Las necesidades del sector cultural.
Reflexión a raíz de las últimas manifestaciones y reuniones del sector cultural y artístico con autoridades
Una suerte de casualidad, en un espacio neutro, me permitió manifestarle a la secretaria municipal de Culturas ( de Cochabamba) que seguíamos esperando la convocatoria a la segunda reunión sobre rendición de cuentas públicas y elaboración del Presupuesto Operativo para 2019, a la que se había comprometido en las semanas pasadas ( reunión que se concretó a solicitud de un grupo diverso y abierto de actores culturales que está trabajando sobre políticas culturales locales), a lo que respondió “cuando haya condiciones”. Entonces me pregunté ¿ cuáles condiciones?
La participación efectiva de los ciudadanos en la elaboración de políticas municipales culturales no debería ser un sueño inalcanzable ni mucho menos un acto de conversión partidaria y peregrinación institucional, ya que llegamos hasta aquí, como un país descentralizado y autónomo que garantiza para la sociedad civil organizada el diseño de políticas públicas, la fiscalización administrativa de bienes y recursos locales. En negativo, se podrá creer que estas competencias se logran solamente bajo ciertas condiciones no legítimas, fagocitarias: de distintos agentes que con gran creatividad han adoptado un discurso partidario y utilizan las reivindicaciones del sector cultural a conveniencia para reforzar las líneas de trabajo de las instituciones de gobierno y así obtener beneficios, reproduciendo el paternalismo y clientelismo político que amplifica las desigualdades, valida las malas prácticas y anula la fiscalización transparente desde la ciudadanía a la institución pública.
Esta mecánica no contribuye en nada a la calidad de la gestión y administración pública cultural, y en cuanto a políticas específicas locales en mi percepción el daño se produce por dos factores claves, el primero, el desconocimiento del rico proceso de descentralización estatal que se va consolidando no sólo por parte de la ciudadanía, sino fundamentalmente por los servidores públicos que no logran engranar las amplias posibilidades para el desarrollo local que la autonomía permite entre la legislación, gestión y administración de bienes y recursos municipales. Este proceso que busca la calidad de gestión participativa, no es posible sin corresponsabilidad. La segunda clave es la participación ciudadana, es claro que no se cuenta con una tradición en participación vinculante, no se han adoptado prácticas de gobernanza municipal para la creación de políticas públicas con un nivel de implicación comprometida entre la sociedad y la institución. Si bien se cumple en la estructura orgánica con el Control Social, este no ha alcanzado una representatividad a nivel cultural.
Demanda
Pues bien, demandamos políticas públicas culturales locales por
la conciencia que tenemos de nuestra diversidad cultural, tenemos necesidades nacionales comunes, sí, pero es en lo cotidiano, en el paisaje local que habitamos que urgen políticas para la prosperidad cultural y de quienes trabajan con ella.
Es fundamental que utilicemos la instrumentación ( ciudadanos e instituciones) legal que tenemos a disposición para construir políticas públicas locales que sean relevantes a nuestro contexto. La Constitución Política del Estado en su artículo 241 establece que “el pueblo soberano, por medio de la sociedad civil organizada, participará en el diseño de las políticas públicas”, las leyes: marco de autonomías y descentralización, de participación y control social, la de gobiernos autónomos municipales establecen claramente que se pueden generar espacios para la participación ciudadana en la definición de políticas públicas y fiscalización de la gestión pública.
Las condiciones legales y normativas están dadas para los gobiernos autónomos, atreverse a consolidar espacios de participación ciudadanas plurales y efectivas es una tarea fundamental para salir del anquilosamiento institucional al que nos enfrentamos actualmente, el mismo que no responde ( y no ha respondido) a la dinámica cultural. Poner en agenda política la cultura nada tiene que ver con un eslogan institucional, las políticas que se establezcan para la cultura deben alejarse del pantelismo político. Que grato sería que los servidores públicos que administran nuestras instituciones dejaran de lado la confusión sobre la participación ciudadana como un espacio menor que permite “escuchar opiniones” de una ciudadanía sin poder de decisión, creyendo que su autori- dad pública es suficiente para construir políticas unilateralmente.
Es definitivo que no es posible seguir así, sin legislación local que permita una administración pública eficiente, que responda verdaderamente a la labor cultural del contexto, a sus necesidades y proyecciones. Potenciar la participación ciudadana bajo la estructura existente de acuerdo con los principios de transparencia, responsabilidad y compromiso social aportará a que la administración pública innove, en aquello que considera imposible, y que cumpla con su misión con calidad para el desarrollo social y cultural. Establecer espacios de participación ciudadana es un desafío imprescindible para la construcción por el bien común, que transforme la simple interacción de la ciudadanía con la institución y se pueda participar complementariamente en ella.
Las políticas sobre cultura deben ser elaboradas por quienes trabajan con ella, esta apuesta de gobernanza establecerá que los gobiernos autónomos municipales desean dejar atrás la lógica arcaica clientelar y pasar a un modelo donde los ciudadanos comprometidos y activos sean también responsables de la construcción de la legislación, gestión y administración de la cosa pública.
El sector cultural en Bolivia históricamente ha buscado la participación en el ámbito público de forma corresponsable, sabiendo que las políticas públicas en cultura difícilmente van a ser exitosas, sino incluyen en su creación a los actores culturales que son quienes conocen las necesidades, particularidades y competencias del sector, que no sólo involucra a quienes trabajamos con ella sino a la ciudadanía, es clave no seguir repitiendo el error.