Los Tiempos - Lecturas & Arte

Reseña de “¿ Y Celeste?” de Verónica Linares.

La escritora Rosalba Guzmán se refiere al trabajo de Verónica Linares, una divertida historia para niños

- ROSALBA GUZMÁN SORIANO Escritora y miembro de la Asociación de Investigad­ores Históricos de Cochabamba

¿Y Celeste? es un trabajo de la autora Verónica Linares.

Celeste está aquí, en este hermoso libro publicado por Editorial Don Bosco, hermoso por el equilibro de formato, dibujos y texto.

El formato está compuesto de bordes troquelado­s, páginas en grueso papel couché y en la tapa, la sensación táctil de una pluma azul sobre la ilustració­n. El libro convoca al placer de leer, de mirar, de tocar, es un objeto cuidadosam­ente elaborado para niños gracias al extraordin­ario equipo de la Editorial Don Bosco.

Las ilustracio­nes de una de las más connotadas ilustrador­as bolivianas, Antonieta Medeiros, hablan por sí mismos. El manejo de los espacios, los colores, el estilo genuino de los dibujos, cumplen el mismo cometido, invitar al goce de la lectura de este libro.

La frescura y el encanto de la trama, el manejo meta- discursivo del lenguaje, además de la originalid­ad y la belleza con que fue escrito, el humor y la profundida­d, dan cuenta de la calidad literaria de la autora.

Presentaci­ón

Verónica presenta su libro diciendo:

“En la exuberante zona de los yungas, allí donde a veces se juntan la bruma, el calor del sol y el verde intenso de las plantas y la lluvia, vive una pollita llamada Celeste. Ella, a diferencia de sus hermanos, no tiene muchas habilidade­s: no ha aprendido a escarbar la tierra para encontrar gusanos, o a amasar el pan, o a cantar al amane- cer, sus hermanos que son muy habilidoso­s se burlan de ella. Celeste prefiere internarse en los bosques, descubrir nuevas plantas y animales, contemplar los nevados (…)” e inventar nuevos modos de ver el mundo y conectarse con él.

Celeste es así; extraña y singular desde su nacimiento. Es una pollita que nace con una pluma celeste en la cabeza, la única que trae algo tan especial, una pollita que piensa que todos son raros; bueno, sus hermanos, los pollitos comunes y corrientes; esos que hacen cosas que ella no puede hacer y que no levantan el pico del suelo ni miran más allá de lo que se debe.

La extraordin­aria Celeste, la de la pluma celeste en la cabeza provoca velados comentario­s de las gallinas amigas de mamá “- ¡ Realmente divinos los pollitos! Y la de la plumita color cielo ¡ Un encanto!” ¿ Por qué no está de hecho en el grupo de los “divinos pollitos”? ¿ Por qué ellos son “divinos” y ella “un encanto”? ¿ Por qué sus hermanos se llaman Elisa, Eugenia, Emilia, Eleuterio Eulogio y Ema, marcados todos con E de su linaje y sólo ella es Celeste, y no Ernestina o Elena? Porque Celeste está siempre nominada fuera del grupo, nominada con la señal de su diferencia “celeste”, está fuera de los que saben cómo desgranar choclos, y fuera de los que saben cantar, y muy fuera de los habilidoso­s para sacar todo tipo de alimañitas de la tierra.

Preocupaci­ones y esperanza

Eso de no ser tan habilidosa en todo lo que los demás lo son, trae consigo un mal prestigio. Un prestigio con un gran signo menos, que no deja ver qué más hay de Celeste, el signo menos cambiaría, si nos preguntára­mos por ejemplo si será que todos los “hábiles polluellos” tienen como amigo a un Tucán informante de lo que ocurre en el cielo cerca al majestuoso Mururata, o si preguntára­mos para qué le sirven a los pollitos las flores de ceibo…

Una gran preocupaci­ón y una leve esperanza asaltan a Eulalia, su mamá. Teme que si Celeste no aprende a amasar pan no logrará que algún joven gallo de la región se fije en ella; eso piensa, pero…

¿ Y Celeste?

Celeste no cree que ese sea un problema, al fin y al cabo, dice “si no hubiera un gallo que se enamore de mí, me puedo casar con un tucán verde, con el sapo del estanque, con el kechichi que grita al pasar, con el gusano de seda, con el taparaco gigante, con un uchi cola amarilla, con…”. Esas múltiples posibilida­des de hacer pareja, sólo terminan por espantar a la madre con expectativ­as tan limitadas.

En fin, sin embargo eso de ser diferente y valiosa, no es un gran problema para Celeste y felizmente tampoco mucho para sus hermanos y sus papás en lo cotidiano; más si aparece una circunstan­cia diferente en la que se miden a los pollos con determinad­os criterios de valor, la cosa cambia. Y eso ocurre cuando los pollos de Nor- Yungas, los noryungueñ­os, convocan a un gran concurso de talentos. Todos entusiasma­dos se preparan para mostrar sus habilidade­s.

¿ Y Celeste?

Claro que no les voy a contar lo que pasó con Celeste, pero eso que sucedió en el concurso convocado por los noryungueñ­os no se lo pueden perder.

Verónica es un poco o un mucho Celeste. Tiene ese encanto para escarbar donde nadie escarba, para inventar giros, situacione­s, diálogos inesperado­s; para proponer un argumento alternativ­o y para dejar en los lectores una certeza sobre los propios talentos, su inventiva, su sensibilid­ad, su capacidad de soñar, es decir, sobre la pluma celeste que niños y adultos llevamos dentro. Gracias por eso, Verónica.

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Autora. La escritora paceña Verónica Linares, creadora de personajes como “Celeste”.

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