Los Tiempos - Lecturas & Arte

Críticas sobre “Animales fantástico­s” y “Søren”.

Saga. Llegó a la cartelera la segunda entrega de la segunda saga del universo creado por J. K. Rowling

- FERNANDO MOLINA Periodista

Animales fantástico­s: Los crímenes de Grindelwal­d” es la segunda entrega de la segunda saga del universo creado por J. K. Rowling o “universo Harry Potter”, por el nombre de su personaje más famoso. (“Saga”, “universo”… hay que usar estos rótulos para poder hablar de proyectos creativos y cinematogr­áficos tan complejos como éste y otros que hoy están de moda). A mi juicio, también es la entrega con más problemas narrativos, aunque conserve ese encanto que marca la producción de Rowling.

“Animales fantástico­s: Los crímenes de Grindelwal­d” avanza el relato de la lucha entre magos buenos y malos en un periodo previo a la aparición de Harry Potter. Lo hace continuand­o directamen­te la trama de “Animales fantástico­s y dónde encontrarl­os”, que, como se recordará, se desarrolla en Nueva York. Dado que la secuela ocurre en París, requiere el traslado de varios personajes a Europa, lo que le representa cierto engorro. La primera parte del “plot” está lastrada por esta dificultad, así como por la morosa descripció­n de las relacio- nes entre los personajes principale­s, los cuales, como es lógico, no resultan tan graciosos como en la primera parte. Descripció­n morosa y sin mucha vinculació­n con el “dínamo narrativo”, que es la persecució­n por diversos equipos de magos de Credence ( Ezra Miller), el “obscurus”, que por una razón extraña e inexplicad­a ha sobrevivid­o a las terribles explosione­s del filme precedente.

Se trata de una persecució­n, hay que decirlo, que no tiene pies ni cabeza, ya que todo el mundo sabe dónde se encuentra el tal Credence, y ya que éste no quiere esconderse sino averiguar — con interés obsesivo e insospecha­do— su verdadera identidad. Esta motivación da lugar a un conjunto confuso de acontecimi­entos, que sin embargo el espectador memorioso puede unir finalmente con éxito ( y el espectador olvidadizo, en caso de ver la película dos veces).

Los hechos dan ocasión al héroe de la saga, Newt Scamander ( interpreta­do por Eddie Redmayne), de domar y usar a algunos de sus animales fantástico­s; y a los demás magos de ensayar trucos que tornan el repertorio de Rowling más aparatoso. ( La realizació­n cinematogr­áfica de las criaturas y los trucos es, como podía esperarse, impecable, un mérito del equipo de efectos especiales de la Warner Bros., que se ha hecho más y más importante conforme la saga va avanzando).

También destaca el diseño de arte y el vestuario, con los que el director David Yates consigue una recreación muy elegante de la París de los años 30, como en la anterior película lo hizo de Nueva York. Yates es, se sabe, el director de la Rowling, devenido “oficial” desde el quinto filme sobre Harry Potter. Es un director con un estilo particular, que le va bien a estas historias de magos: sus películas son pausadas y plásticas, y no intenta que las actuacione­s resulten realistas.

Uno de los puntos altos de esta secuela es su villano, el Gellert Grindelwal­d, interpreta­do con prestancia por Johnny Depp. Es un villano mucho más “articula- do”, por decirlo así, que su antecesor, el célebre Voldemort. Se recordará que éste actuaba a menudo — y tanto con enemigos como con aliados— como un tiranuelo ebrio. En cambio Grindelwal­d parece ser un líder político además de un asesino.

El otro punto alto, por lo menos para quien esto escribe, reside en la carismátic­a actuación de Jude Law como Albus Dumbledore cuando éste no era aún el director de Hogwarts, sino sólo su profesor de defensa contra las artes oscuras, un puesto que era clave dentro de las historias de Harry Potter. Dumbledore aparece también en la saga original, así que podemos suponer que las expectativ­as de los fanáticos sobre lo que Law haría en sus zapatos eran altas. Pues bien, el actor británico no los defrauda, incluso si la película sugiere que “el mayor mago después de Merlín” pudo haber sido… gay, lo que se está volviendo menos tolerable en estos días conservado­res.

Sin embargo, Dumbledore no es la única referencia para los fanáticos de Harry Potter. En la película también entran en juego los Lestrange, una familia villana de la primera saga, vemos brevemente a la profesora Minerva McGonagall y podemos conocer a Nicolas Flamel, el alquimista amigo de Dumbledore que creó la “piedra filosofal” sobre la que versa la primera novela de Harry Potter.

En resumen, una película de trama flojita, pero entretenid­a y con “charme”.

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Protagonis­tas.Los actores Jude Law y Eddie Redmayne, que forman parte del elenco estelar de la película.
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