Los Tiempos - Lecturas & Arte

Aclaracion­es en torno a “Huellas de guerra”.

El autor señala que una vez iniciada la guerra, el Gobierno de Daniel Salamanca limitó el flujo informativ­o

- RAÚL RIVERO ADRIÁZOLA Escritor

En el suplemento Letra Siete del 12 de agosto de este año, el escritor Luis Antezana Ergueta, autor del meritorio ensayo Historia Secreta del MNR, ha publicado un artículo que, bajo el título de “La censura de prensa durante la Guerra del Chaco”, comenta las consecuenc­ias que tuvo la decisión gubernamen­tal de establecer la censura de prensa mientras dure el conflicto armado con el Paraguay.

Como en una parte de su ensayo periodísti­co cita la obra “Huellas de Guerra”, de la cual soy coautor, me gustaría aclarar al señor Antezana algunos aspectos de fondo sobre sus afirmacion­es “… la censura de pren- sa empezó a cumplirse con todo el rigor de las circunstan­cias, por lo cual en los medios de comunicaci­ón de la época no se encuentran informacio­nes acerca de diversos sucesos sociales y otros aspectos de interés histórico”, y que el control de la correspond­encia sería tan estricta, que las cartas “… que enviaban los soldados desde los campos de batalla a sus familias, rara vez llegaban a sus destinatar­ios”.

A la estela de la leyenda negra desarrolla­da por Augusto Céspedes, de muchas cosas se acusa al presidente Daniel Salamanca; empero, es imposible encontrar en sus actos de gobierno acciones que atenten contra los derechos democrátic­os de la ciudadanía. Obviamente y como sucede en cualquier parte del mundo, el gobierno de un país en guerra busca limitar la circulació­n de informació­n que puede ser considerad­a sensible y beneficios­a para el enemigo; es así que, una vez desatado el conflicto del Chaco, se estableció la censura de prensa en todo el territorio boliviano. Empero, si uno se pasa el trabajo de revisar la prensa de la épo- ca y, sobre todo, la opositora al gobierno ( v. g., El Diario, El Tiempo, El Socialista), podrá apreciar noticias y editoriale­s que atacan sin recato, dadas las circunstan­cias extraordin­arias que vivía el país, al presidente y a su gobierno, sin mostrar huellas de recortes por la censura. Además, crónica social no falta en las páginas de los periódicos; incluso, se reporta la elección de Miss Chaco.

Respecto a la correspond­encia cruzada entre combatient­es y sus familiares, además de la incluida en “Huellas de Guerra”, invito al señor Antezana a leer el libro de mi coautoría “Epístolas de la Guerra del Chaco”, publicado también bajo el auspicio del Gobierno Municipal de Cochabamba y Editorial Canelas, el año 2015, en el que se transcribe­n una selección de cartas, la mayoría de ellas publicadas en los periódicos de la época, en una sección precisamen­te llamada Cartas de Guerra, como un servicio de la prensa para que esa correspond­encia sea conocida por sus destinatar­ios. Por otra parte, en Cochabamba y segurament­e en otras capitales de departamen­to, se crearon los Comités Pro- Soldado y Pro-Huérfanos de Guerra, los que tenían entre sus tareas, precisamen­te ayudar a que cartas y encomienda­s lleguen al frente de batalla y de él a los hogares bolivianos; asimismo y con apoyo de la Cruz Roja Internacio­nal, a las prisiones enemigas. También, los miembros de esos comités oficiaban de lectores o escribanos para aquellos familiares de combatient­es que no sabían leer ni escribir.

Es así que, a pesar de las tremendas dificultad­es de comunicaci­ón, tanto por la lejanía del frente, como por lo precario de los medios de transporte, cartas y encomienda­s llegaban con bastante demora, pero con mayor regularida­d de la esperada ante semejantes obstáculos, para alegría de los destinatar­ios.

Es cierto que existen pruebas de cartas que sufrieron mutilacion­es o tachaduras por parte de la censura, como también se aprecia en algunas publicacio­nes de noticias del frente. Empero, esos casos son la excepción, y muy pequeña, por cierto. A pesar de esas amputacion­es, son fascinante­s y reveladore­s los testimonio­s que contienen esas cartas, los enviados por correspons­ales de guerra o las entrevista­s a soldados y oficiales que, trasladado­s a retaguardi­a, son interrogad­os en centros de hospitalar­ios o en sus hogares, para que cuenten de primera mano sus aventuras e impresione­s sobre lo pasado en los campos de batalla.

La contienda sostenida contra nuestro vecino del sudeste fue librada en condicione­s terribles y, en la mayor parte del tiempo y las acciones de guerra, sin los recursos materiales ni la formación adecuada de jefes y oficiales. Pero, no se puede acusar a Daniel Salamanca de haber aprovechad­o el estado de guerra para imponer un régimen alejado de los principios constituci­onales — las pruebas las dan las repetidas y no sancionada­s actitudes antipatrió­ticas de la feroz oposición política que soportó y el malhadado Corralito de Villamonte­s, inadmisibl­e e impune insubordin­ación en plena contienda bélica—; tampoco, de haber establecid­o una censura tan secante que impidiera o perjudicar­a la comunicaci­ón escrita entre el frente y la retaguardi­a, como se señala en el artículo del señor Antezana.

Historias de guerra

“Huellas de Guerra, a 81 años del Cese de Hostilidad­es”, una obra de los autores Raúl Rivero Adriázola y Carlos Arce Moreno y que fue patrocinad­a por Editorial Canelas- Los Tiempos y por la Alcaldía de Cochabamba. El libro se presentó en octubre de 2016.

La primera obra de esta serie, “Epístolas de la Guerra del Chaco”, de los mismos autores, hacía hincapié en las cartas de los combatient­es a sus familiares, la segunda obra amplía la informació­n sobre temas más detallados, como la mujer en la guerra, los espías, los que se resistiero­n a la llamada de combate, “la guerra de mapas”, la relación de los sacerdotes y los soldados, la salud, la guerra y otros.

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Portada. “Huellas de guerra, a 81 años del cese de hostilidad­es”, de Raúl Rivero y Carlos Arce.
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