Crítica a la actual exposición de Alejandra Dorado.
El artista y curador Ramiro Garavito habla de la exposición de la artista, que está abierta hasta el 12 de septiembre
La exposición se inauguró en julio, con parte de la obra que Dorado ha creado a lo largo de su carrera
Desde el martes 24 de julio hasta 12 de septiembre, en el Centro Pedagógico y Cultural Simón I. Patiño, está abierta la muestra de arte contemporáneo con instalaciones, videos, ilustraciones y objetos de A le jandra Dorado y cura da por Rodrigo Rada.
Se trata de un conjunto de piezas que datan del año 2000 hasta el 2018, propuestas a partir de una selección curatorial.
Hacia los años 60- 70, se afirma en la sociedad y en el mundo del arte un conjunto de reivindicaciones por parte de las mujeres que podríamos denominar hoy como feminismo “esencialista”, entendido como dicotomía entre lo masculino y lo femenino, el dominador y el dominado. El propósito de la mujer era entonces liberar sede la opresión alaqueesta-
“La mayor parte, y lo mejor, de la obra de Alejandra Dorado podría situarse en el marco de esas reivindicaciones”
ba sometida por el hombre. Pero al finalizar los años 80, en el contexto de la posmodernidad, aparece lo que podría llamarse el posfeminismo, según el cual, se abandona el pensamiento dualista y la reivindicación sexual sed es plaza hacia una noción ampliada de la noción de género, según ésta se pone en consideración critica los roles que se construyen en la sociedad y quedeterminan la identidad y el que hacer cotidiano de los niños y las niñas, del hombre y la mujer, teniendo en cuenta las relaciones de poder y los estereotipos que suponen esos roles. Es un nuevo pensamiento que atraviesa los planteamiento teóricos de filósofos como M. Foucault, JudithButler, JuliaKristeva, Simone de Beauvoir.
La mayor parte, y lo me- jor, de la obra de Alejandra Dorado podría situarse en el marco de esas reivindicaciones posfeministas, las cuales, como cabría suponer, tienen implicaciones sociales, culturales, religiosas, morales y políticas, que Alejandra Dorado no las elude en absoluto, es más, la mayor parte des usperfor man ces, que lamentablemente no están registra das para la muestra, son intervenciones políticas. Este activismo, de gran tradición en el arte contemporáneo, tiene aquí la gran virtud de estar conectado convivencias directas de la artista, señalando además un contexto local, capaz, sin embargo, de incorporar lenguajes y problemáticas globales, lo cual le añade eficacia al “discurso” artístico y cuyo valor conceptual trasciende su naturaleza privada o íntima, pues de algún modo contiene las claves de aquel activismo feminista.
En esta especie de retrospectiva diversa, pero resumida, también encontramos obras como“Nomen Tractatus Fama”, “Repulsa”, o “Uti possidetis juris”, en las que percibimos un país lacerado; u obras como “A solas y “Sin título”, que reflexionan sobre las posibilidades del lenguaje.