Crisis por Covid-19 altera los ritos funerarios y ahonda el dolor familiar
Los restos de quienes mueren a causa del virus se entierran o creman con ceremonias breves y bajo estrictos protocolos de bioseguridad para evitar contagios
La crisis sanitaria por el coronavirus afectó la forma de enterrar a los muertos, debido a que se limitó los rituales de despedida de los familiares, quienes no sólo deben lidiar con el dolor de perder a sus seres queridos, sino también hasta con el rechazo social de sus vecinos.
Morir por la enfermedad o con sospecha de tener el virus es una pesadilla, según testimonios de parientes de los fallecidos.
“Es terrible no poder despedirte de la persona que amas, te sientes triste porque ni siquiera puedes darle una cristiana sepultura, pero lo que más rabia da es que la gente te juzgue y estigmatice sin respetar tu dolor”, relató Lucía (nombre ficticio), hija de una persona que falleció por Covid-19 en Quillacollo. El municipio registra dos fallecidos por coronavirus.
Contó que su padre de 65 años se puso mal de un momento a otro y mencionó que desconoce cómo se contagió.
“En mi familia somos muy creyentes, nos hubiera gustado velarlo toda la noche con banda, con arreglos florales, que asistan amigos y vecinos, lamentablemente no fue así. Los médicos pusieron varias condiciones para que saquemos el cuerpo, nos lo entregaron en una bolsa negra”, remarcó.
Lucía afirmó que su madre y sus hermanos decidieron retirar los restos de su padre para enterrarlo bajo tierra.
“Elegimos que se entierre en una fosa porque al menos así tendremos un lugar para llevarle flores, llorarlo y recordarlo”, añadió.
La odisea para su familia comenzó cuando los rumores de la causa del deceso de su progenitor se extendieron en la comunidad y en poblaciones aledañas.
“Han suspendido a mis tíos y amigos de sus trabajos sólo porque me dieron el pésame. Muchos de ellos ni siquiera han tenido contacto mi familia. Echaron cal y fumigaron las calles por donde caminamos. No nos dicen directamente, pero sabemos que nos acusan de traer la enfermedad”, agregó.
La presión social y las recomendaciones de los profesionales de salud obligaron a realizar un funeral breve e íntimo en el que se restringió el contacto físico. Todos los asistentes acudieron con barbijo, guantes y desinfectantes al sepelio.
Similar situación atravesó
la hija de un profesor jubilado de 68 años que falleció por Covid-19 en Punata. El caso puso en evidencia falencias en el protocolo de manejo de cadáveres en plena emergencia sanitaria y errores en la implementación de un plan de contingencia del municipio.
“La gente fue reacia y especuló bastante. Nosotros ni tocamos el cuerpo de mi padre, seguimos los protocolos que dijeron los de la Caja Nacional de Salud. Hemos vivido realmente una pesadilla. Hay mucha gente que en vez de solidarizarse con nuestro dolor nos discriminó”, dijo.
Recordó que el drama para ocho miembros de la familia comenzó el 2 de abril con la internación de su padre, quien perdió la vida al día siguiente. El entierro se hizo el 4 de abril y el 5 el Servicio Departamental de Salud (Sedes) confirmó que el paciente murió por coronavirus.
Desde el momento en que se conocieron los resultados la vida de los familiares se complicó, porque las autoridades y algunos vecinos alertaron que la asistencia de 40 personas al velorio y entierro puso en riesgo a la población.
“Nosotros retiramos el cuerpo de mi papá con el resultado negativo de una prueba rápida, pero en el laboratorio salió positivo. Jamás tuvimos intención de generar la enfermedad”, subrayó.
Cochabamba suma en dos meses 19 decesos. Los fallecidos se registraron en Cercado (4), Sacaba (4), Quillacollo (2), Vinto (1), San Benito (1), Colomi (1), Puerto Villarroel (1), Chimoré (1), Vacas (1), Punata (1), Cliza (1), Sipe Sipe (1). El departamento sólo cuenta con dos hornos crematorios en Cercado y en Sacaba.