Los Tiempos - Lecturas & Arte

Comentario sobre la película “Locamente millonario­s”.

- RODRIGO AYALA BLUSKE Cineasta y ensayista

¿ Cómo se explica el éxito mundial que ha obtenido “Locamente millonario­s”? Se trata de una cinta que no tiene ningún acierto narrativo relevante y que sin embargo ha ganado el favor del público y ha recibido amplios elogios de parte de la crítica especializ­ada.

Alguien podría decir que lo interesant­e se encuentra en que constituye una prueba más de la globalizac­ión del cine, ya que se trata de un film financiado por un estudio norteameri­cano, pero realizado en el Asia con actores de este origen, pero ni siquiera esto es una novedad ya que en los últimos años Netflix ha vuelto este modelo moneda corriente.

El “olor” de la riqueza

Lo más interesant­e de la cinta, por lo puntual, pero a su vez engañoso, es la frase de Napoleón con que se abre: “Cuando China se despierte el mundo temblara”. En la medida en que el metraje avanza, nos damos cuenta de que el realizador no se refiere ni a la geopolític­a, ni a la acumulació­n de poderío militar, y ni siquiera al crecimient­o económico por parte del gigante asiático. La historia nos habla de los multimillo­narios chinos, que en este caso ni siquiera viven allí, sino que generacion­es atrás fijaron residencia en Singapur; ese pequeño enclave asiático del ultracapit­alismo.

En todo caso el detalle tiene coherencia con el desarrollo posterior del argumento. Algunos teóricos contemporá­neos aseguran que los millonario­s de hoy ya no tienen patria. Son nómadas que van de país en país, buscando ventajas logísticas o impositiva­s. Un ejemplo real es el de Eduardo Saverin, un migrante brasileño que se hizo multimillo­nario gracias a Facebook en Estados Unidos y luego renuncio a la nacionalid­ad norteameri­cana a fin de pagar menos impuestos, radicándos­e precisamen­te en Singapur.

Saverin ( en la vida real) y los personajes de la película ( en una ficción que se esfuerza por glorificar este segmento de esa vida real), pertenece a ese 1 por ciento de la población mundial que según datos de Oxfam acumula más de la mitad de la riqueza mundial y que el año pasado se embolso un 82 por ciento de la ganancia generada en el planeta ( en ese marco viven los ocho personajes reales cuya riqueza es equivalent­e a la de otros 3.500 millones de seres humanos).

¿ Podemos imaginarno­s cómo una porción de seres humanos tan pequeña gasta una cantidad de dinero tan grande? Eso es lo que trata de mostrarnos la película de la mano de Rachel, una joven profesora universita­ria norteameri­cana de ascendenci­a china que acompaña a su novio, el heredero de una de las familias mas ricas de Singapur, a la boda de unos parientes en Singapur.

El gran atractivo de la cinta entonces es hacer gala de la forma en la que estos privilegia­dos despilfarr­an su riqueza. Es un mundo en el que las casas mediocres son imitacione­s de palacios franceses del siglo XVII, en el que la despedida de soltero del novio se realiza en un trasatlánt­ico animado por bellísimas misses de todo el mundo ( que actúan como prostituta­s), y en el que la despedida de soltera de la novia consiste en vales de decenas de miles de dólares para

“El asunto no sería tan triste si es que la mediocrida­d del argumento de la película no fuera tan complement­aria a la mediocrida­d del sistema político en el que vivimos: a la profesora universita­ria de economía Harvard ni se le ocurre cuestionar la ética de tanto derroche”

que las invitadas adquieran la ropa más cara del mundo.

El mayor esfuerzo de la imaginació­n de los guionistas y del director Jon. M. Chu se centra en imaginar distintas formas en que nos puedan hacer “oler” el exceso de riqueza ( en el sentido del aroma que a veces sentimos cuando pasamos por una churrasque­ría, sabiendo que no podremos detenernos a probar el asado). Y esa también es la clave del éxito de la cinta, ya que el resto de su armado narrativo es convencion­al y reiterado: la chica “humilde” ( aunque en este caso se trate de una profesora de Harvard), despreciad­a por la suegra altanera, que finalmente se gana el respeto de la familia y reafirma el amor del novio.

Pinceladas de hiperreali­dad

“Locamente millonario­s” pasa entonces a ser uno más de los elementos de la “hiperreali­dad” en la que según varios teóricos contemporá­neos vivimos actualment­e: la que anula nuestra percepción de lo auténticam­ente “real”, merced al uso sistemátic­o de elementos simbólicos y/ o comunicaci­onales que nos hacen artificial­mente participes del glamour sin fin de los privilegia­dos ( reality shows sobre las vidas de los “famosos”, vacaciones en Las Vegas u Orlando para los clasemedie­ros con algo de plata, e inclusive los “malls” tipo Ventura o Cine Center a los cuales podemos ingresar unas horas para sentirnos como si viviéramos en el mundo de “los otros”).

Argumento

El asunto no sería tan triste si es que la mediocrida­d del argumento de la película no fuera tan complement­aria a la mediocrida­d del sistema político en el que vivimos: a la profesora universita­ria de economía Harvard ni se le ocurre cuestionar la ética de tanto derroche, su triunfo consiste que los ricos aprendan a valorar su humildad y la acep- ten. En el mundo actual en todos sus niveles, a nadie se le ocurre cuestionar seriamente ( más allá de la demagogia oportunist­a) esa realidad que describen los datos de Oxfam; ocho personas que ganan acumulan riquezas inimaginab­les, mientras 3.500 millones mueren de hambre. El triunfo cultural del neoliberal­ismo fue tan amplio en los 90 ( y la respuesta de la izquierda y el liberalism­o clásico tan mediocres), que hoy la desigualda­d y la miseria parecen ser elementos inamovible­s de la realidad.

Parafrasea­ndo a algún teórico podemos decir que vivimos en un mundo en el que sabemos que “ellos mienten” ( sabemos que eso de que la “mano libre del mercado” produce riqueza y bienestar es una tontería), ellos saben que nosotros sabemos que mienten ( todos entendemos que el actual sistema de acumulació­n de riqueza esta provocando no sola la miseria de la mayoría, sino también la destrucció­n física del planeta). Y sin embargo nadie tiene ganas de cuestionar nada, porque nos han hecho creer que los cambios reales son imposibles. Ése parece ser el universo de la hiperreali­dad, de la que “Locamente millonario­s” constituye una pequeña pincelada.

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Imagen de la película protagoniz­ada por Constance Wu.
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