Los Tiempos

El 15 de enero y René Recacochea

- LUIS GONZÁLEZ QUINTANILL­A El autor es periodista

El 15 de enero los bolivianos recordamos el día de los Mártires de la Democracia. La fecha fue consagrada unánimemen­te por el Congreso Nacional, más allá de diferencia­s políticas, como homenaje a los dirigentes históricos del MIR que fueron asesinados por la dictadura en la calle Harrington de ciudad de La Paz, en 1981: José Reyes Carvajal, Ramiro Velasco, Arcil Menacho, José Luis Suarez, Artemio Camargo, Gonzalo Barrón, Ricardo Navarro y Jorge Baldivieso.

Era una pléyade de jóvenes profesores y dirigentes universita­rios, obreros, militantes comprometi­dos todos con la libertad de su pueblo. Cayeron en una celada que armaron las fuerzas de la represión de un Gobierno infame. Hubo una única sobrevivie­nte, Gloria Ardaya, que gracias a su valentía y a su arrojo logró escapar del mismo destino que sus compañeros. Después, Gloria, detenida, sufrió torturas y vejaciones terribles por sus captores. Sólo una campaña internacio­nal lo- gró recatarla de las asfixiante­s zarpas del dictador y sus cómplices.

Cada año, sin faltar uno, desde la recuperaci­ón de la democracia, el exprefecto de Cochabamba, René Recacochea estuvo en los actos de recordació­n de los jóvenes miristas asesinados. Los conocía a todos, porque formó parte de los fundadores de su partido una década antes. En medio de toda adversidad, el miedo y la represión, a pocos días del golpe militar, se fundó ese movimiento con el objetivo claro de luchar por la recuperaci­ón de la democracia engrillada por la dictadura de entonces.

Después de la fundación vino para Recacochea el tiempo del exilio. Fue a Chile. Estuvo con otros dirigentes como los cochabambi­nos Jorge Ríos Dalenz e Ignacio Soto (asesinados por el pinochetis­mo).

El exprefecto también hizo parte del exilio en Venezuela. Volvió al país cruzando por las carreteras del continente en un jeep algo desarbolad­o. Regresó poco antes de la huelga de las mujeres mineras y siguió con su tarea, la política y la académica. Especialis­ta en Relaciones Internacio­nales, René Recacochea fue nombrado prefecto durante el gobierno de Jaime Paz Zamora. Después, adherido a otra corriente política, ocupó las funciones de embajador en Ecuador y Venezuela.

Cuando se recordaba a los mártires René solía decir: los principios de la lucha por las libertades y por la democracia, con sus mártires y con sus héroes, no son el pasado, no son la historia. El recuerdo, cada año, debe convertirs­e para los bolivianos en fertilizan­te de futuro y de vida.

Este año, René no podrá estar en los actos de conmemorac­ión. Casi coincidien­do con el Día de los Mártires, se fue de nuestro lado. Fue a encontrarl­os al Olimpo donde van los mejores hombres y mujeres de la Patria. Un soldado de la democracia y un espíritu libre no muere, solamente desaparece. Va a abonar las extensas llanuras de los ciudadanos honestos, solidarios y comprometi­dos.

René Recacochea era un hombre inteligent­e y cabal. De sonrisa franca de extraordin­ario sentido del humor. En todo lugar conservaba lo que uno quiere llevar permanente­mente en el recuerdo de los demás: ser un hombre de bien. Lamentable­mente, los tiempos de las cosas chicas, de la miseria institucio­nal, no permitiero­n que el exprefecto, servidorde­supueblo, seaveladod­ondelecorr­espondía, enlosviejo­ssalonespr­efecturale­s. Pero eso no apagó su emotivo entierro, con sus familiares, sus amigos y sus compañeros.

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