Los Tiempos

“Rebeldes con sabiduría”

- CAYO SALINAS El autor es abogado

El objetivo que persigue el MAS, desde la renuncia de Evo Morales, no es otro que retomar el poder. Esa la consigna que guía su accionar y la de sus dirigentes, dentro y fuera de Bolivia, por lo que el enfoque en alcanzar dicho objetivo, los ha llevado a la comisión de una serie de hechos que no pueden ser pasados por alto.

Recordemos que el MAS es un partido político que, hegemoniza­do desde una nomenclatu­ra bien estructura­da, se oxigena a través del conflicto y del manejo de masas. Esa dicotomía les ha permitido encarar una serie de episodios con la única finalidad de mantenerse en el poder y controlar la administra­ción del Estado y sus recursos. Varios episodios de violación a los DDHH grafican lo que anoto, por lo que no debería parecernos extraño que ahora, poco o nada les importe la situación de emergencia sanitaria que ha puesto la salud y vida de los ciudadanos en evidente riesgo.

Frente a esta realidad, son los hechos los que hablan por sí solos. Bloqueos; convocator­ia a desoír la cuarentena en lugares donde el MAS tiene presencia partidaria; amenaza a policías y militares con normas gestadas a través de la Asamblea Legislativ­a para menoscabar el fiel cumplimien­to de su deber, o incluso aparicione­s públicas con declaracio­nes desafortun­adas de los representa­ntes de la Defensoría del Pueblo, lo que da cuenta de una embestida política que tiene un propósito hábilmente urdido.

No sólo es desestabil­izar al actual gobierno, sino es haber gestado con los dos tercios que cuenta en el Parlamento una ley que convoca a elecciones generales desatendie­ndo el estado calamitoso de la salud pública por la pandemia de Covid-19, hecho que linda con un salvajismo indisimula­do que da cuenta de que sólo les importa el poder, aun a costa de la vida del prójimo.

Queda claro entonces, que toda esta estratagem­a desestabil­izadora cobra mayor relevancia en estos momentos, cuando ciertament­e un hecho de indudable imprevisib­ilidad azota no sólo la salud de los bolivianos, sino su economía y la del país. Probableme­nte, bajo otra coyuntura, esa dinámica podría haber sido parte de una pugna política que ya la hemos visto y que hubiera encontrado otro tipo de respuesta por los interlocut­ores del oficialism­o.

Lo cierto es que la capacidad orgánica que tiene el masismo para distorsion­ar la verdad ha llegado a extremos tales que existen ciudadanos que no creen en la letalidad del virus e incluso dudan en su existencia. Todas esas voces tienen la marca indeleble del MAS y el esfuerzo que a diario deja ver, cuando aparecen bloqueos, ataques a ambulancia­s, marchas buscando la concentrac­ión de personas cuando ello no esta permitido e, incluso, la serie de falacias que constantem­ente emite su candidato presidenci­al en una muestra de descaro por el pasado que representó 14 años administra­ndo los recursos públicos. A ese desparpajo, se suma el Sr. Choquehuan­ca, quien ha llamado a una “rebeldía con sabiduría y con causa”, lo que en otras palabras significa llamar a la subversión en tiempos de pandemia.

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