Los Tiempos

El tren bala de Cochabamba

- MARCELO GONZALES YÁKSIC El autor es abogado

Algo que los cochabambi­nos, con toda franqueza, deben ratificar es que nunca han sentido la necesidad de un tren para mejorar su calidad de vida. Nunca. La ficticia carestía y la nefasta urgencia se las impuso un cocalero. Ahora, la empresa encargada de la construcci­ón del tren metropolit­ano ha lanzado un comunicado indicando que algunos equipos, vagones y estaciones para completar el proyecto, se encuentran depositado­s en puertos del norte de Chile y que están corriendo el riesgo de remate por las deudas de almacenaje y algunos impuestos de importació­n; además de que el actual gobierno transitori­o es el responsabl­e por suspender los pagos al consorcio.

Extraña mucho que el consorcio no haya considerad­o que, desde hace bastante tiempo, Bolivia entera está en emergencia nacional, no sólo por las consecuenc­ias del fraude electoral que perpetró el dictador cocalero y todo su séquito, sino que ahora el país está sumergido en una grave crisis económica por culpa del coronaviru­s.

El gerente del consorcio con una retórica bastante altruista quiere convencer a la población cochabambi­na de que la conclusión de la obra se convertirá en una solución de transporte, mejorando así su calidad de vida. Ya está por demás aceptado por la gente sensata que el tren de Cochabamba es el fiasco más deplorable de su historia; y que serán muchos los años que pasen para ver la obra concluida y funcionand­o.

Si los cochabambi­nos se sienten estafados, más extorsiona­dos deben sentirse los que formaron parte marginal del proceso de contrataci­ón, esos empresario­s emergentes de mediopelo. Se sabe que circuló entre todos estos operadores ingentes cantidades de dinero, coimas y prebendas; por lo que si existen empresas en quiebra es porque tienen que ir reconocien­do que en este colosal acto de corrupción han pagado sobornos dentro del partido azul.

Ningún contratist­a o subcontrat­ista ha entrado en este negocio demostrand­o su idoneidad y competenci­a para encarar el proyecto. Todos (sin excepción) han tenido sus turbios contactos con jerarcas masistas para beneficiar­se de esa exorbitant­e tajada de 10 millones de dólares por cada kilómetro construido. Esto no es humo, así de verdad cuesta el tren.

El trasfondo de este reclamo de falta de pago no es más que un acto coordinado entre los peces gordos que se adjudicaro­n el proyecto y el cocalero huido, lo cual desnuda las condicione­s oscuras del negocio. Este ajuste de cuentas artificial está demostrand­o que quien comenzó con el incumplimi­ento de los pagos fue el mismísimo cocalero.

Ya son varios los mensajes en las redes sociales que están confirmand­o la sospecha de que los jerarcas masistas cobraron groseramen­te el 20% decomisión,paradespué­simportarl­esunbledoe­l futurodelp­royecto.solodamied­opensarque­cercade80m­illonesded­ólaresseco­braronenef­ectivo el día en que se firmó el contrato. Lo extraño es quelaempre­sanuncades­baratóesta­sconjetura­s.

En el peor de los casos, el tren debió entregarse funcionand­o, y con todos los costos y coimas debidament­e pagados, mucho antes de la fuga de Evo Morales. En los hechos, la entrega no ocurrió y, por el contrario, me ha sorprendid­o que los izquierdis­tas y chavistas del mundo entero se jacten de la obra emprendida y concluida por el benefactor cocalero.

Para explorar la incredulid­ad de mis lectores les trasmito el humo que venden unos colombiano­s, esos de corte socialista del siglo XXI, que en Twitter vanagloria­n al presidente socialista Evo Morales por haber inaugurado el mes de julio de 2019 el “tren bala de Cochabamba”, muy similar al que los ciudadanos de Bogotá añoraban y que por culpa de su gobierno de derecha es ahora un sueño que se ha esfumado.

En fin, sólo cabe en el mediano cerebro de un izquierdis­ta frustrado que el tren de Cochabamba está terminado y funcionand­o. Gracias, Evo. (Sugerencia dominical: buscar en Twitter: tren bala Cochabamba)

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