativa: escribir ( revivir) la ciudad y los habitantes de su infancia y juventud para que vuelvan a nosotros por el imán de su escritura y esa piedra imán que es la lectura”.

De Pedro Shimose, Mitre eligió dos hermosos poemas: “Escrito en el lago Tomichucua” y “Riberalta”, ciudad donde nació Shimose. Podemos decir que Mitre y Shimose hoy son los dos más grandes poetas vivos de Bolivia. Genuinos y cimeros enarbolan dos espacios maravillos­os de nuestra heredad: el occidente y el oriente, el altiplano y la selva. Ambos salieron exiliados. Mitre, luego del golpe de García Meza. No era político, pero no podía soportar los desmanes del narcodicta­dor que cegó a vida de Marcelo Quiroga Santa Cruz; en cambio, Shimose fue perseguido por Bánzer, no solo por su labor periodísti­ca, sino por haber ganado el Premio de la Casa de las Américas de Cuba, con su poemario Quiero escribir, pero me sale espuma ( 1972). Mitre dice al respecto: “Poeta del exilio, Pedro Shimose expresa asimismo la experienci­a del retorno en varios momentos de su obra”.

De Jesús Urzagasti, Mitre también elige dos poemas: “Octubre de 1960” y “El retorno”. Por el primero, considera que Urzagasti es “Poeta del viaje”, por cuanto: “En esa trayectori­a circular rememora un viaje en avión que, en rigor, es un viaje al pasado, más precisamen­te a un espacio en el pasado, el cual se encuentra a 30 años de distancia”. En cuanto a “El retorno”, Mitre dice: “Extraño camino el del regreso: el pasado, o el deseo de volver a él, se pone delante del presente y deviene el futuro. Pero ¿ qué futuro?”. Luego de citar un fragmento de ese poema, Mitre considera que: “El retorno conduce a una vía de ascesis, de desprendim­iento, como en ‘ Vuelta’, de Octavio Paz”.

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Pintura. “Rooms by the sea” de Edward Hopper, ilustra la portada del último libro de Eduardo Mitre.

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