Semapa perfecciona el latrocinio institucionalizado
Semapa cobra por un servicio que no presta ni ha instalado, porque una alta proporción de barrios de Cochabamba han construido los sistemas de agua y alcantarillado que utilizan con sus propios recursos.
El sistema de facturación y cobros está indexado a las UFV, motivo por el cual Semapa recibe un incremento de ingresos regular y sistemático que el ciudadano debe cubrir sin queja todos los meses, pero sin que siquiera disponga del servicio de abastecimiento domiciliario.
Hace años se ha demostrado que es totalmente arbitrario y anacrónico el sistema de facturación y se ha propuesto cambiarlo, para que el ciudadano pague por lo que consume y no por una categorización arbitraria en la que además se eroga mensualmente por agua que no se recibe.
Para evitar y eludir el cambio del anacrónico sistema de facturación y que éste responda efectivamente al consumo de agua proporcionado, Semapa ha encontrado un “método” que consiste en mandar a la autoridad competente propuestas que tienen algún “defecto” o “error”, que impiden su puesta en vigencia hace años, porque las mismas deben ser devueltas hasta que se corrijan las observaciones. Mientras tanto, sigue cobrando y robando por un servicio caro que no proporciona y mucho menos mejora.
Ahora, como seguramente los ingresos percibidos de manera tan tramposa ya no son tan atractivos como la angurria que se ha desbocado, han decidido imponer un nuevo facturazo que por lo menos duplica el costo de las facturas mensuales a pagar.
El “método” para este nuevo asalto a la ciudadanía cochabambina se llama “actualización de categorías”. Así, a los usuarios en un abrir y cerrar de ojos de un día para otro les cambian de categoría y los obligan a duplicar el pago para seguir alimentando la corrupción en Semapa.
En una ciudad que alberga mucho más de 700.000 habitantes, no hay necesidad de saber mucho de contabilidad para darse cuenta cuál sería el nuevo ingreso para Semapa si sólo el 10 por ciento de ese total debe duplicar el costo de la factura que pagaba el anterior mes. Además, hay que contabilizar que dicho asalto a la economía familiar se producirá todos los meses.
Parece que si de robar se trata, ya no es suficiente un zarpazo circunstancial o aislado, sino que tiene que ser sistemático, permanente y sostenible, con alevosía y premeditación.
Como si todo ello no fuese suficiente, Semapa y la Alcaldía de Cochabamba se encuentran desde hace tiempo entrampadas en disputas y conflictos intestinos cuyos efectos, como el corte del suministro de agua a varios barrios, o el retraso en la ejecución de proyectos, terminan afectando a la ciudadanía que no tiene nada que ver pero que sufre y debe soportar las consecuencias.
¿ Merece la ciudadanía cochabambina este trato? ¿ Es que las duras y tan costosas lecciones de la Guerra del Agua no han servido para corregir similares problemas ya enfrentados?
Es como si Semapa y la Alcaldía de Cochabamba estuviesen jugando a provocar la ira del pueblo cochabambino. No deberían subestimar su capacidad de reacción.