Djokovic logra su quinta corona en Wimbledon
El serbio venció en una final épica al suizo Roger Federer, en el partido más largo de la historia disputado en La Catedral
sa, aceleración y personalidad; técnica, físico y un carácter indómito; atributos del tenis clásico con el vértigo de la modernidad.
Se volvió a adjudicar el desempate (7-4) y entonces, La Catedral se pronunció otra vez sin ningún tipo de contención: “¡Let’s go, Ro-ger, let’s go!”. Y el Aladín de la raqueta, siempre fiel a la llamada de sus feligreses, se rehízo por segunda vez. Dos roturas en la cuarta manga, sacando partido a otro indescifrable bajón de Djokovic, y destino a la traca final. Quinta manga. Bofetada de Djokovic y respuesta inmediata (4-3).
No quería mirarlo Mirka Vavrinec, esposa y máxima fan de Federer, taquicárdica durante el toma y daca. Volvió a quebrar el suizo y parecía tenerlo hecho, pero de repente se cegó y Djokovic abortó dos puntos de partido, contragolpeando con otro break (8-8).
Más dinamita. Antes, con 6-5, Nole tiene un despiste y le pregunta al juez si hay desempate. Después,con11-11,salvóunadobleopciónderoturayrecibiólos silbidosdelagrada,yunwarning del árbitro después por golpear un micrófono de ambiente. El tensiómetro se disparó a mil en Wimbledon, pero el caliente balcánico se mantuvo frío como el hielo y el inmutable Federer perdió la precisión. Devolvió la bolaconlacaña,enformedehomerun, y la final interminable cayó del lado del campeón de titanio tras el desempate (7-3), por primera vez tras el novedoso límite del 12-12.
Ya son 16 grandes para Nole, cinco de ellos en Londres. Los mismos que un tal Björn Borg, pero a él eso no le vale: a Djokovic sólo le vale ser el mejor.