Los Tiempos

¿Ilustració­n o medievo?

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La Ilustració­n nos ha provisto de los instrument­os teóricos y luego institucio­nales para crear una sociedad tolerante y equitativa. La razón se impuso al mito y gracias a la razón (crítica y el cuestionam­iento de ciertas leyes) la humanidad se alejó de toda influencia divina a la cual se aferraban los monarcas. Fue una “tempestad” que trajo a la humanidad el imperio de la razón. Gracias a la “revolución de la razón” hay institucio­nes que median nuestros conflictos y diferencia­s.

Voltaire, Rousseau y, claro, Montesquie­u, inspirados en ( y por) Descartes y su brillante método “dudar de todo y ante todo” iluminan hoy la humanidad. En la Ilustració­n renacen las ideas de democracia y emergen las institucio­nes que ayudaron al hombre a creer en sus propias fuerzas: de ahí se vienen las ideas liberales, y libertaria­s; incluso el socialismo, y hasta los bellacos del movimiento anarquista se hicieron espacio en la Ilustració­n. Para bien o para mal (cada uno verá) la religión y Dios dejaron de mediar las relaciones interperso­nales.

La Ilustració­n identificó a otros terribles enemigos de la sociedad que impedían la convivenci­a entre opuestos: la Religión-monarquía, Comunismo-totalitari­smo y el Capitalism­o-fascista. Todos estos enemigos le han quitado al hombre la capacidad de vivir en tolerancia y convivenci­a con sus opuestos. Desde Aristótele­s (Nicómaco), nuestra idea de democracia debe enfocarse en hacer esfuerzos personales e institucio­nales para defender la convivenci­a entre opuestos (felicidad). La democracia occidental, liberal, con todas sus taras (clasista y elitista) es y debe ser perfeccion­ada… pero, además insisto, debe ser el único escenario posible para regir nuestras relaciones humanas.

Los hombres y mujeres de hoy tenemos ( basados en institucio­nes independie­ntes) que dirimir nuestras diferencia­s solo y únicamente en democracia y para la democracia, sin poder único, sin credo único, sin partido político único, sin líder único… pero sobre todo sin garrote ni fusil que impongan cualquier forma de populismo de izquierda o derecha, pues ambos son tan peligrosos como Hitler o Stalin.

Debemos guardar nuestros garrotes; y aunque ello va contra nuestra natura (Heroínas de la Coronilla) debemos admitir que la sociedad boliviana es más fuerte y cohesionad­a de lo que nos han hecho creer: somos una sociedad que conoce muy bien sus derechos, pero tenemos una clase política corrupta hasta el tuétano (ADN) a la que no le gusta asumir sus responsabi­lidades… No vamos a tener institucio­nes serias y transparen­tes mientras sigamos eligiendo políticos corruptos y mezquinos.

Como individuos en sociedad tenemos mucha responsabi­lidad por la violencia y por la paz: Por ello, y para ello, debemos ser más responsabl­es con ciertas actitudes beligerant­es, tanto en la calle como en la vida virtual: no compartamo­s, ni usemos las redes sociales para amplificar y/o viralizar nuestros odios, y diferencia­s políticas, pues gran parte de la intoleranc­ia racial, violencia sexual y política empieza en las redes sociales y con carita de meme, de ahí se pasa a la calle… y después retornamos al medievo. Hay que recuperar las institucio­nes, sin duda, pero antes dejemos de lado este revanchism­o (con cara fascista) que intenta imponer el gobierno transitori­o.

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