OJO SILENCIOSO EL FENÓMENO QUE DIFERENCIA A LOS MEJORES DEL RESTO
El “ojo silencioso” de los deportistas les permite procesar más rápido la información para activar la respuesta motora del cuerpo. Una fijación de la mirada más prolongada deja al atleta concentrarse en la tarea que tiene al frente
Si alguien sabe cómo lograr una victoria estando al borde del precipicio de la derrota esa persona es Serena Williams.
Lo ha hecho una y otra vez en su carrera, salvando juegos que tenía prácticamente perdidos, con bolas de partido en contra y rivales preparadas para dar la estocada final.
Ocurrió contra la belga Kim Clijsters en 2003 en las semifinales del Abierto de Australia, repitió en el mismo escenario en 2005, en Wimbledon en 2009 y en el Abierto de China en 2014.
Fue en situaciones de presión extrema cuando Williams marcó la diferencia y en lugar de aceptar el esperado desenlace lo que hizo fue agudizar su concentración.
Un estado en el que ocurre una variedad de procesos mentales que definen que una atleta como la tenista estadounidense se destaque sobre el resto, según logró identificar recientemente un grupo de psicólogos y neurocientíficos.
Siendo el más intrigante de todos, el fenómeno que denominaron “ojo silencioso” se trata de una especie de aumento en la percepción visual que permite a los deportistas eliminar cualquier distracción al tiempo que preparan su siguiente movimiento.
Tiempo detenido
Lo que más llama la atención a los científicos es que este fenómeno aparece principalmente en situación de estrés, evitando que el deportista se “congele” en momentos de máxima presión.
Este proceso mental no sólo afecta a los deportistas y ese mismo nivel de concentración es el que ayuda a los cirujanos durante las intervenciones quirúrgicas y está atrayendo interés de otros sectores como el militar.
No se descarta que su efecto sea aún más amplio.
“Hay una pequeña ventana de oportunidad para que el sistema motor (del sistema nervioso central) reciba la información de los ojos”, explicó Sam Vine, de la Universidad de Exeter.
“Y los especialistas han encontrado una mejor forma de optimizar esa ventana y mantenerla abierta, lo que ayuda a que sus movimientos sean realmente precisos y exactos”.
Territorios inexplorados
El concepto del ojo silencioso se origina a raíz de la experiencia personal de la kinesióloga Joan Vickers.
Cuando era estudiante de ciencia del deporte, y atleta aficionada al mismo tiempo, Vickers siempre estuvo interesada en cómo el talento natural de una persona puede variar tanto de un día a otro.
En una ocasión, jugando para su equipo de baloncesto universitario, Vickers logró anotar 27 puntos en tan solo la primera mitad de un partido. En otro momento, participó en una fabulosa racha de victorias formando parte del equipo de voleibol.
Ambos casos terminaron por ser hechos aislados, su toque mágico desapareció al día siguiente.
“Fue algo que se quedó en mi cabeza, cómo podía haber logrado eso. Físicamente no había cambiado”, explicó.
Pero, por otro lado, se preguntó por qué los deportistas de élite que ella admiraba tanto no sólo eran tan buenos sino que también eran tan consistentes.
Vickers comenzó a sospechar mientras realizaba un trabajo para la Universidad de British Columbia que el secreto radicaba en la manera que los
“Lo que tampoco saben es que se trata de algo que se puede enseñar”, señaló Vickers
deportistas profesionales ven el mundo.
Logró convencer a un grupo de golfistas profesionales para analizar el movimiento de sus ojos en el momento que realizaban el put decisivo.
Allí encontró una correlación que le intrigó: cuanto mejor era el jugador (según su hándicap) podía mantener durante más tiempo y de manera más estable la mirada en la bola antes y durante su movimiento para golpearla.
La recomendación general de que se debe mantener “la mirada en la bola” es conocida, pero el hallazgo de Vickers sugiere que la fijación y la duración pueden estar relacionadas con una manera de cuantificar el éxito deportivo.
Cámara lenta
Eso permitiría al atleta de élite activar un procesamiento mental más rápido que a la vez le hace ver la acción de una forma más pausada, como si fuera capaz de pensar en cámara lenta en el momento crucial.
El “ojo silencioso” ha sido identificado en muchos otros deportes, incluyendo el baloncesto, voleibol, fútbol, tenis, tiro con arco y hockey sobre hielo, aunque se adapta dependiendo de las características de cada uno de ellos.
En conjunto, los atletas de élite lograron mantener la fijación de la mirada un 62% más de tiempo que los deportistas aficionados.
Otro aspecto abordado por Vickers fue la variación que presentaron los propios atletas profesionales en sus mediciones, lo que se reflejó directamente en el rendimiento. Eso reforzó la teoría de su influencia en el proceso mental.
Según Camilo Sáenz-Moncaleano, psicólogo de alto rendimiento, el problema es que la mayoría de los atletas no fijan su mirada conscientemente, sino que para ellos se trata de un talento natural.
“No conocen el nombre de este concepto, pero saben cómo hacerlo”, explicó.