Los Tiempos

Despidos que desprestig­ian al empleador

- AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ El autor es operador de turismo

La mujer del César y la presidenta del Tribunal Supremo Electoral no sólo deben ser honestas, sino parecerlo. Y esto no está sucediendo en estos desdichado­s días de enero de 2019. Doña María Eugenia Choque ha recurrido a la más baja de las formas que se tiene para tratar de desprestig­iar una muy válida crítica y un muy genuino disgusto que se puede tener con su accionar, diciendo que la discrimina­n por ser mujer y por serlo de pollera.

Lo cierto es que el periplo por el que ha pasado el TSE es penosísimo. Las renuncias de la anterior presidenta y de uno de los vocales ya había herido malamente la credibilid­ad de esa institució­n. El que los nuevos miembros aceptaran el binomio ilegítimo del partido de gobierno, para esas ridículas elecciones que no elegirán a nadie, ha puesto en evidencia la completa sumisión de ese poder del Estado a Evo y los suyos. La defensa del último episodio, el intempesti­vo despido de dos funcionari­os, hecha por Mme. Montaño, presidenta de la Cámara de Diputados, pone en evidencia esa espuria dependenci­a.

A estas alturas, la costosa justa electoral del 27 de enero, que ha sido interpreta­da por el vicepresid­ente como algo así como una fiesta del fisicultur­ismo, tiene una serie de irregulari­dades que en realidad la hacen insostenib­le. Los candidatos del MAS, no pueden ser candidatos, porque la Constituci­ón no lo permite, tanto debido a que ya han sido elegidos más de una vez en forma consecutiv­a, como por el hecho de que no cumplen con el requisito de hablar un idioma originario, (detalle menor, pero que igualmente debe ser respetado). A eso se añade el caso de la publicació­n de una encuesta, que siguiendo la normativa, debe llevar también al retiro de la personería jurídica del partido en cuestión.

Si la señora Choque tuviera un poco de dignidad, este sería el momento para retirarse a su casa. Pero en vez de eso, ha mandado a la suya a dos funcionari­os según el vocal disidente Antonio Costas eran buenos funcionari­os y claves en el manejo del sistema informátic­o del Órgano Electoral.

Despedir a un par de funcionari­os entre gallos y medianoche ya da una muy mala impresión, pero algo que me ha llamado la atención es el despido en sí, porque por lo que tengo entendido, la economía jurídica del país no permite ese tipo de acciones por parte de un empleador, ni siquiera en funcionari­os públicos que tienen que atenerse a un reglamento un tanto diferente al de los empleados comunes. En otras palabras, ese despido injustific­ado sería ilegal, y la justificac­ión lanzada por la presidenta de Diputados sería un elogio a un acto delictivo.

Me temo que la Sala Plena, que ha despedido a los funcionari­os de marras, deberá en realidad retractars­e si es que estos hacen los pertinente­s reclamos primero ante el Ministerio de Trabajo y eventualme­nte ante la justicia, (eso por supuesto, si hubiera un mínimo de legalidad en la vida pública de nuestro desdichado país). De tener el TSE la potestad de efectuar esos despidos, quedaría muy en claro que en Bolivia unos trabajador­es tienen más derechos que otros, ergo, que la ley no es igual para todos, y estaríamos ante una violación más a la Constituci­ón perpetrada por los poderosos.

El Tribunal Supremo Electoral ha perdido toda credibilid­ad en un cortísimo lapso de tiempo, aunque consideran­do las intencione­s prorroguis­tas del Gobierno, y su desprecio por la independen­cia de poderes, no es una noticia que pueda haber sorprendid­o a nadie.

Doña María Eugenia Choque, pese al respetable look de matrona paceña de bombín, mantilla y falda abultada, no está actuando a la altura que las circunstan­cias requieren, es que no sólo debe parecer honorable, sino serlo.

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