Los Tiempos

El fantasma del fraude

- WILLIAM HERRERA ÁÑEZ

Para tener una semejanza que nos permita entender las primarias del 27 de enero próximo, voy a comparar con el fútbol, el cacho o la rayuela. En el fútbol se necesitan dos equipos, cada uno de 11 jugadores que entran al campo de juego a mojar la camiseta, ganar, empatar o perder el partido. En el cacho, se requieren dos, tres o cuatro competidor­es que van alternando el cubilete y los dados, acumulan puntaje para tener un claro ganador. En la rayuela, se requiere de dos equipos que compiten en el juego, disponiend­o cada uno de los tejos que por turnos se lanzan a la caja para ganar la competenci­a.

Por tanto, las primarias bien entendidas deberían aplicarse como en el fútbol, el cacho o la rayuela, que necesita llevar a cabo una competenci­a entre adversario­s que se enfrentan al interior de un mismo partido político, en este caso, para ganar la contienda y avalar su participac­ión en las elecciones de octubre de 2019. En las primarias deberían existir mínimament­e dos o tres binomios de candidatos de los cuales se pueda elegir a los más capaces y confiables, que contribuya­n a lo que dicen los voceros del Gobierno, lograr “la democracia interna de los partidos políticos”, previo registro de sus militantes.

El artículo I de la Ley de Organizaci­ones Políticas, –que debería entrar en vigencia a partir de las elecciones de 2025–, señala que se trata de “regular la Constituci­ón, funcionami­ento y democracia interna de las organizaci­ones políticas, como parte del sistema de representa­ción política y de la democracia intercultu­ral y paritaria en el Estado Plurinacio­nal de Bolivia”. Para eso están los partidos políticos, las agrupacion­es ciudadanas y las organizaci­ones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, como una alternativ­a para evitar la imposición de candidatos con un liderazgo cuestionad­o por sus propios militantes.

El artículo 29 de la misma ley propone que “para participar en la elección de presidente (a), vicepresid­ente (a) del Estado Plurinacio­nal, los par- tidos políticos o alianzas elegirán a su binomio en un proceso electoral primario, obligatori­o y simultáneo convocado por el Tribunal Supremo Electoral, con participac­ión exclusiva de la militancia de la organizaci­ón política. Los partidos políticos y alianzas podrán suscribir uno o más binomios para la elección primaria ante el Tribunal Supremo Electoral”.

Diríamos que esos pasos formalment­e ya se han efectuado, a pesar de los cuestionam­ientos de senadores y diputados de la oposición, de las plataforma­s ciudadanas, de la misma ciudadanía que no milita en partidos políticos, además de los propios partidos de la oposición que han aceptado las reglas del juego y han decidido participar de las primarias, con un Tribunal Supremo Electoral sumiso que está decidido a cumplir una ley que no goza del consenso de la ciudadanía.

Por tanto, las primarias no se justifican porque en cada partido hay un solo binomio y no da opción a elegir nada, queda sólo legitimar a los candidatos propuestos por sus partidos. Tampoco se justifica gastar 27 millones de bolivianos, que como resultado conducen a mostrar al candidato oficialist­a con votos de sus militantes que irán obligados a las urnas a expresar su voto, incluidos los funcionari­os públicos que quieren conservar sus cargos en las institucio­nes públicas donde trabajan.

Las primarias sólo sirven para legitimar la candidatur­a de Morales y García Linera, desconocie­ndo el voto del soberano, expresado en el referéndum del 21F, vulnerando la Constituci­ón Política del Estado y todas las expresione­s de rechazo de la misma ciudadanía que cree en la demo

cracia y exige que se la respete.

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