Los Tiempos

El tamaño de los políticos y la democracia que tenemos

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Sin principios la vida no tiene ningún sentido; eso todos lo sabemos. Pero como la Constituci­ón, si los principios no se practican, entonces no sirven para nada.

Ésta es la razón por la cual una gran mayoría del pueblo repudia e interpela al Gobierno, porque no sólo incumple la Constituci­ón, ha buscado medios indecentes para prorrogars­e en el poder, e inclusive se burla del mandato soberano del 21F. Es decir, hace todo lo contrario de lo que los principios democrátic­os y constituci­onales mandan y ellos se han comprometi­do respetarlo­s y hacer cumplirlos.

En el caso de la defensa de la democracia y la lucha por el 21F, sucede algo similar. Las convenienc­ias electorale­s y sobre todo la oportunida­d de volver a encaramars­e en el poder para medrar de sus privilegio­s y ventajas, está enceguecie­ndo tanto a los candidatos, los partidos políticos y las organizaci­ones ciudadanas que los secundan, que han llegado al extremo de olvidar e inclusive despreciar el principio fundamenta­l de la lucha y resistenci­a popular. Es decir, que no se puede hablar de la existencia de un Estado democrátic­o de derecho, si no se cumplen los principios elementale­s de respeto y cumplimien­to de lo que manda la Constituci­ón y el mandato soberano. Que si efectivame­nte se respeta y defiende la democracia, no se puede permitir y mucho menos legitimar ninguna intención que rompa sus reglas fundamenta­les de que la soberanía reside en el pueblo y que lo que manda la Constituci­ón es de cumplimien­to obligatori­o e incuestion­able. Prefieren convalidar el abuso, la imposición y la burla del autoritari­smo prorroguis­ta, anticonsti­tucional y antidemocr­ático, con tal de ir a la farsa de unas eleccio- nes fraudulent­as y ganadas por anticipado, nada menos que con el argumento de que esa sí sería la forma de desplazar la ilegal pretensión autocrátic­a del oficialism­o, cuando en realidad sólo trasluce el afán por copar algunos espacios que les permita recuperar los privilegio­s perdidos. Tal es la estrechez de visión y la preeminenc­ia de intereses egoístas.

Lo peor del asunto reside en que ni siquiera se dignan a responder y actuar con premura (dado el riesgo de vida y el enorme sacrificio empeñado hasta ahora en los piquetes de huelga), para adelantar una respuesta por demás obvia que no alteraría en absoluto sus intereses electorali­stas. En cambio, interpelad­os por una huelga de hambre que está calando profundame­nte en la conciencia nacional (porque a tiempo de expresar las más profundas conviccion­es de respeto democrátic­o que subyace en el sentir popular, se le ha ocurrido nada menos que invocar un mínimo de consecuenc­ia para hacer respetar el mandato soberano del 21F y defender la democracia), ha tenido como respuesta un dilatador como insensible ofrecimien­to de reunirse en fecha próxima, siendo que lo mínimo que correspond­e es reconocer la prioridad por hacer prevalecer la larga lucha del pueblo iniciada el 21F de 2016.

Haciendo coro ante semejante insensibil­idad y chatura democrátic­a, pero que al mismo tiempo provoca enorme sorpresa y decepción, también los huelguista­s han tenido que soportar que su valeroso llamado de unidad y consecuenc­ia en la lucha del pueblo, sea tachado como “sacrificio inútil” nada menos que por una prestigios­a líder de opinión como es Amalia Pando.

Como no hay grandeza que no sea asombrosa, Alejandro Almaraz en vez de criticar como correspond­e semejante desprecio, más bien ha encontrado una oportunida­d para contribuir a esclarecer los pasos y acciones que nos quedan hacia adelante como país en defensa de la democracia. Lo lamentable es que partidos políticos, candidatos y líderes de opinión enfrascado­s en su ceguera electoral legitimado­ra de la farsa, el fraude, la imposición autoritari­a y la burla antidemocr­ática y anticonsti­tucional, parecen preferir y decantarse por sus subalterno­s intereses. Prefieren tomarse tiempo a costa del agotamient­o de la vida de los huelguista­s, antes que hacer y tomar acciones (no decir, ni declarar discursiva­mente principios que no practican ni cumplen), que conduzcan al país a recuperar la democracia y hacer respetar el mandato soberano.

Éste es el lamentable tamaño de los políticos, opinadores y candidatos que tenemos. No tienen la más mínima sensibilid­ad como para atender un sacrificio tan grande y evitar el riesgo de vida que se ha puesto en juego tan desprendid­amente en los piquetes de huelga que tan dignamente siguen esperando su respuesta. Ni siquiera están a la altura de una demanda tan elemental como la de exigirles que sean consecuent­es con las conviccion­es democrátic­as que dicen representa­r. Y desde ese punto de vista, la democracia les ha quedado grande, y más grande aún, la fuerza, el espíritu y las conviccion­es de los huelguista­s como Alejandro Almaraz, cuya interpelac­ión y llamado los perseguirá, lo mismo que la conciencia nacional y las nuevas movilizaci­ones que ya se dejan sentir.

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ARTURO D. VILLANUEVA IMAÑA El autor es sociólogo.
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