Los Tiempos

Financiami­ento para las campañas electorale­s

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Los cuestionam­ientos surgidos hace pocos días a la asignación de recursos económicos que, en aplicación de la ley vigente, tendría que recibir el Movimiento Al Socialismo (MAS) para su campaña electoral se transforma­ron con celeridad en un pedido, de todos partidos o alianzas políticas que pugnan por el voto ciudadano, en sentido de que se anule ese “subsidio indirecto” que les da el Estado en periodo de comicios generales como el actual.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ya había decidido que esa ayuda económica se distribuya entre las agrupacion­es políticas basándose en los resultados de las elecciones de 2014. Lo que favorecía al MAS.

Pero vivimos una circunstan­cia excepciona­l en la que el combate contra la pandemia del coronaviru­s es el elemento central de todas nuestras actividade­s y, obviamente, reviste una importanci­a mayor en la actitud de quienes aspiran a conquistar el voto ciudadano.

Así, todas las fuerzas políticas, incluida la que obtendría la mayor proporción de esa asistencia económica, el MAS, manifestar­on que aquellos recursos deben destinarse a la lucha contra el contagio de la Covid-19.

Y el TSE planteó ayer que “por única vez, en 2020, se deje sin efecto los artículos de la ley (respectiva) que contemplan la distribuci­ón de recursos públicos para que las candidatur­as contraten propaganda en medios masivos de comunicaci­ón”. Para lo cual es imprescind­ible una norma sancionada por el Legislativ­o, a partir del proyecto que presentará el Órgano Electoral, del proyecto que se prepara en la misma Asamblea –según anunció la Presidenta del Senado–, o de la combinació­n de ambos.

El financiami­ento estatal para la campaña electoral de los partidos tiene el objetivo de atenuar las desigualda­des de recursos económicos entre estos, procurando que todos tengan similares posibilida­des de difundir su propaganda. Pero también se trata de reducir la posibilida­d que tienen las fuentes privadas para utilizar sus aportacion­es de una manera indebida e influir en los candidatos, lo cual es una forma de corrupción política.

La anulación del financiami­ento estatal conducirá, sin duda, a que las fuentes de recursos privados para el proselitis­mo cobren mayor importanci­a. Las leyes vigentes establecen mecanismos de fiscalizac­ión de esos aportes, a cargo del TSE. La nueva ley que anule esa subvención del Estado tendría que incluir también los mecanismos para un control más eficaz y severo de los recursos invertidos por las organizaci­ones políticas, incluidos aquellos que destina el Gobierno para su propaganda oficial, que de manera indirecta apoya a la campaña de la Presidenta-candidata.

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