De Caracas sin amor
En un programa de televisión conducido por Mauricio Méndez (Patato) en 2015, se invitó al dirigente del MAS Edmundo Novillo, entonces un poco caído en desgracia, a debatir sobre el referendo constitucional que se realizaría en febrero de 2016.
Ante la consulta sobre qué harían su partido y el Gobierno si la población rechazara la reforma constitucional para que Evo Morales y Álvaro García Linera puedan postular nuevamente ( lo que prohíbe la CPE, prohibición ratificada por la ciudadanía el 21 de febrero de 2016), Novillo, que trataba de eludir la respuesta insistiendo en su segura victoria, finalmente admitió que si se la rechazaba, verían otras formas para “sacar a la gente de su equivocación”.
Probablemente fue, si no la única, una de las pocas respuestas sinceras que los dirigentes del MAS y autoridades del Gobierno dieron al respecto, y así está sucediendo…
Pero, ¿a qué viene esta anécdota si el título de esta columna nos conduce a Venezuela?
Porque el mal ejemplo cunde y la alienación (sí, alienación) ideológica de nuestras autoridades, además de provocarles, al parecer, trastornos psicológicos, pareciera que conduce a asumirse redentores de pueblos incultos, retrasados y malamente influenciados, razón por la que hay que sacarlos, como dijo Novillo, del error.
Esa visión expresa el viaje del Presidente del Estado a la cuestionada e ilegítima posesión del dictador venezolano, y pese al rechazo de la comunidad internacional como muy pocas veces se ha podido observar. Algunos datos: sólo han asistido a ese acto cuatro presidentes de América Latina, de los que dos tienen muy pocas credenciales democráticas: los de Bolivia, Cuba, Nicaragua y El Salvador. El resto de los países de nuestra América o han mandado misiones de bajo nivel o, di- rectamente, como los del Grupo de Lima, han decidido no hacerlo y desconocer la legitimidad del “usurpador” como ha sido llamado Nicolás Maduro por el presidente de la Asamblea Nacional Venezolana. Por último, la Organización de Estados Americanos (OEA), por una contundente mayoría, ha resuelto también desconocer al nuevo Gobierno.
Del resto del mundo, el único mandatario que asistió a la posesión fue el de la desconocida potencia prorrusa llamada Osetia del Sur, y los vicepresidentes de Turquía y Surinam, y la Unión Europea ha ratificado su rechazo al régimen venezolano.
Pero, pese a todo ese rechazo, los cuatro mandatarios latinoamericanos presentes no han ahorrado elogios para la “democracia venezolana” y lo han hecho no sólo a su nombre sino en el de sus pueblos lo que, por lo menos en nuestro caso, es una mentira.
Para envidia nuestra, los gobiernos de Ecuador y Paraguay han abandonado la locura de sentirse redentores (finalmente han tenido experiencias ejemplarizadoras con presidentes adherentes al socialismo del siglo XXI). El primero, no mandó delegación alguna a la posesión del usurpador y, el segundo, rompió relaciones diplomáticas una vez que éste fue posesionado. Se trata de actitudes dignas que el nuestro tuvo la oportunidad de adoptar, más aún si, a diferencia de Cuba y Nicaragua, Bolivia no vive de las limosnas del usurpador Maduro.
Esta situación asusta a un boliviano como yo, porque lo que en verdad nos están diciendo es que pese a la voluntad mayoritaria de la población de respetar el sistema democrático, ellos seguirán el ejemplo venezolano y se mantendrán en el poder a como dé lugar, es decir, a costa de llevar a sus países al caos y la violencia.
Así, el Primer Mandatario retorna al país con una profusión de “doctoris honoris causa” otorgados por las aparentemente prestigiosísimas universidades bolivarianas fundadas por el socialismo del siglo XXI en Venezuela, y seguramente, como alguna vez ya lo dijo, con varias líneas estratégicas concertadas con sus colegas para corregir los errores que cometen los pueblos a los que gobiernan.
En ese contexto, me parece que el Presidente del Estado vuelve de Caracas sin amor. Más bien, con una renovada agenda de confrontación.
N.dele.este artículofueescritoelpasadoviernes,antesdeque seprodujeranlos másrecienteshechosenvenezuela.