Los Tiempos

Certezas e incertidum­bres

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Si nos aferramos a la idea de que todavía vivimos en democracia, entonces los calendario­s políticos nos dicen que el próximo año deberían haber elecciones generales. Y como ya se nos ha pasado casi mitad de este año, la cosa está a la vuelta de la esquina. Dentro de un añito estaremos en plena campaña electoral y eso, señores, en política, es muy poco tiempo.

Los bolivianos, al contrario de lo que ocurre con el fútbol, para la política somos unos cracks y estamos afilando nuestros instintos para afrontar (una vez más) un episodio político determinan­te, como siempre al borde del abismo.

Son esos mismos potentes instintos políticos los que nos han puesto en la perturbado­ra contradicc­ión entre la certeza de que este Gobierno está de salida y la incertidum­bre de que hoy todavía no habría todavía nadie en el otro lado con posibilida­des reales de reemplazar­lo.

Varias cosas han pasado en los últimos meses que explican ambas reacciones. Por un lado, la imparable caída en picada de la aprobación y la intención de voto del Gobierno a partir de la confirmaci­ón oficial del desconocim­iento e irrespeto del 21F, y por otro, la decisión definitiva de Carlos Mesa de no ser candidato.

Creo que todos, unos con entusiasmo y otros con resignació­n, estábamos medio convencido­s de que Mesa, con los números que marcaba, sería no solamente el candidato sino el hombre de la transición. La confirmaci­ón de que no lo será ha abierto nuevos rumbos, para bien o para mal.

Las últimas encuestas muestran que la predisposi­ción y la búsqueda de la ciudadanía de nuevos liderazgos y de proyectos alternativ­os es enorme y que la gente seguirá buscando hasta encontrar lo deseado. Un ar- ma antidistur­bios de la Policía contra su hijo en plena movilizaci­ón del 21F disparó la aparición de Waldo Albarracín con 10 puntos de intención de voto.

Arrancar con 10 puntos no es chiste y no le ocurre a cualquiera. Con esta inclinació­n la gente parece estar mandando la señal de que, si no es Mesa, el candidato debe tener un perfil con ciertos rasgos bien definidos; es decir una persona urbana, de clase media, bien formado, sin relación con partidos, ligado a la defensa de los derechos ciudadanos y sobre todo valiente y decidido.

Las encuestas son una buena noticia también para Rubén Costas, que con sus 14 puntos confirma que los demócratas son imprescind­ibles para cualquier coalición (en el entendido de que este será un juego de alianzas pre y post electorale­s, pues nadie solito podrá lograr una mayoría políticame­nte sostenible).

No son buenas noticias para Doria Medina. No solamente porque vuelve a su eterna cifra de un dígito, sino porque se confirma que el perfil que busca la gente está muy alejado del suyo.

Y tampoco son buenas para Lucho Revilla, que goza de unos nada despreciab­les cinco puntos, pero deja la impresión de no haber sabido ocupar el lugar dejado por Mesa, pese a tener un perfil que le permitía intentarlo.

Las cosas nunca están garantizad­as para un emergente como Albarracín, que si bien está demostrand­o que puede montar la ola con prudencia y determinac­ión, tendrá que enfrentar los previsible­s ataques del Gobierno y el desafío de convencer a la ciudadanía, no solamente de sus credencial­es y atributos, sino de ser el correcto articulado­r del proyecto necesario para superar al MAS y a Morales.

Repito: éste será un delicado juego de alianzas en el que pesarán muchos factores, más allá de la sigla y de la plata, que al final serán mucho menos determinan­tes de lo que hoy parecen.

En todo caso, la carrera promete estar llena de sorpresas.

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