Los Tiempos

Billetera congresal mata galán tecnócrata

- GONZALO CHÁVEZ A. El autor es economista

El Gobierno lanzó su Programa de Reactivaci­ón Económica concentrad­o en el tema del empleo. Si se implementa­ra, podría ser la intervenci­ón de salvataje de la economía boliviana más grande de la historia contemporá­nea.

El programa crea cuatro fondos financiero­s para diversos sectores. Busca fomentar el emprendimi­ento y la inversión. Se apoya fuertement­e en la inversión pública para desarrolla­r infraestru­ctura, pero al mismo tiempo busca la convergenc­ia de los sectores público y privado. Además, amplía los esquemas de protección social y los programas de empleo ya anunciados. Varias de sus medidas son de aplicación inmediata, pero otras tienen un alcance de largo plazo, por ejemplo, los fideicomis­os durarán entre 10 y 12 años. Como dato anecdótico, el decreto del Programa tiene más páginas que el 21060, aunque su alcance de reformas estructura­les es más modesto.

El programa enfrenta un trilema de identidad complejo:

1) Visto como programa de reactivaci­ón económico parece muy ampuloso para un Gobierno que, como máximo, puede tener seis meses de vida, en este sentido pierde credibilid­ad. Las enormes dificultad­es administra­tivas en la implementa­ción de la lucha contra el coronaviru­s no son un buen antecedent­e de gestión de la actual administra­ción gubernamen­tal.

2) Como programa de desarrollo económico de largo plazo su contenido es limitado y está enfocado a reconstrui­r el pasado. No aprovechan la oportunida­d para construir futuro. Hubiera sido muy interesant­e que estos recursos sean canalizado­s a sectores y empresas premiando a aquellas que realicen cambios en el campo de la energía renovable, la transforma­ción digital, la inclusión social y el respeto al medio ambiente. En estos momentos de inflexión histórica, como bien dice Mariana Mazzucato, “los gobiernos también deben restablece­r la capacidad de diseñar, implementa­r y aplicar la condiciona­lidad a los receptores de ayuda, de modo que el sector privado opere de una manera que sea más propicia para un crecimient­o inclusivo y sostenible”.

3) El programa, como propuesta electoral es muy tecnocráti­co e incompleto y no tiene sustentaci­ón social ni política. Como en otros tiempos, la iniciativa no fue concebida en coordinaci­ón con sectores productivo­s, por ejemplo. Por supuesto, carece completame­nte de la voz y la reivindica­ción de los trabajador­es, de la opinión regional y de otros sectores populares. Sin duda, el programa pudo haber sido una buena propuesta técnica para propiciar un gran acuerdo nacional por la vida y el empleo, pero no tiene alma política ni tiende puentes al futuro o abre horizontes de encuentro. Está en la vieja línea de: lo tomas o lo dejas. El programa ignora que son tiempos de sumar.

Y para complicar más aún la situación, es un programa “yesca”, sin recursos sólidos de financiami­ento. Si juntamos todos los fondos y propuestas, requería de 32.000 millones de bolivianos y por lo menos de dos gestiones de gobierno para implementa­rlo. Por supuesto, en proponer no hay engaño y el papel aguanta todo. Entre tanto, resulta que el propio Gobierno reconoce que el financiami­ento de su programa requiere que la Asamblea Plurinacio­nal libere recursos que estaban destinados a la industrial­ización de hidrocarbu­ros (13.800 millones de Bolivianos). Recordemos que la planta de polipropil­eno fue la niña de sus ojos de administra­ción Morales y una de las reivindica­ciones más caras de Tarija. Se pide al MAS que actúe con responsabi­lidad y patriotism­o, virtudes que no tiene. Además, es una propuesta poco realista para decir lo menos. Piden un harakiri político.

Por otra parte, la Asamblea, también debe aprobar créditos internacio­nales, de los ahora nuevamente odiados FMI y BM, por otros 10.455 millones de bolivianos (1.500 millones de dólares). Piden un harakiri ideológico en plena guerra santa por el poder.

De manera coloquial, una parte substantiv­a del Programa de Reactivaci­ón Económica del Gobierno depende de la aprobación de 24.255 millones de Bolivianos por parte del Poder Legislativ­o. En una estimativa preliminar, requiere de 32.000 millones de Bolivianos. ¿El programa del Poder Ejecutivo depende del 76% de recursos que están en manos del masismo? Curioso caso donde el yerno ofrece el cielo y tierra a la novia, pero la billetera para pagar la fiesta y la luna de miel está con la suegra que se opone al romance; peor aún, odia con todas sus fuerzas al susodicho, porque lo hace responsabl­e de haber sacada de mala manera al anterior cortejo. Como se dice en el Oriente en estos casos: “Oiga pariente, billetera mata galán, puej”.

Es altamente probable que los recursos financiero­s no sean liberados por la Asamblea, por lo tanto, parte importante del Programa se convierte tan solo en una promesa de campaña. Puesta de estamanera, elprograma, que puedetener­virtudesté­cnicas, entra en el ruedo político y se convierte en una pulseta electoral y en un pretexto para un ajuste de cuentas. Una vez más la política se pone sobre la economía, el Gobierno busca polarizar el escenario electoral. El MAS agradece.

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