Nada en la vida es gratis
Fue un escándalo mundial. Facebook, que dice que no, pero bastante calladito se traía que sabe todo lo nuestro. Y no sólo lo sabe, sino que lo vende. Así como se lee. De acuerdo con informes publicados por los diarios The New York Times y The Observer hace un par de semanas, esos datos privados fueron utilizados para manipular psicológicamente a los votantes en las elecciones de EE.UU. de 2016, donde Donald Trump resultó electo presidente.
¿Cómo hicieron? Compraron da- tos de 2.200 millones de usuarios (casi el doble que toda la población de China).Y uno ni sabe lo que Facebook sabe. ¿Dónde acaban las conversaciones que tenemos con nuestros amigos? ¿Y nuestras fotos después de borrarlas?
Saben perfectamente a quién llamamos por teléfono. Y por supuesto, tienen todos nuestros contactos. No sólo de nuestros amigos de Facebook. También los números de teléfono en el celular. Conocen qué diarios leemos, qué noticias nos interesan, qué deportes seguimos, qué mensajes políticos atendemos. Qué nos interesa y qué no. Qué nos gusta y qué disgusta. A quién apoyamos y a quién no. Qué gustos culinarios tenemos, si nos gusta el arte… Qué aplicaciones usamos en el teléfono… Si somos adictos a algún juego. Y más, y más…
Dentro de “Tu información”, Facebook sabe cuál es tu situa- ción sentimental (si lo compartiste con la red social), en qué empresa trabajas y cuál es tu cargo. Pero tal vez lo más interesante es saber en qué categorías te incluye (hay decenas de ellas, desde “Millennials” hasta “Expatriados”, “Usuarios de Gmail” o “Viajeros frecuentes”).
Vaya sorpresa que se traía Facebook. A tal punto que tuvo que salir su fundador y director Mark Zuckerberg, quien en entrevista con CNN y luego en un anuncio publicado en los ochos principales diarios del mundo, pidió perdón y reconoció que la empresa cometió errores, asume la responsabilidad y explica los pasos siguientes para reforzar la seguridad y garantizar la privacidad de los usuarios.
No es un caso lejano de Inglaterra o Estados Unidos. Se estima que hay potenciales implicaciones en Argenti- na, Brasil, Colombia y México. ¿Habrá llegado a Bolivia? Ahora, lo más importante es saber cómo actúan, si saben lo que nos gusta, quiénes nos caen bien, qué amigos tenemos. Los políticos arman estrategias de campaña que incluyen las visitas a nuestros hogares con un discurso adecuado a nuestros intereses…
Uno cree que las redes sociales son inofensivas. Un mundo rosa en vitrina. Ya se ve que no: qué sabrán Google, Twitter, Instagram, WhatsApp… Y lo peor de todo, no somos conscientes de cómo nos conocen. Creemos que es un mundo virtual y no real de gente común, la de a pie, la de todos los días, la que encontró en las redes sociales una forma nueva de expresarse, y de expresarse con la fuerza y la contundencia que creía le da la impunidad más absoluta. Pero nada en la vida es gratis, recordémoslo.