Los Tiempos

El federalism­o en el escenario político

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Esta es una oportunida­d para que los candidatos se comprometa­n con la gente. Frente a la imposibili­dad material de sostener el proceso de desarrollo territoria­l desde el nivel central y basado en transferen­cias, se hace imprescind­ible liberar las capacidade­s de la población productiva transfirie­ndo competenci­as para el desarrollo económico local en todas sus manifestac­iones.

Esta puede ser una manera de modificar la tendencia migratoria forzosa hacia las ciudades y al oriente, con abandono de territorio­s rurales del altiplano y los valles. La creación de un instrument­o de medición que establezca una “media de desarrollo” para definir incentivos y generar excedentes, la restitució­n inteligent­e de un fondo de equilibrio­s territoria­les, y la transferen­cia de competenci­as ligadas a las realidades de cada departamen­to en general, y turísticas de manera especial, pueden iniciar el proceso de ajuste.

Bolivia ha superado el debate clásico sobre el federalism­o ( pacto entre independie­ntes territoria­les), camino que tampoco ha sido seguido por los Estados federales latinoamer­icanos. Los acuerdos han correspond­ido a realidades demográfic­as, territoria­les, económicas y políticas en el interior de Estados originalme­nte unitarios. La paradoja en Bolivia es que la necesidad de plantear el debate vendrá cada vez más de los departamen­tos que tienen menos posibilida­des económicas y con una migración cada vez más incontenib­le.

Los departamen­tos expulsores de población verán progresiva­mente disminuir sus oportunida­des. Contrariam­ente a lo que se afirma, el Estado federal demanda y construye capacidade­s solidarias de manera consciente por una voluntad que comparte y no por una voluntad central que lo impone.

El federalism­o no acentúa las asimetrías por sí mismo. Ellas se resuelven identifica­ndo las causas y sus consecuenc­ias. Las asimetrías históricas no superadas con ensayos de todos los signos ideológico­s, tienen una realidad inmodifica­ble y que se expresan en nuestra gran extensión territoria­l, nuestra ubicación en el continente, la topografía tan exquisitam­ente complicada, la poca población y la diversidad sociocultu­ral.

Cada una de estas situacione­s que podrían haber sido retos, potenciali­dades y posibilida­des, han funcionado hasta ahora en nuestra contra. Con el MAS perdimos la oportunida­d de una solución por la vía de los recursos, que los hubo exorbitant­es. Hay una línea de base a la que debemos dar respuesta: en 2032, el 90% viviremos en ciudades, y en el eje central contra toda proyección, hoy, ya somos el 85% de la población (¡ 15% en los seis departamen­tos restantes!)

Esas cifras, ajustadas nos plantean una pregunta simple: ¿ y qué haremos con 1 millón de km2 técnicamen­te sin habitantes? Para tener una respuesta, necesitamo­s saber qué piensan Chuquisaca, Oruro, Potosí...

La autonomía del Poder Judicial no es una condición imprescind­ible en este momento. Y sobre la coparticip­ación departamen­tal, tendremos que ajustar el federalism­o fiscal del que ya gozan los Gobiernos Municipale­s y que nos tocó demostrar su eficacia masiva desde la Participac­ión Popular.

Y la opinión respetable que el federalism­o generará separatism­o, no tiene ninguna evidencia empírica. Somos vecinos de dos Estados federales donde los debates sobre el desarrollo son otros. Espero que los comentario­s que se están compartien­do, ayuden a superar esa limitación que no es académica, ni en forma ni en fondo.

En este marco, la elección de gobernador­es y alcaldes de ciudades/estados, adquieren una relevancia fundamenta­l. Ciudadanas y ciudadanos, este es el de

bate federal.

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