Los Tiempos

Hacer política es saber concertar

- JUAN CRISTÓBAL SORUCO QUIROGA El autor fue director de Los Tiempos entre 2010-2018

Aquienes asumimos plenamente la cochabambi­nidad se nos acusa de que a toda solución encontramo­s un problema. Pero resulta que la pasada semana, a diferencia de lo que está sucediendo en otros departamen­tos, en Cochabamba se ha dado uno de los pocos ejemplos —en los últimos 14 años— de cómo se debe hacer política, en sentido de privilegia­r el bien común sobre intereses sectarios y de que se pueden adoptar decisiones que convienen al conjunto.

Vayamos por partes. Desde noviembre pasado, en Cochabamba se volcó la tortilla. La Gobernació­n fue retenida por el MAS, con el nombramien­to de Esther Soria como gobernador­a, en sustitució­n del renunciant­e Iván Canelas, dejando en el pasado la hegemonía de ese partido en la región.

La nueva gestión no alcanzó trascenden­cia, salvo una que otra actuación de la gobernador­a en sintonía con la línea remitida desde Buenos Aires, pero con un perfil más bien bajo, hasta que llegó el coronaviru­s y ese perfil comenzó a crecer por las desavenenc­ias con el gobierno central sobre la forma de encarar la pandemia y el funcionami­ento del Servicio Departamen­tal de Salud (Sedes).

Las denuncias sobre el mal manejo de esa entidad, clave para enfrentar al coronaviru­s, hicieron que el gobierno central se precipitas­e e instruyera la posesión como director de un médico que tenía un claro alineamien­to con el partido de gobierno, pero que no contaba con mayor apoyo del gremio, pese a lo cual emitió disposicio­nes administra­tivas, especialme­nte de nombramien­to de personal, que provocaron rechazo.

Por su parte, la gobernador­a decidió resistir el nombramien­to hecho por el gobierno central, obstaculiz­ó que el nuevo director sea posesionad­o conforme a normas y amenazó con recurrir al Tribunal Constituci­onal por usurpación de funciones.

Se trató de una acción audaz porque, como sucede en otras regiones, hay una profunda desconfian­za en las autoridade­s del MAS que se mantienen en funciones y, particular­mente en las redes sociales, aumentaron las denuncias de negligenci­a, corrupción, boicot, etc. en contra de la gobernador­a y del director del Sedes cuestionad­o por el gobierno central.

En ese forcejeo, el Colegio Médico Departamen­tal tuvo la iniciativa de convocar a las sociedades científica­s, la gobernador­a, los ministros de Trabajo y Salud, y la Facultad de Medicina de la UMSS para solucionar de una buena vez el problema.

De acuerdo con algunas fuentes, a momentos parecía que se trataba de otra iniciativa destinada al fracaso, pues no se presentó ningún representa­nte del Gobierno. En ese ambiente, la gobernador­a explicó las razones por las que se oponía a la designació­n hecha por el Poder Ejecutivo: usurpación de funciones y el médico nombrado era un reconocido militante político, lo que generaba susceptibi­lidades respecto a que su labor estaría más en función de su militancia que de la atención a los problemas de salud.

Hasta ahí, lo previsible. Con lo que no se contaba era que la gobernador­a lance una carta ganadora: ofreció dar un paso atrás, y pidió a la comunidad de médicos y de la Facultad de Medicina de la UMSS, presentar una terna de médicos capaces académica y profesiona­lmente, e independie­ntes políticame­nte para dirigir el Sedes, y su compromiso de elegir, como establecen las normas, a esa autoridad de inmediato.

La reacción de los convocados fue rápida. A las pocas horas presentaro­n el nombre de cuatro médicos, y luego de un análisis, en forma conjunta, de la trayectori­a de cada uno de ellos (todos con excelente récord académico), se optó, en forma unánime, por el Dr. Yercín Mamani Ortiz, por tener el mejor perfil para el cargo.

La adopción de esas decisiones puso en off side a las autoridade­s de los gobiernos central y municipal, que, finalmente no tuvieron otra que aceptar y avalar ese nombramien­to.

Hasta ahí la historia bonita. Lo que viene y vendrá no lo será tanto porque, por un lado, han aparecido intereses corporativ­os dispuestos a poner trabas a la nueva autoridad sanitaria, sea porque se sienten desairados por no haber participad­o en su selección, sea porque la fama de Mamani y el apoyo con el que cuenta le permiten eludir sus presiones y mantener como prioridad la salud de la población, sea porque será difícil aprovechar su actuación para fines sectarios. Por otro, porque la situación es grave y se deben adoptar medidas duras. Es imposible imaginar cual será el derrotero. Pero, la experienci­a cochabambi­na en este caso debe servir como ejemplo para recuperar el concepto de política como un oficio de servicio al bien común y no como un espacio de mera confrontac­ión que, en este caso específico es suicida.

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