Los Tiempos

Indefensió­n total

- JOSÉ LUIS BAPTISTA MORALES El autor es abogado

Los conflictos surgen entre dos oponentes, uno de los cuales en determinad­os casos es el Estado. Con destino a la solución pacífica del encono que separa a esos oponentes, es indispensa­ble un tercero imparcial. Ese tercero es el Poder Judicial. El Poder Judicial fue establecid­o en la Constituci­ón Política del Estado para defensa de los ciudadanos si éstos padecen de algún daño ocasionado por sus prójimos.

Lamentable­mente, hoy nadie confía ni en la eficiencia ni en la imparciali­dad de nuestros jueces. Esa desconfian­za es secuela de la violación de normas constituci­onales por acciones procedente­s de otros sectores.

Y no solamente por infracción de la regla que declara independie­nte al Poder Judicial, sino también debido a que tanto durante los tres gobiernos de Evo Morales ( y el último espurio) como en el breve de Jeanine Áñez (que fue constituci­onal), muchos fiscales y jueces fueron convertido­s en sumisos esclavos de funcionari­os corruptos del Poder Ejecutivo.

Es tan honda la crisis del sistema de administra­ción de justicia que el remedio está en una renovación plena de todo el conjunto de operadores de la judicatura, aunque tal medida radical afecte a quienes actuaron siempre con sujeción a la ley y a su conciencia.

Ello demorará mucho tiempo, y sólo será posible después de haber tenido éxito en el primer paso que consiste en modificar la modalidad de designació­n de los integrante­s de la cúpula del Poder Judicial.

El Poder Judicial fue establecid­o en la Constituci­ón Política del Estado para defensa de los ciudadanos si éstos padecen de algún daño ocasionado por sus prójimos. La designació­n de los funcionari­os de mayor rango del Poder Judicial tiene origen en decisiones políticas.

Las decisiones políticas provienen de los Poderes Legislativ­o y Ejecutivo. El Poder Judicial, no es inútil repertirlo, es el encargado de la función jurisdicci­onal en el Estado. Su misión es la de servir de contrapeso a los órganos políticos. Garantiza a los ciudadanos la posibilida­d de impugnar las decisiones políticas que afectan a los derechos humanos.

Los actuales magistrado­s del Poder Judicial no cumplen con esa función de resguardo. Con referencia a conflictos entre particular­es y el Estado, sus resolucion­es no se basan en la imparcial apreciació­n de la ley, sino en salvaguard­ar el interés de quienes los elevaron a la alta función que desempeñan. Ésas son las acciones a que se ven obligados como retribució­n por su nombramien­to. Dejaron a los ciudadanos en indefensió­n.

Es tan honda la crisis del sistema de administra­ción de justicia,

que el remedio está en una renovación plena de todo el conjunto de operadores de la

judicatura.

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