Políticas: ¿para el Estado o con la gente? (3)
En esta serie de tres artículos estamos considerando la existencia de dos tipos de políticas públicas: unas que son con el Estado y la burocracia, y otras con la participación de la gente. Mientras que las primeras suelen ser las preferidas y habituales, la experiencia muestra que son también las menos exitosas. Por eso, abogamos por un nuevo tipo de políticas que alienten la participación de la gente y se concentren sobre todo en remover los obstáculos a su creatividad y esfuerzo.
Por supuesto, ello implica reducir la intervención de la burocracia y simplificar las normas, reconociendo la madurez e inteligencia de los ciudadanos para buscar y encontrar lo que les genera más satisfacción y mejores beneficios.
En los artículos anteriores tratamos algunos ejemplos en economía y educación. Otros ejemplos interesantes son los de el apoyo al arte y la cultura, y la salud.
Bajo el enfoque tradicional de política gubernamental se propondría crear un i nstituto de cultura con sus departamentos de teatro, música, pintura, y demás, contratando a “los mejores” para que produzcan las obras de arte. Un impuesto nuevo o una cuota de uno existente serían las fuentes de financiamiento de este nuevo aparato. Quienes quieran un poco menos de burocracia propondrían que el instituto funcione como un f o ndo, que en vez de hacer y gastar directamente, convoque a concursos para que los artistas compitan por el apoyo de los jueces de ese fondo.
En cualquier caso, la posibilidad de que se forme una burocracia cultural que distribuya privilegios y genere exclusión es altísima
A diferencia de ésa, una política con la gente consistiría en permitir que todos sean al mismo tiempo aportantes y consumidores de cultura, lo que se logra fácilmente haciendo que las donaciones a actividades, proyectos o grupos culturales sean deducibles de impuestos. Esta suerte de “micromecenazgo” vincularía más directamente a los contribuyentes-financiadores con los productores culturales evitando la creación de privilegios y mecanismos prebendales, y abriría opciones de respaldo a todos los productores culturales, independientemente de cuán cercanos o distantes estén de los centros del poder y la burocracia. Hace un tiempo planteamos esta propuesta con detalle pero los hábitos estatistas la mandaron al olvido.
Otro ejemplo podría encontrarse en la salud. Un seguro universal de salud es tan viable como un SOAT, a condición de que se permita que los proveedores de esos seguros y de los servicios de salud compitan para otorgarlos. En su ori- gen, el SOAT era “obligatorio” pero se escogía la compañía que ofreciera las mejores condiciones. Los últimos años ya se experimentó con un seguro privado que costaba menos de X Bs al mes, dando protección hasta X Bs. Si los 11 millones de bolivianos buscaran esa cobertura, los costos bajarían y los niveles de protección subirían por economías de escala. Seguramente hay muchos bolivianos que, por su situación de pobreza, no podrían cumplir la obligación de tener seguro por falta de ingresos. Pero si elimináramos los subsidios a los carburantes, que son muy regresivos, y se distribuyeran esos recursos en sumas iguales a todos los ciudadanos, entonces los más pobres sí tendrían el flujo monetario necesario para comprar un seguro y, además, podrían escoger el que más les convenga. Una política de este tipo no solamente sería mucho más equitativa sino que movilizaría a las empresas de seguros y a los profesionales de salud haciéndolos competir por un objetivo común: proporcionar servicios de protección y salud. Y sus resultados serían inmensamente mayores y más rápidos que cualquier esquema estatal de seguro universal de salud.
Como resaltamos en estas reflexiones, las políticas de gobierno tienden a concentrar recursos y expectativas en la burocracia, desmovilizando y desmotivando a la gente a cambio de un paternalismo protector que a largo plazo resulta ineficaz. A diferencia de ellas, por los ejemplos que describimos y propusimos, las políticas de participación con la gente subordinan la acción de la burocracia a las necesidades de la población y permiten que sea ella la que resuelva sus problemas y encuentre lo que mejor satisface sus necesidades y aspiraciones. Con la ventaja adicional de que desata la creatividad y logra resultados desde el corto plazo.