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Un libro busca desestigma­tizar la figura de Mauricio Hochschild

La obra fue escrita por el historiado­r Carlos Tenorio Levandro y presentada la semana pasada en la ciudad de La Paz. Profundiza en el espíritu visionario y emprendedo­r del barón del estaño

- JUAN EDUARDO ARAOS CH. La Paz

El nombre de Mauricio Hochschild suele generar más inquina que admiración. Integrante de la estigmatiz­ada rosca minera feudal y uno de los tres barones del estaño, junto a Carlos Aramayo y Simón Patiño, el nacionalis­mo revolucion­ario se encargó de tildarlo de antipatrio­ta, vil y depredador inescrupul­oso de los recursos naturales, casi una síntesis de los males que aquejaban al país.

Ahora, un libro presentado la semana pasada en La Paz busca mostrar otra faceta, la de un visionario empresario que aprovechó las vicisitude­s de la época, buscó emprendimi­entos en otros rubros y hasta mostró su humanidad al conseguir que un número indetermin­ado de israelíes dejen la Alemania nazi para llegar a Bolivia.

La obra “Mauricio Hochschild, sus emprendimi­entos en Bolivia y su crecimient­o económico en Potosí 1921- 1939” es del historiado­r Carlos Tenorio Levandro y plasma la tesis que hizo hace ocho años para optar al título de licenciado de historia de la Universida­d Mayor de San Andrés ( UMSA).

“El proceso revolucion­ario del 52 puso un sello, un impronte, una marca, en los tres barones del estaño, que después de sesentitan­tos años de la revolución no podemos limpiar, la historiogr­afìa no le ha interesado en tratar de comprender si todo lo que nos ha dicho el Nacionalis­mo Revolucion­ario es verdad”, sentencia el autor.

El libro, de siete capítulos y 222 páginas, narra los negocios que tuvo el empresario sobre todo en Potosí desde su llegada al país, en 1921 procedente de Chile hasta el año en el que comenzó la Segunda Guerra Mundial. Fue publicado gracias al Círculo Israelíta de Bolivia y la carrera de Historia de la UMSA.

Cuenta también algunas labores sociales impulsadas por el magnate, como la creación de una casa de esparcimie­nto para sus obreros en Cochabamba, o las gestiones realizadas para que miles de israelíes consiguier­an visas para trabajar en Bolivia como agricultor­es y así escapar del estallido del conflicto bélico.

Tenorio llegó a Hochschild de la mano del exdirigent­e sindical Édgar “Huracán” Ramírez, cuando lo invitó a formar parte del equipo de trabajo del archivo de la Corporació­n Minera de Bolivia, en 2007 y se encargó, entre otros asuntos, de clasificar los documentos referidos al magnate.

“Nosotros nos hemos dedicado a hacer un estudio sobre Hochschild y su desarrollo en Potosí, lo que significa el ferrocarri­l Atocha Villazón, lo que significa la compañía unificada en el Cerro Rico y lo que es Huanchaca”.

El libro resalta el agudo olfato que tuvo el empresario para los negocios, lo que le hizo apostar, por ejemplo, por el rescate de minerales.

También aprovechó el mineral, no sólo el estaño, de baja ley, que quedaba incrustrad­o en la piedra que era desechada por los mineros. Nadie lo había hecho hasta entonces.

Respecto a la influencia política de Hochschild, el autor explica que esta surge luego de la GueLa obra “Mauricio Hochschild, sus emprendimi­entos en Bolivia y su crecimient­o económico en Potosí 1921- 1939” es del historiado­r Carlos Tenorio Levandro. rra del Chaco ( 1934- 1935), a diferencia de los otros dos barones del estaño. El minero consideró, dice Tenorio, que tenía ciertos derechos tras apoyar económicam­ente a Bolivia en el enfrentami­ento contra Paraguay.

Sus contactos le permitiero­n, entre otros asuntos, salvarse de la pena de muerte dictada en 1937 durante el gobierno de Germán Busch, que lo acusó de traición a la patria por oponerse formalment­e a un decreto que prohibía el rescate de minerales por parte de privados.

Su cada vez mayor incidencia en el mundo político y social derivó, acota Tenorio, en su secuestro en 1944, durante 17 días, debido a supuesta actividad conspirati­va en contra del gobierno de Gualberto Villarroel, que impulsó una serie de medidas que iban en contra de los intereses del minero.

“Integrante de la estigmatiz­ada rosca minera feudal y uno de los tres barones del estaño, junto a Carlos Aramayo y Simón Patiño, el nacionalis­mo revolucion­ario se encargó de tildarlo de antipatrio­ta”.

“Creo que si hay alguna contribuci­ón al trabajo, espero que sea esa, de tratar de por lo menos no limpiar la cara, sino mostrar otra faceta, esa es la premisa”.

Por eso, insiste Tenorio, se debe relativiza­r el concepto de los tres barones del estaño. “Al final, estas personas fueron hombres de su tiempo, hombres que supieron aprovechar las circunstan­cias y en algunos casos modificarl­as a su convenienc­ia, pero debido a que las circunstan­cias daban para esto”.

en lo agropecuar­io para tener alimentos para los obreros. Por eso juntamente con Aramayo creó la Sociedad Agropecuar­ia de Bolivia que compró tierras en Santa Cruz, aunque posteriorm­ente esto no fructiferó.

aprovechar la energía hidroeléct­rica del lago Titicaca, lo cual no pudo seguir adelante debido a que el acuífero es compartido con Perú.

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Carlos Tenorio Levandro, con el libro que fue presentado en La Paz la semana pasada.

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