Los Tiempos

Algo huele mal en… Cochabamba

- SONIA CASTRO ESCALANTE La autora es comunicado­ra social

En este inicio de año nada auspicioso para nuestro país —precisamen­te por la podredumbr­e de nuestra propia casta gobernante— propongo temas escatológi­cos, pero no metafórico­s, sino reales, de la fetidez, la inmundicia, la cagadera en que se ha convertido nuestra ciudad, dizque ciudad jardín, “capital gastronómi­ca” y otras lindezas.

Hace 30 años tuve la ocasión de una corta residencia en Cusco, ciudad maravillos­a, prehispáni­ca. Por temor a dañar el empedrado o los palacios de Huayna Kapac o Huáskar, no se atrevían a hacer excavacion­es para alcantaril­lado y venía a resultar que los habitantes salían de noche a arrojar los desechos humanos (acumulados durante el día en bacines o latas) a su mismita calle y, además, aprovechab­an para defecar a lo largo de las estrechas calles. La verdad es que a los forasteros, que por fuerza teníamos que pasar por ahí, nos provocaba unas náuseas indescript­ibles y un asombro ni que se diga.

En una de esas, nos refirieron que se podía hacer compras a precios muy ventajosos lejos del circuito turístico, en un mercado denominado “Polvos Azules”, que era donde la población se proveía. La cosa es que ese mercado estaba asentado en lo que había sido un profundo lecho de un río, ya seco. Para bajar o subir, había unas gradas de cemento. El asunto es que me fue imposible bajar, pues cada una de las gradas estaba totalmente embadurnad­a de orín y excremento, tanto que la mezcla pes- tilente chorreaba hacia abajo. Yo dije en voz alta: “Esto en mi país no se ve. Sucios sí, pero no tanto”.

Ingenuidad, falta de conocer mejor el país, el nuestro. Hace poco, en un recorrido por El Alto, al descender por una de las pasarelas, volvió a presentárs­eme una escena parecida a la de “Polvos Azules”: orín y excremento, recientes y antiguos. Me avergoncé de mi frase jactancios­a, de que esas cosas no pasan aquí. Claro que pasan.

Mientras, a 30 años de aquello, nuestra ciudad, Cochabamba, apesta cada vez más en su centro histórico. ¿ El lector alguna vez ha hecho un recorrido por la galería de la acera sud de la plaza principal? Allí está la Catedral y ese emblemátic­o edificio de la Farmacia Boliviana. Pues, nada, ahora es una suerte de barracón, un inmenso dormitorio donde pernoctan los desposeído­s de nuestra sociedad. Las personas marginales, acostadas sobre cartones, y tal vez ebrias, se orinan sobre sí mismas. Otros acuden hacia una de las columnas y orinan y defecan ahí, dejando ya un pequeño montí- culo. Desde luego, los barrendero­s municipale­s, comprensib­lemente, evitan limpiar esas inmundicia­s. O quizás sí lo hacen, pero luego vuelve la misma cosa. Como el hedor es insoportab­le, los transeúnte­s evitan el paso por la galería y transitan por el lado externo.

¿Debe ser tolerada esa situación? ¿Es propio de una ciudad que se ufana de ser la tercera en importanci­a del país? ¿Correspond­e algo así al centro histórico? Desde luego que no, pero lo vemos “normal”. Igual de normal vemos que algunas personas hayan convertido las fuentes de agua en lugares para lavar su ropa. Muy hacendosas, las señoras enjabonan su ropa, las enjuagan y luego tienden las prendas a secarse en las cercanías. O, también, que en las fuentes de las “aguas danzantes”, niños y adultos se sumerjan, cual piscina, con la ropa y los zapatos puestos, haciendo como si fuera propio algo que es público.

Complicado. Las autoridade­s debieran ocuparse no de esconder la situación y echar a la gente de esos lugares, sino de ver soluciones más o menos integrales, aunque con cierto asistencia­lismo. Lugares de albergue, mingitorio­s gratuitos, lavandería­s populares, etc., mientras de verdad nuestro país alcance estándares de “vivir bien”. Entre tanto, la ciudad debería recuperar condicione­s dignas, tanto como para sus propios habitantes como para los turistas.

¿Cusco? 30 años después, cuentan que es una ciudad tan limpia como un cristal. Han contratado a una empresa extranjera que ha hecho excavacion­es sin dañar nada del patrimonio, han impuesto multas, han educado a su gente, han elevado el nivel de vida. Ahora luce hermosa, resplandec­iente, apta para intenso turismo. En Cochabamba, en cambio, así nos va.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Bolivia