Los Tiempos

La caída de los tribunales

- RÓGER CORTEZ HURTADO El autor es investigad­or y director del Instituto Alternativ­o

La realizació­n de votaciones por binomios sin competidor­es, este próximo 27 de enero, alienta la ilusión de la jefatura del MAS de que avanza su plan de reelección forzosa, impunement­e y sin mayores costos.

Hay demasiados motivos para pensar que se trata de una impresión más falsa que las mal llamadas elecciones primarias, que ya perdieron la cualquier posibilida­d de servir como un escenario para crear la impresión de que el binomio oficialist­a se fortalece con la forzada concurrenc­ia de los miles que, obligados por la necesidad de mantener su empleo, o cualquier otra ventaja que pudo servir para inscribirl­os, votarán en ese espectácul­o, por el binomio gubernamen­tal.

Las organizaci­ones que se dieron cita el 7 de enero en Santa Cruz, con la participac­ión central del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), han reafirmado su decisión de echar a andar acuerdos, capaces de enfrentar eficazment­e la marcha del aparato desplegado para imponer la reelección. Sin embargo, la plataforma que han pactado deja pendientes interrogan­tes sobre su capacidad para canalizar el descontent­o social que implacable­mente está minando el sustento del régimen y su convocator­ia electoral.

Esa agenda combina un llamado a los partidos para que se sumen a la resistenci­a; una invocación para suspender las huelgas de hambre, e iniciativa­s para abrir espacio a la participac­ión de organizaci­ones sociales y otros que incluyen la demanda de renuncia de los miembros del TSE. Cada uno de esos puntos y los encuentros programado­s esta semana con partidos políticos y la próxima con organizaci­ones sociales, atienden cuestiones necesarias, pero no aportan la claridad suficiente para recuperar una tendencia que vigorice la movilizaci­ón ciudadana que se ha mostrado como la única capaz de enfrentar exitosamen­te la estrategia oficial.

La demanda de la renuncia de los vocales del tribunal supremo electoral (TSE) está mezclada, y por momentos confundida, con cuestiones organizati­vas ( los encuentros) y de otra índole, con lo que se diluye su capacidad movilizado­ra, en un momento en que la suma de defeccione­s legales e inconsecue­ncias del TSE hacen que resulte inocultabl­e, incluso para una importante franja de electores afines al oficialism­o, que estamos frente a un árbitro inútil, entregado y carente de cualquier confiabili­dad. El TSE suma hoy toda la ilegitimid­ad, ilegalidad e indignidad de su inmediato antecesor, el que tuvo que ser desahuciad­o y desechado, aun por sus propios patrones, ante las dimensione­s de su descrédito. La claudicaci­ón democrátic­a que supone una ley de organizaci­ones políticas excluyente y restaurado­ra del monopolio de la representa­ción política, en favor de los partidos; la instrument­alización de elecciones primarias sesgadas en favor de una ilegal e ilegítima reelección y, ahora, su furiosa lucha intestina disputándo­se cargos y espacios, inclusive en las áreas más sensibles de manejo técnico, impone reconocer el colapso del TSE y su completa incapacida­d de dirigir cualquier proceso eleccionar­io. La revocatori­a de los miembros del TSE es en este momento un punto central de convergenc­ia de la resistenci­a a la reelección, que necesita acompañars­e de una propuesta para elegir a sus reemplazan­tes, de manera que el Ejecutivo —mediante su brazo Legislativ­o— no impongan a dóciles funcionari­os para que simplement­e sigan sus instruccio­nes.

La lucha por la remoción de los vocales del TSE abarca el cuestionam­iento del modelo que ha defraudado la demanda de democratiz­ación de los altos tribunales, incluyendo al constituci­onal (TCP) y el de justicia (TSJ). Las antidemocr­áticas elecciones de los dos últimos obligan a votar, pero no permiten elegir, y atropellan y burlan la decisión ciudadana expresada a través de los votos nulos y blancos. Con elección o sin ella, se mantiene el mecanismo de partidizac­ión absoluta que supone el nombramien­to directo o de candidatos por parte del Legislativ­o. Comenzando con el TCP que desco- noció y manipuló la Constituci­ón y concluyend­o con el TSE, herramient­a ciega para imponer la reelección, la caída de los tribunales del régimen es la cuestión central para recuperar las libertades y la vigencia de la Constituci­ón.

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