Billetera congresal mata galán tecnócrata
El Gobierno lanzó su Programa de Reactivación Económica concentrado en el tema del empleo. Si se implementara, podría ser la intervención de salvataje de la economía boliviana más grande de la historia contemporánea.
El programa crea cuatro fondos financieros para diversos sectores. Busca fomentar el emprendimiento y la inversión. Se apoya fuertemente en la inversión pública para desarrollar infraestructura, pero al mismo tiempo busca la convergencia de los sectores público y privado. Además, amplía los esquemas de protección social y los programas de empleo ya anunciados. Varias de sus medidas son de aplicación inmediata, pero otras tienen un alcance de largo plazo, por ejemplo, los fideicomisos durarán entre 10 y 12 años. Como dato anecdótico, el decreto del Programa tiene más páginas que el 21060, aunque su alcance de reformas estructurales es más modesto.
El programa enfrenta un trilema de identidad complejo:
1) Visto como programa de reactivación económico parece muy ampuloso para un Gobierno que, como máximo, puede tener seis meses de vida, en este sentido pierde credibilidad. Las enormes dificultades administrativas en la implementación de la lucha contra el coronavirus no son un buen antecedente de gestión de la actual administración gubernamental.
2) Como programa de desarrollo económico de largo plazo su contenido es limitado y está enfocado a reconstruir el pasado. No aprovechan la oportunidad para construir futuro. Hubiera sido muy interesante que estos recursos sean canalizados a sectores y empresas premiando a aquellas que realicen cambios en el campo de la energía renovable, la transformación digital, la inclusión social y el respeto al medio ambiente. En estos momentos de inflexión histórica, como bien dice Mariana Mazzucato, “los gobiernos también deben restablecer la capacidad de diseñar, implementar y aplicar la condicionalidad a los receptores de ayuda, de modo que el sector privado opere de una manera que sea más propicia para un crecimiento inclusivo y sostenible”.
3) El programa, como propuesta electoral es muy tecnocrático e incompleto y no tiene sustentación social ni política. Como en otros tiempos, la iniciativa no fue concebida en coordinación con sectores productivos, por ejemplo. Por supuesto, carece completamente de la voz y la reivindicación de los trabajadores, de la opinión regional y de otros sectores populares. Sin duda, el programa pudo haber sido una buena propuesta técnica para propiciar un gran acuerdo nacional por la vida y el empleo, pero no tiene alma política ni tiende puentes al futuro o abre horizontes de encuentro. Está en la vieja línea de: lo tomas o lo dejas. El programa ignora que son tiempos de sumar.
Y para complicar más aún la situación, es un programa “yesca”, sin recursos sólidos de financiamiento. Si juntamos todos los fondos y propuestas, requería de 32.000 millones de bolivianos y por lo menos de dos gestiones de gobierno para implementarlo. Por supuesto, en proponer no hay engaño y el papel aguanta todo. Entre tanto, resulta que el propio Gobierno reconoce que el financiamiento de su programa requiere que la Asamblea Plurinacional libere recursos que estaban destinados a la industrialización de hidrocarburos (13.800 millones de Bolivianos). Recordemos que la planta de polipropileno fue la niña de sus ojos de administración Morales y una de las reivindicaciones más caras de Tarija. Se pide al MAS que actúe con responsabilidad y patriotismo, virtudes que no tiene. Además, es una propuesta poco realista para decir lo menos. Piden un harakiri político.
Por otra parte, la Asamblea, también debe aprobar créditos internacionales, de los ahora nuevamente odiados FMI y BM, por otros 10.455 millones de bolivianos (1.500 millones de dólares). Piden un harakiri ideológico en plena guerra santa por el poder.
De manera coloquial, una parte substantiva del Programa de Reactivación Económica del Gobierno depende de la aprobación de 24.255 millones de Bolivianos por parte del Poder Legislativo. En una estimativa preliminar, requiere de 32.000 millones de Bolivianos. ¿El programa del Poder Ejecutivo depende del 76% de recursos que están en manos del masismo? Curioso caso donde el yerno ofrece el cielo y tierra a la novia, pero la billetera para pagar la fiesta y la luna de miel está con la suegra que se opone al romance; peor aún, odia con todas sus fuerzas al susodicho, porque lo hace responsable de haber sacada de mala manera al anterior cortejo. Como se dice en el Oriente en estos casos: “Oiga pariente, billetera mata galán, puej”.
Es altamente probable que los recursos financieros no sean liberados por la Asamblea, por lo tanto, parte importante del Programa se convierte tan solo en una promesa de campaña. Puesta de estamanera, elprograma, que puedetenervirtudestécnicas, entra en el ruedo político y se convierte en una pulseta electoral y en un pretexto para un ajuste de cuentas. Una vez más la política se pone sobre la economía, el Gobierno busca polarizar el escenario electoral. El MAS agradece.